El próximo domingo día 4 de octubre empieza la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de
Obispos, donde 250 “padres sinodales” analizarán el tema «Vocación y misión de
la familia en la Iglesia y en el mundo». El ponente del Sínodo, es el cardenal Péter ERDŐ, Arzobispo de Esztergom-Budapest
(Hungría), presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas.
Este Sínodo, continuación del Sínodo Extraordinario
que sobre el mismo tema se celebró el año pasado, ha sido precedido por una muy
amplia catequesis semanal del Papa Francisco, quien desde diciembre de 2014
hasta el pasado 16 de septiembre ha abordado distintos aspectos que afectan hoy
a las familias, tanto cristianas como no cristianas en todo el mundo.
Esta amplia catequesis ha sido recopilada en un libro del
Papa Francisco titulado “La
catequesis sobre la familia”. El Papa no ha querido adelantarse
al Sínodo, sino que ha recorrido el
camino de la llamada “sinodalidad”, junto con toda la Iglesia en la oración
y el trabajo, pues todas las diócesis estaban llamadas a este camino sinodal.
Las propuestas de las conferencias episcopales
a la XIV Asamblea del Sínodo han sido recogidas en un documento elaborado por
la Secretaría General del Sínodo, llamado “Instrumentum
Laboris”, que servirá de base en las
discusiones entre los padres sinodales, y al que nos referiremos en el próximo
artículo.
De
entrada nos preguntamos qué es un Sínodo. Es un instrumento creado por el
Concilio (decreto Christus Dominus,
n. 5) para que el Papa y los obispos de
todos el mundo puedan vivir la colegialidad, el trato fraterno y abordar
aquellos temas que son más urgentes en la vida de la Iglesia y del mundo. El Sínodo, es una asamblea “consultiva”,
es decir que está al servicio del Papa, salvo que este quiera que fuera una asamblea
“deliberativa”, pero este no es el caso de este Sínodo.
En
palabras del mismo Papa Francisco: “Debemos
saber que el Sínodo no es un parlamento, viene el representante de esta
Iglesia, de esta Iglesia, de aquella… No, no es esto. Viene el representante,
sí, pero la estructura no es parlamentaria”, sino que los obispos se ponen a
disposición del Espíritu Santo. Por lo tanto, no hay un “enfrentamiento” entre grupos de obispos, sino una “confrontación” de ideas y
planteamientos.
En el Sínodo anterior, el del año pasado, dice el Papa Francisco,
“ninguna intervención puso en duda las
verdades fundamentales del Sacramento del Matrimonio, es decir:
indisolubilidad, unidad, fidelidad y apertura a la vida” y todo él se
desarrolló con mucha libertad, pero “cum
Petro y sub Petro”, es decir con el Papa y bajo la autoridad del Papa como garantía de “libertad y de la ortodoxia”.
Sobre
las bases del Sínodo anterior empieza el Sínodo del domingo sobre la familia. ¿Qué ha dicho el Papa a lo largo de toda
esa catequesis de nueve meses? Han sido unas catequesis en las que ha
abordado el matrimonio y la familia desde el punto de vista pastoral. El papa
en todo momento ha pedido oraciones, y ha
fundamentado la familia en la oración y en la ayuda de la gracia.
Destacamos
10 puntos principales:
1.-
El matrimonio y la familia.- En todo el
mundo, la institución más apreciada de la humanidad es la familia. Sin
embargo, los jóvenes tienen miedo a crear una familia, aumentan las
separaciones y los divorcios, siendo los hijos las primeras víctimas. Conviene
fortalecer el matrimonio y preparar mejor al matrimonio.
2.- Los hijos.- Conviene fomentar más la
atención de los padres para con sus hijos, de modo que la organización del
trabajo debe adecuarse al servicio de la familia para que los padres dediquen
tiempo a los hijos. Los padres son los
primeros y principales educadores de los hijos. ¿Cometen errores? Claro, pero lo compensan con el afecto. Nunca
sustituirán a los padres la escuela, el gimnasio, el municipio, ni los poderes
públicos.
3.-
El noviazgo.- La alianza de amor
entre el hombre y la mujer no se hace de un día para el otro, requiere tiempo,
que se conozcan bien antes de entregarse el uno al otro para siempre. No existe
el “matrimonio express”. La Iglesia, en su sabiduría, custodia la
distinción entre ser novios y ser esposos —no es lo mismo— Cuando se llega
a la unión de los cuerpos antes del matrimonio puede conllevar alguna herida duradera.
4.-
Abuelos.- La sociedad tiende a “descartar” a los viejos, “pero el Señor no”.
También la ancianidad contiene una gracia y una misión: la ancianidad es una
vocación. Es importante para los más jóvenes la fidelidad que han tenido los
abuelos en su matrimonio, a pesar de las dificultades.
5.- Los niños.- Los niños son un “gran
don” para la humanidad, “pero también son los grandes excluidos porque ni siquiera se les deja nacer”.
Se puede juzgar una sociedad por el modo con que trata a los niños. “Los niños
—en su sencillez interior— llevan consigo la capacidad de recibir y dar
ternura. Ternura es tener un corazón “de carne” y no “de piedra”, como dice la
Biblia (cf. Ez 36, 26)”.
6.- Los hermanos.- El vínculo de fraternidad que se forma en la familia entre los
hijos, si se da en un clima de educación abierto a los demás, es la gran
escuela de libertad y de paz. En la familia, entre hermanos se aprende la
convivencia humana, cómo se debe convivir en sociedad. “Es precisamente la familia la que introduce la fraternidad en el
mundo”.
7.- La pobreza.- Todos conocemos a alguien que dice: Papá está sin trabajo, mamá
no tiene trabajo. La falta o la pérdida del trabajo, o su gran precariedad,
inciden con fuerza en la vida familiar, poniendo
a dura prueba las relaciones. La miseria social golpea a la familia y en
algunas ocasiones la destruye. Luchar contra la pobreza.
8.- La enfermedad.- La debilidad y el sufrimiento de nuestros afectos más queridos
y más sagrados, pueden ser, para nuestros hijos y nuestros nietos, una escuela
de vida —es importante educar a los hijos, los nietos, en la comprensión de
esta cercanía en la enfermedad en la familia— y llegan a serlo cuando los momentos de la enfermedad van acompañados
por la oración y el afecto.
9.- Luto.- Todas las familias experimentan el luto, la muerte de uno de sus
miembros. El amor nos custodiará hasta el día en que cada lágrima será
enjugada, cuando «ya no habrá muerte, ni
duelo, ni llanto, ni dolor» (Ap 21, 4). Si nos dejamos sostener por esta
fe, la experiencia del luto puede generar una solidaridad de los vínculos
familiares más fuerte, una nueva apertura al dolor de las demás familias, una
nueva fraternidad con las familias que nacen y renacen en la esperanza.
10.- El perdón.- El perdón ha de estar presente siempre en la familia, entre los
esposos, entre los hermanos, entre los padres y los hijos. Puede ser que “vuelen los platos” entre los esposos, pero al final
del día deben hacer las paces, deben perdonarse. El perdón es el reflejo de
la misericordia de Dios.
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