La
campaña para las elecciones generales españolas del domingo acabó con sabor
agridulce. Las encuestas han jugado una baza importante y se veía el
nerviosismo en los mensajes de los candidatos cuando bajaban en las encuestas.
Si dos
hechos van a quedar de esta campaña estos serán: la bronca entre Pedro Sánchez
y Mariano Rajoy, en un cara a cara para olvidar, y el puñetazo a Rajoy en
Galicia, su tierra, por parte de un joven menor de edad. Las marrullerías y el
insulto de Pedro Sánchez en el debate, ante el pasivismo total del moderador
(“un hombre que pasaba por allí”, han calificado a Manuel Campo Vidal) no han
favorecido el clima de “fair play”
que debería tener toda contienda electoral. El domingo sabremos cómo han
influido estos hechos en la voluntad de los electores.
El
PSOE, que se ha presentado como partido de alternativa al gobierno del PP, ha
hecho una campaña de los años 80, de hace 30 años: “Hay que echar a Rajoy de la
Moncloa”. Esto no es hoy ya una propuesta electoral. Por eso, no se espera un
buen resultado para Sánchez. Por el contrario el PP ha mantenido las espadas en
alto y no ha bajado la guardia, siguiendo un modelo de campaña lineal
explicando lo hecho y lo que va a hacer.
Ciudadanos
de Albert Rivera empezó con fuerza, y luego se ha ido eclipsando. Se le ha
notado a este partido su falta de musculatura organizativa, por ser un partido
nuevo, de ahí que le ha sobrado tiempo de campaña y ha agotado pronto sus
mensajes. De todas formas será un partido triunfador, pues pasará de la nada a
tener varias decenas de diputados.
Lo
mismo que Podemos y sus marcas blancas, como “En Comú Podem” en Catalunya, también vivirá de la novedad pasando
de la nada a tener varias decenas de diputados. Puede ser la segunda fuerza, la
tercera o la cuarta. Las diferencias entre el PSOE, Ciudadanos y Podemos no
están muy alejadas entre sí. Podemos ha hecho una buena campaña.
¿Y el
soberanismo? Dos cosas: primero, el soberanismo no tiene históricamente mucho
interés en las elecciones a las Cortes, y, transformado en independentismo, sabe
perfectamente que no podrá pactar ninguna independencia desde Madrid. Dividido
de nuevo el soberanismo de Junts pel Sí
en dos formaciones, Esquerra Republicana y Democràcia i Llibertat (ex CDC),
tiene el problema de recuperar a los dos millones que votaron independencia en
las autonómicas del 27-S, porque hay un amplio desencanto por la insistencia de
querer pactar con la CUP y por la falta de entendimiento. Esquerra Republicana
no parece que hayan acertado con su candidato Gabriel Rufián, que parece un
autómata cuando habla del programa de ERC, y lanza los calificativos de
“fascista” sin reparo, repartiendo carnet de demócrata a sus oponentes. Triste
figura.
Durante
la campaña electoral, las dos formaciones soberanistas alimentaban continuos
mensajes de un posible pacto con la CUP para investir a Artur Mas antes de las
elecciones, pues necesitaban un pacto antes de las elecciones para movilizar a
su electorado. El pacto no podía ser
antes de la asamblea de la CUP en Esparraguera del día 27 próximo. Sin embargo,
todos los días se alimentaba esta posibilidad desde los medios afines.
Finalmente
¿Duran Lleida tendrá representación? Habrá que esperar a los resultados. Hay
que decir que Unió Democràtica es el único partido que tiene ideas claras de
defensa de la familia y de la escuela.
En
resumen, las preguntas que hoy se hacen los analistas son: ¿Tendrá el PP votos
suficientes para impedir un gobierno de izquierdas en Madrid? ¿Tendrá Pedro
Sánchez los votos suficientes para continuar al frente del PSOE? ¿Con quién y
cómo pactará Ciudadanos? Y ¿Podrá gobernar Podemos con el PSOE? La respuesta el
domingo por la noche.
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