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¿Caminamos hacia otra recesión económica?


La volatilidad de la economía mundial, las zozobras, los miedos de los inversores, las incertidumbres, junto con el nerviosismo de los mercados hacen presagiar que podríamos estar frente a otra recesión económica. No o decimos nosotros, sino que lo dicen las publicaciones más serias del mundo, como el Time, que dedicó la portada a este tema, el New York Times y el Wall Street Journal, o en la reciente reunión del World Economic Forum de Davos.

No es un secreto para nadie que las turbulencias económicas vengan de la bajada de los precios del petróleo y de la crisis económica China y el muy escaso crecimiento de la economía europea. Y es sabido que estas turbulencias acaban siempre afectando a las rentas más bajas y a los países más pobres.

China es un enorme país, la segunda economía mundial, que pasa de una sociedad pobre a una sociedad con una fuerte clase media y media alta que tiene muchas ganas de consumir. Pasa de ser el país que acumulaba muchas reservas en dólares, a una sociedad que debe gastar sus reservas a causa de un fuerte aumento del consumo interno y unos presupuestos expansivos como consecuencia también de ser la segunda potencia mundial. Luego, China no invierte al exterior con la alegría que lo hacía años atrás, dado que debe cuidar su mercado interior, y los beneficios de la bajada de los precios del petróleo se ven enjugados por su crisis interna, que es de crecimiento.

La bajada de los precios del petróleo beneficia sin duda a las economías europeas, pero estas están muy endeudadas y tienen graves problemas demográficos, lo que hace cada vez más difícil cubrir con sus presupuestos las políticas sociales ya recortadas por la larga crisis reciente. El problema generado por los refugiados crea al mismo tiempo problemas políticos internos tendentes al populismo, ya muy alto a causa de los recortes sociales de la reciente crisis.

La crisis del petróleo –los bajos precios del petróleo-- es sin duda la crisis de mayor importancia con la que se enfrenta el mundo. Hay un exceso de oferta de petróleo en el mercado mundial a causa de un exceso de producción.

El exceso de producción ha sido provocado en parte por dos motivos. Primero, por una decisión de los grandes productores, como los países de la OPEP (Organización de los Países Exportadores de Petróleo, al frente de la cual está el primer productor mundial, Arabia Saudí) en mantener la producción de crudo, a pesar de la falta de demanda, con el fin de mantener bajos los precios para hacer frente a la competencia. Esta competencia  viene en parte por la extracción de gas no convencional, por medio de la tecnología de fracturación hidráulica, llamada del fracking, que ha hecho que Estados Unidos haya pasado de ser un país gran importador de petróleo a estar autoabastecido e incluso ser exportador.

En segundo lugar, Arabia Saudita y los países del Golfo, enemigos como son del Irán chiita, quieren impedir un rápido enriquecimiento de este país el cual ha aumentado en un millón de barriles diario sus ventas de petróleo. Irán, un país imperial desde la antigüedad y cuarto productor de petróleo del mundo, representa una amenaza para sus vecinos, ahora que acaba de firmar los acuerdos con occidente –los Estados Unidos en la cabeza—por los que se decreta el fin del embargo y sus mercados se abren al occidente, lo que ocasiona un nuevo reequilibrio geoestratégico en el Oriente Medio.

La bajada de los precios del crudo afecta, por otro lado, a las economías de muchos países productores que viven gracias a sus exportaciones de petróleo, como es el caso de Rusia, Nigeria, Brasil, Venezuela, Ecuador, Kuwait, Irak, Méjico y la misma Arabia Saudita, entre otros. La caída de las economías de estos países es patente, especialmente los cuatro primeros.

En el caso de Arabia Saudita, en el curso del año pasado tuvo que echar mano de sus reservas (calculadas en 620.000 millones de dólares) para hacer frente a los menores ingresos procedentes del petróleo, los cuales representan el 45 por ciento de su Producto Interior Bruto. En 2015 Arabia Saudita gastó unos 100.000 millones de sus reservas, lo que indica que su capacidad de resistencia con el crudo a menos de 40 dólares tiene un límite.

¿Puede subir por tanto el precio del crudo? No parece hoy por hoy debido a que Estados Unidos no importa energía, que Irán lanza al mercado mucho más crudo y Arabia Saudí no puede arriesgarse a competir con el gas no convencional que hoy se está ensayando en todo el mundo, a pesar de las protestas de los grupos ecologistas, entre ellos Greenpeace. Los países productores deberán buscar alternativas a sus economías con mucha menor dependencia del crudo o del gas. Pero esto requiere bastante tiempo. Mientras tanto, la revolución tecnológica sigue su curso sin crear puestos de trabajo, sino más bien reduciendo su número.


Mientras tanto, los mercados de materias primas, los financieros y los de renta variable siguen volátiles, llenos de incertidumbre, a la espera, por otro lado, de las elecciones norteamericanas, que tendrán lugar en noviembre próximo. Y no es lo mismo si gana Hillary Clinton o Bernie Sanders, que si gana Donald Trump o Ted Cruz. ¿Qué política económica seguirá la primera potencia del mundo? Habrá que esperar a noviembre.

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