La entrevista entre el presidente del gobierno, Mariano
Rajoy, y el de la Generalitat, Carles Puigdemont, significó el inicio de un
deshielo que tardará lo suyo, pero que ha aliviado a muchos catalanes deseosos
de que se restableciera un diálogo, porque como se dice en catalán “parlant la gent s’entén” (hablando
se entiende la gente).
Al encuentro Rajoy-Puigdemont siguió el de la vicepresidenta
Soraya Sáenz de Santamaría y el vicepresidente de la Generalitat, Oriol
Junqueras, que contrariamente a lo que algunos esperaban ha tomado la vía del
diálogo y del entendimiento, “a pesar de las grandes diferencias ideológicas”
que separan a los dos ejecutivos.
No se podría hablar de deshielo si no hubiera una
continuidad en el diálogo. Y la habrá. Santamaría y Junqueras volverán a
reunirse, probablemente después de las elecciones, al tiempo que se ha abierto
otra línea de diálogo entre el ministro del Interior, el catalán Jorge
Fernández Díaz, y el conceller de Interior, Jordi Jané. Este último encuentro
se producirá siete años después de que no se reuniera la Junta de Seguridad
entre Gobierno y Generalitat.
El muro que separa
los ejecutivos de Madrid y Barcelona es tan alto que nadie espera
resultados a muy corto plazo. No los puede haber, y estos diálogos no han hecho
más que comenzar. Los dos problemas más acuciantes para la Generalitat –además
del independentismo al que no ha renunciado el ejecutivo de Barcelona—son las
finanzas y las inversiones en Catalunya.
El endeudamiento de la Generalitat es tan alto, que se ha
duplicado en los últimos cinco años, pasando de 36.000 millones a 72.000
millones de euros. El acuerdo para ralentizar la bajada del déficit a las
autonomías españolas supone un cierto respiro. Sin embargo, de modo
incomprensible La Generalitat en los últimos meses ha aumentado en 20.600
funcionarios, lo que supone un coste adicional de 1.000 millones de euros
anuales de costes fijos, sin que se prevea un aumento sustancial en la
recaudación.
La Generalitat pide la ayuda del Gobierno de Madrid para
aminorar la deuda con el fin de poder entrar a financiarse en los mercados
internacionales, los cuales consideran la deuda catalana como “bonos basura”.
Esto no es fácil sin la condonación de parte de la deuda, y las demás
autonomías –especialmente Andalucía, la Comunidad de Madrid y Valencia—están
vigilantes para que no haya un trato de favor a Catalunya. Muchos esperan que en
la nueva legislatura, mande quien mande en Madrid, habrá otro clima entre los
ejecutivos de Madrid y Barcelona.
Ahora Artur Mas se ve fuera de este nuevo clima que se
percibe, y el líder de ERC Oriol Junqueras está capitalizando esta nueva
situación. Artur Mas ya ha dicho que iría a las elecciones al Congreso si hay
lista única entre Convergència y Esquerra, pero Esquerra (partido que se ve
ganador) ya ha dicho que no. Esto pone en evidencia que fuera del poder la
soledad se hace notar.
La salida de Carme
Chacón
Otra noticia catalana es que la ex ministra de Vivienda y
Defensa, que encabezó la lista del PSC el pasado 20 de diciembre, Carme Chacón, no volverá a
presentarse. La prensa de Madrid no ha leído bien los motivos, porque solo los
enjuicia en función del PSOE, cuando en realidad la renuncia se debe más al
PSC.
Carme Chacón quiso –y no lo ha descartado a sus 45
años—liderar el PSOE en Madrid. Alfredo Pérez Rubalcaba le ganó en unas primarias. Después la diputada
socialista abandonó su escaño para irse a California a una labor docente.
Posteriormente, en unas primarias salió elegido Pedro Sánchez cuando ella ya había
perdido el tren.
Quiso recuperarse liderando la lista catalana del PSC por
Barcelona, hace cuatro años, pero levantó muchas ampollas en el partido, porque
apartó de esta lista a personas valiosas, como el ex primer secretario Pere
Navarro, ex alcalde de Terrassa, entre otras. De esto hace solo seis meses y
Chacón percibe frialdad en el PSC. Por eso no quería primarias para las
próximas elecciones del 26-J porque podría perderlas, pero la dirección de su
partido no estaba de acuerdo. Además, la “candidata” de Sánchez era y es
Meritxell Batet, mano derecha del líder socialista.
Por otro lado, Chacón tiene que purgar dos cosas: haber
sacado el peor resultado de la historia en unas generales en Barcelona, siendo
la “mimada” del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, y en segundo lugar
haber nombrado jefe de la JUJEM (Junta de Jefes de Estado Mayor, el máximo
cargo militar en España) al teniente general del Aire, José Julio Rodríguez,
quien meses después de dejar el cargo se pasó a Podemos. Ella quería un militar
“progresista”, pero le salió “chavista”. Demasiado.
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