“En el “procés” se puede
hacer todo menos el ridículo”. Son palabras de Artur Mas y su consejera y
biógrafa, Pilar Rahola, repetidas una y otra vez antes de las elecciones.
Echando una ojeada por el mundo, leemos la prensa internacional a la que tanto
miran los de Junts pel Sí (JxS) y han ridiculizado el proceso catalán hacia la
independencia, encallado por un grupo minoritario antisistema y
anticapitalista, la CUP, los cupaires,
que asamblea tras asamblea renuncian a investir a Artur Mas president. Ya son más
de tres meses sin gobierno.
Los amigos de Artur Mas
dicen que este se crece ante la adversidad, o sea que quienes piden la dimisión
–todos los partidos de la oposición y muchos comentaristas, entre ellos un
editorial del diario El País—están perdiendo el tiempo. Ahí tenemos a un Artur
Mas patético, enarbolando en solitario la espada de Sant Jordi, cuando ni
siquiera los suyos ven claro este acuerdo tan “generoso” con la CUP, la cual le
da una y otra vez la espalda. La CUP y JxS son electorados que no suman por ser
muy distintos.
Lo dijimos ya el primer
día: la CUP no quiere investir a Artur Mas president, y por lo tanto si se
busca la gobernabilidad de Catalunya, Artur Mas debería dejar paso a otro
candidato de JxS. Su resistencia numantina lo desprestigia, lo ridiculiza, y lo
peor de todos es que desprestigia la institución de la Generalitat y de paso a
todos los catalanes.
Artur Mas ha perdido
prácticamente todas las elecciones, en las que ha ido de más a menos. Encima,
el 20-D, en las generales, perdió la mitad de los votos. Pero no solo es esto.
Ha dividido su coalición CiU que había gobernado Catalunya por casi 30 años; ha
dividido al Partido Socialista (PSC), que le ayudó a ser President de la
Generalitat en 2010 en aras a la gobernabilidad; ha creado y fortalecido el
partido Ciudadanos, hoy el principal partido de la oposición en Catalunya que
ha pedido que por dignidad personal y política se vaya Mas; ahora divide la CUP
por la mitad, y lo que es peor, ha dividido a los catalanes con sus ínfulas independentistas.
Sabe Artur Mas que unas
nuevas elecciones le llevarían a un descalabro electoral de su formación
llamada ahora Democràcia i Llibertat y su sueño de volver a presidir la
Generalitat se desvanecería.
Esta vez, Artur Mas –no
tanto Junts pel Sí—ha removido Roma con Santiago y ha acosado a la CUP, por
Tierra, Mar y Aire –esta vez es cierto—para inclinar el voto cupaire en favor de ser presidente. Ha conseguido
que firmaran un manifiesto en favor de Artur Mas más de cien concejales de la
CUP de Catalunya (todo sea dicho eran concejales de pueblos pequeños y casi
ninguno de una gran ciudad).
También movió a los
pistoleros y ex terroristas
independentistas condenados por asesinatos, de los Maulets, Terra Lliure y Exèrcit Català, que firmaran un documento en favor de que la CUP votara a Artur Mas presidente de la Generalitat. Los ex terroristas recibieron los honores de ser entrevistados por las emisoras públicas de la Generalitat, Catalunya Ràdio y TV-3, en horas de máxima audiencia, donde recibieron el título de “patriotas” y en ningún caso fueron tratados de “terroristas o ex terroristas”.
independentistas condenados por asesinatos, de los Maulets, Terra Lliure y Exèrcit Català, que firmaran un documento en favor de que la CUP votara a Artur Mas presidente de la Generalitat. Los ex terroristas recibieron los honores de ser entrevistados por las emisoras públicas de la Generalitat, Catalunya Ràdio y TV-3, en horas de máxima audiencia, donde recibieron el título de “patriotas” y en ningún caso fueron tratados de “terroristas o ex terroristas”.
El “ejército” de Artur
Mas, su gente, ha pisado todo el territorio catalán, municipio a municipio para
encontrar y convencer a los cupaires
que hubiera que votaran a Mas. Y si ni aun así la extraña asamblea de la CUP no
le ha dado el voto favorable, sino que ha empatado, entonces ¿qué más queda por
hacer? En las redes sociales y en la calle se califica a los políticos independentistas
de “¡pallassos!” (payasos).
¿Y ahora qué? Habrá que
esperar qué dicen los órganos directivos de la CUP, que también están
divididos, el próximo día 3, a falta solo de seis días para expirar el plazo de
formación de gobierno de la Generalitat, pues si no, hay convocar nuevas elecciones.
Salga lo que salga, el
desprestigio interno e internacional está ya ganado a pulso. Salga lo que
salga, el proceso hacia la independencia está tocado de muerte: si sale Mas
elegido, será tan débil que no podrá hacer cambios importantes. Además, tanto
CUP como Esquerra están talonados por Podemos, que aquí se llaman “En Comú, Podem”, apadrinado por la alcaldesa de Barcelona, Ada
Colau. Esta formación ganó las elecciones en Catalunya en los comicios
generales del día 20 de diciembre. Y todos se han puesto a temblar. El sainete
todavía continuará.
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