Hoy
la fiesta de san Juan Pablo II tiene un especial significado, pues se celebra a pocas semanas del inicio del Año Santo de la
Misericordia, convocado por el papa Francisco. Este Año Jubilar comenzará el 8
de diciembre próximo, fiesta de la Inmaculada Concepción y terminará el 20 de
noviembre del año 2016.
Juan
Pablo II fue el Papa que instituyó la Fiesta de la Divina Misericordia, para el domingo siguiente al de la Pascua de Pentecostés. Fue el
Papa que impulsó, a veces con coraje y fuerza, la devoción a la Misericordia de
Dios. Esta fue iniciada por una
religiosa de la diócesis de Cracovia, que falleció santamente el 1938 a los
34 años, santa María Faustina Kowalska,
quien reveló sus apariciones de Jesús
Misericordioso y escribió los mensajes que había recibido en ellas, así
como las imágenes que vio personalmente y que han inspirado la imaginería de
Jesús Misericordioso.
Fue
el papa Juan Pablo II quien beatificó (1992) y canonizó (2000) a la religiosa
polaca. La devoción del Papa polaco a la Divina
Misericordia venía de lejos, fruto también de su devoción particular. Así, su segunda encíclica como Papa fue sobre la
Misericordia Divina (Dives in
Misericordia, 1980) en la que, siguiendo el relato de la parábola del
Hijos Pródigo, trazó los rasgos de la Misericordia de Dios, de un Dios que
perdona, por grandes que hayan sido los pecados de los hombres (Dives in misericordia, n. 3). El perdón
viene de la misericordia, y la misericordia brota del amor, como enseñó Jesús
en su predicación, recuerda el Papa santo.
Precisamente, el san Juan Pablo II pudo
experimentar directa y personalmente el perdón cuando fue objeto de un atentado que casi le costó la vida, por parte
del joven turco Mahmed Ali Agca. Desde el primer día –según se desprende de
L’Osservatore Romano en esa fecha—el
Papa lo perdonó, pero luego se lo dijo personalmente en la cárcel de Roma donde
estaba recluido el joven.
"La humanidad no conseguirá la paz
hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia" (Diario, 300),
dijo santa Faustina Kowalska. Muy poco después de la canonización de santa
Faustina Kowalska, en mayo del año 2000 el Papa Juan Pablo II instituyó la
festividad de la Divina Misericordia, contra el parecer de teólogos y
liturgistas que no lo veían claro.
Hoy,
en la fiesta de san Juan Pablo II, aquel Papa
venido “de lejos” (da lontano, como
dijo) a Roma es justo recordar su
impulso a la piedad y a la teología de la Divina Misericordia, de la que es un
gran continuador el papa Francisco.
No deja de ser sorprendente, que precisamente el año próximo 2016 se celebre la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Cracovia, diócesis en la que
falleció santa Maria Faustina y que
rigió el Papa santo, antes de ser elegido para la sede de Pedro. Y el lema
de la próxima JMJ es: “Bienaventurados
los Misericordiosos”, como estableció el papa Francisco. Esta peregrinación
de la Juventud mundial a la tierra que albergó las apariciones de la Divina
Misericordia, y a la tierra donde nació y vivió el Papa polaco, es todo un
signo y uno de los grandes hitos del próximo Año Jubilar de la Misericordia.
Dicho
en otras palabras, se ve cómo han intercedido san Juan Pablo II y santa María
Faustina para que la Iglesia, a cuyo frente está
el papa Francisco, también gran impulsor de la Misericordia Divina. Esta Misericordia
indica “la primacía y la superioridad del amor sobre la justicia” (Dives in Misericordia, n. 4), pues Dios
es amor y es un “Dios de ternura y de gracia, lento en la ira y rico en misericordia y fidelidad”, como se
manifestó a Moisés (Éxodo, 34, 6).
Muchos polacos hoy se encomiendan a sus
dos grandes intercesores santos en favor de la Jornada Mundial de la Juventud y
del desarrollo del Año Santo de la Misericordia. La Virgen María, Madre de Misericordia como se reza en la Salve, intercederá también
por el Año Santo y la JMJ de Cracovia, más cuando dos papas, san Juan Pablo
II y el papa Francisco han hecho gala de su profunda devoción mariana.
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