La entrevista programada entre el papa Francisco y Kirill I,
Patriarca Ortodoxo de Moscú y de todas las Rusias, el 12 de febrero en La
Habana, tiene una gran importancia histórica, no solo religiosa, sino también
política en términos de la paz. Es la primera vez en la historia que se
entrevistará un Papa con el Patriarca Ortodoxo de Moscú, el cual tiene una gran
influencia en la Iglesia Ortodoxa de Ucrania. El Cisma ortodoxo data del año
1054 protagonizado por Miguel Cerulario.
Las relaciones entre el Papa católico y el Patriarca de
Moscú han sido tradicionalmente tensas. No solo en tiempos del comunismo, sino
también en tiempos de los zares. La Iglesia Ortodoxa rusa ha querido ser la
única iglesia cristiana en todo el imperio ruso. El Patriarcado Ortodoxo de
Moscú ha querido así ser la Iglesia Nacional de aquel inmenso país que va desde
el Báltico, hasta el Pacífico, hasta Vladivostok. Desde la caída del comunismo
(1989), y alineándose Rusia entre los países democráticos, ésta no podía menos
que reconocer una cierta libertad religiosa en igualdad de condiciones, como
así lo pidió el papa san Juan Pablo II, para todas las religiones, incluida la
Iglesia Católica.
El Papa polaco creó una iglesia metropolitana en Moscú, de
rito latino con cuatro diócesis, a pesar de las críticas enfurecidas del
Patriarca Alexis II, que veía en ello una “competencia” de los católicos con
los ortodoxos, después de que algunos sacerdotes ortodoxos decidieran pasarse a
la comunión con Roma. Era el año 2003. En Rusia existen cerca de 1,3 millones
de católicos, la gran mayoría inmigrantes polacos, estonios, lituanos,
alemanes, ucranianos, etc., que Juan Pablo II no quiso dejar sin atención
espiritual y atender a aquellos fieles acogiéndose en el derecho fundamental de
la libertad religiosa.
Los patriarcas ortodoxos eran nombrados con el beneplácito
del Zar de turno, y en la época comunista eran nombrados directamente por el
Kremlin, no solo los patriarcas, sino todos los nombramientos religiosos, pues
nada se podía hacer al margen del Partido (PCUS). Así los patriarcas anteriores
a Kirill I, Alexis II, Pimen y Alexis I eran nombrados directamente por el
régimen comunista de la Unión Soviética, quienes incluso fueron confidentes y
agentes de la policía secreta comunista, la famosa NKVD y después la KGB, según
se ha descubierto en los archivos de la KGB.
El gran dictador Iósif Stalin, que llevó a cabo una durísima
persecución religiosa en la Unión Soviética, decretó la unificación de todas
las iglesias de rito griego o bizantino en la única Iglesia que fue la
ortodoxa, quedando eliminados los obispos y el clero católicos y requisados
todos sus templos y propiedades, que pasaron a las iglesias ortodoxas.
El actual Presidente del Departamento de Relaciones
Exteriores Eclesiásticas del Patriarcado de Moscú, el metropolita Hilarión de
Volokolams, es el metropolita de confianza del Patriarca Kirill I, y el gran
mediador para la celebración de la
entrevista entre el Papa de Roma y el Patriarca de Moscú. Hilarión fue formado,
al igual que el Patriarca Kirill I, en el seminario y la Facultad de Teología
de San Petersburgo (antes Leningrado). Así que los dos son en realidad
discípulos del que fue gran metropolita de Leningrado, Nikodim Rotov, que murió
a los pies del papa Juan Pablo I, en su primera audiencia en septiembre de 1978,
a causa de un infarto. Nikodim, aun siendo defensor de la política exterior de
Moscú y de la ortodoxia de Moscú, fue al mismo tiempo un gran defensor también
del ecumenismo, tan deseado por los papas Pablo VI, Juan Pablo II, el papa
emérito Benedicto XVI y el actual papa Francisco.
En el Vaticano, durante estos últimos años, se han ido
estrechando las relaciones con las iglesias ortodoxas fuera del Patriarcado de
Moscú, de modo particular los patriarcados de Bulgaria, Rumanía, de
Constantinopla, de Atenas, etc.
El marco
Unos hechos muy dolorosos y recientes –y que será motivo de
ser tratado entre el papa Francisco y el patriarca Kirill I en La Habana- es la
persecución violenta que sufren los cristianos en países del Oriente Medio, así
como en otros lugares de Asia, a causa de la intolerancia religiosa y de no
respetar en absoluto el derecho fundamental de toda persona a la libertad de
pensar y creer en la religión que quiera.
En cuanto al tema de Ucrania, las diferencias entre el Papa
de Roma y Kirill son importantes, ya que mientras el primero apoya al
Arzobispado Mayor de Lvov, en su defensa de una Ucrania independiente de Moscú,
el segundo sigue el criterio del Kremlin. Ambos pueden contribuir, sin embargo,
a una pacificación del conflicto ucraniano, porque tanto el Patriarca como el
Papa son partidarios de una solución negociada y pacífica del conflicto.
De esta entrevista, informan fuentes diplomáticas, no se
esperan grandes avances en el terreno del acercamiento entre la Iglesia de
Moscú y la Iglesia de Roma, pero supone un grandísimo paso hacia adelante la
voluntad de cooperación de las dos iglesias tanto en el terreno religioso como de
la paz en el mundo. La entrevista se celebra en un “terreno neutral”, en Cuba,
país comunista, ayudado hasta 1990 por la Unión Soviética y ahora por la Rusia
de Putin, y que ha abierto sus relaciones con los Estados Unidos, con la ayuda
del papa Francisco. Es obvio decir que el Patriarca de Moscú defiende la
política de Vladimir Putin en Siria y Oriente Medio, pero el Vaticano no
defiende una política anti-Putin en aquella zona.
El mismo marco de las entrevista –el aeropuerto internacional de La
Habana José Martí—pone énfasis en la distancia entre las dos iglesias.
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