El Carnaval o Carnavales
se celebraban ya en la antigüedad, hacia el año 5.000 antes de Cristo, en el
antiguo Egipto. Son por lo tanto unas
fiestas de origen pagano. Eran y spon fiestas de bastante desenfreno, que
en la época romana se celebraban en las fiestas de Saturno (fiestas
Saturnales), en honor al dios Baco, dios del vino, de ahí viene la palabra
“bacanal”, es decir fiestas con vino muy abundante.
Con la llegada del cristianismo, que conquistó el
Imperio Romano, el Carnaval no dejó de celebrarse y de él se tienen noticias ya desde el siglo VII
después de Cristo. El cristianismo no sofocó los carnavales, a pesar de su
origen pagano, aunque se distanció apelando que no era una fiesta de origen
religioso. Los carnavales se celebran en todos los países de tradición católica
de Europa y de América.
En Europa, los más famosos carnavales son y fueron los
de Venecia, que se distinguían por sus máscaras, que era el modo con que
los nobles se mezclaban con el pueblo sin distinciones, organizando bailes,
comparsas, cabalgatas y procesiones, dentro de un jolgorio y una algazara a
veces orgiástica. En los países latinos de Europa se enaltece una figura fea
que representa las culpas de todos, y que es el llamado Rey Carnestoltas,
palabra que viene de carnaval o carnestolendas.
En la era cristiana, estas
fiestas se colocaron el domingo anterior
al Miércoles de Ceniza, o sea inmediatamente antes de la Cuaresma, debido a
que en la Edad Media en incluso después, no se podía comer carne y se ayunaba
durante los 40 días que dura el periodo cuaresmal, hasta la Pascua de
Resurrección. Por eso los días anteriores a la cuaresma era necesario comer
toda la carne para que no se pasara: “carnes
tollere” o “carnem levare”, decían,
o sea que de ahí salen las palabras carnestolendas, carnestoltas o carnevale
(en italiano) o carnaval en español.
Fueron los navegantes españoles y portugueses los
que llevaron el carnaval a América. El carnaval se mezcló con las fiestas paganas de la población nativa y en
América Latina se celebran carnavales en todos los países con distintas
modalidades, mezclando la esencia del carnaval europeo con tradiciones
indígenas.
Donde más se celebra el Carnaval es en Brasil, donde se baila la samba, y cuya rúa atraviesa el
lugar central de las fiestas en Río de Janeiro, que es el sambódromo, por donde pasa la rúa. El sambódromo de Río es el más grande del mundo, y el carnaval ganó el
récord Guiness. También muy famosos son
los carnavales en Uruguay, Paraguay, Argentina, Costa Rica, Nicaragua, Perú y
Colombia, entre otros. El carnaval es una fiesta licenciosa, de bailes, de
bebida, de bullicio y hasta de orgía en algunas ocasiones.
¿Es bueno participar en los carnavales para los
creyentes? La Iglesia no ha
prohibido los carnavales como fiestas que son, pero al mismo tiempo la Iglesia
advierte que toda diversión tiene sus límites en la naturaleza del hombre y en
el cumplimiento de los mandamientos de la Ley de Dios. El hombre y la mujer están sujetos a la ley de Dios aún en las
diversiones (cfr. San Pablo, 1 Cor, 10, 31) las cuales son buenas si en
ellas no se ofende a Dios, con el cuerpo o con el alma.
Este año 2016, unos hechos han ensombrecido la
celebración de los carnavales. En
Venecia, por ejemplo, y en Europa en general, se han tomado fuertes medidas de
seguridad para evitar ataques del
yihadismo en plenas fiestas. En los carnavales americanos, especialmente en
los países de América Central y del Sur, se han hecho fumigaciones masivas para
evitar las picaduras del mosquito que
transmite el virus “zika” y que causa deformaciones en las mujeres
embarazadas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado de los
riesgos de las picaduras de estos mosquitos.
Un caso curioso es este
año el de Barcelona, cuya alcaldesa, Ada Colau, feminista, ha querido que en
lugar de Rey del Carnaval “Carnestoltas”, haya una Reina, llamada Belluga, que
ya existió en el siglo XVII y que sobre ella recaían los pecados de los
barceloneses.
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