Mañana comienza la campaña electoral catalana con una seria
polémica: la retransmisión por TV3 de las manifestaciones de la Diada –el primer
día de campaña--- y que son convocadas por Junts pel Sí y la CUP, es decir por
las fuerzas independentistas, sin que intervengan las formaciones políticas no
independentistas: PSC, Ciutadans, Unió Democrática, Catalunya Sí que es Pot
(Iniciativa y Podemos) y PP.
Es decir que cinco de las siete formaciones
políticas con representación parlamentaria que concurren en las elecciones del
27-S acusan de parcialidad a TV3, si no les concede un análogo espacio
televisivo para compensar la cantidad de horas dedicadas a una transmisión claramente
independentista a la que participan solo dos de las siete formaciones
políticas, y en plena campaña electoral. Estas cinco formaciones políticas
desconfían de la imparcialidad de los medios de comunicación públicos de
Catalunya, especialmente de TV3 y Catalunya Ràdio. Los candidatos lo han dicho
en público y en privado: no se fían. Veremos cómo se desarrollará.
El objetivo de la candidatura independentista Junts
pel Sí es alcanzar la mayoría absoluta, la cual hoy, al inicio de la campaña, esta
mayoría no está clara, según las encuestas conocidas hasta ahora. Esta
formación, que tiene como base CDC y ERC, más las organizaciones
independentistas y los grupos y partidos escindidos de los partidos no
independentistas (Unió Democràtica, PSC e ICV), de no sacar mayoría absoluta
(68 diputados) sería un gran fracaso, pues ya hoy, solo CiU y ERC suman 72
diputados sobre 135 que tiene la cámara catalana.
La oposición afirma que para tomar una decisión
importante, como el nombramiento del Síndic de Greuges (Defensor del Pueblo),
se necesita los dos tercios de la cámara, o sea 90 diputados. ¿Cómo es posible
declarar la independencia con solo la mitad más uno de los diputados?
Si Junts pel Sí tiene que gobernar con apoyo de la
CUP, una formación asamblearia, anticapitalista, antieuropea, y anti muchas
cosas, será complicado aprobar unos presupuestos de la Generalitat para el
2016, que están a la vuelta de la esquina. Y si el nuevo gobierno se dedica a
formar “estructuras de Estado” con la CUP, también habrá problemas, porque el
Estado que quieren los de Junts pel Sí, poco tiene que ver con el de la CUP.
Por otro lado, han entrado en campaña todas las
fuerzas políticas, sociales (empresarios y trabajadores), mediáticas y culturales
del resto de España, en contra de la independencia. El listón lo ha superado la
salida de tono del ministro de Defensa, Pedro Morenés, que no es la primera vez
que se sale de tono, pero no es él quien manda en las Fuerzas Armadas, sino el
presidente del Gobierno y el Rey. Los independentistas afirman que el argumento
del Estado es discurso del miedo a los catalanes para que no se separen: miedo
a la economía, a las pensiones, al endeudamiento catalán, al aislamiento
internacional de Catalunya (fuera de Europa y del euro), etc.
Todas las fuerzas del Estado apuestan por respetar
la legalidad vigente con promesas de reformas futuras hasta después de las
elecciones catalanas y españolas. El rey Felipe VI no se pronuncia, pero no hace falta,
pues ha jurado “respetar” y acatar la Constitución y las leyes del Estado, y de
ahí no se apea.
Tanto Junts pel Sí como la CUP, las dos fuerzas
independentistas, han dicho que quieren crear el Estado catalán en 18 meses, o
sea llevar a cabo la “desconexión” con España, lo que comporta saltarse la
legalidad vigente y llegar a la llamada DUI (Declaración Unilateral de la
Independencia). ¿Con solo una exigua mayoría parlamentaria? Veremos. Tras el
27-S se contarán los votos y se interpretarán, y habrá que formar gobierno, lo
que no se prevé fácil.
Es decir, en el terreno civil existe un claro
enfrentamiento entre las autoridades catalanas y españolas de solución
incierta. Hay muchos catalanes –se calcula que la mitad, aunque ya se verá después--
que sufren por esta situación a la que no han querido llegar, pero no tienen
voz más allá de los cinco partidos o formaciones no independentistas que se
presentan a las elecciones. Ya han empezado a salir “terceras vías” y
declaraciones de “catalanismo” del líder socialista, Pedro Sánchez. Ahora Felipe González se ha desmentido a sí mismo, diciendo que no dijo que quiere que Catalunya se le reconozca como nación. (¿Se aclarará el señor González?).
De momento, la suerte está echada y el pueblo catalán tiene una percepción mayoritaria de que la economía hoy no les va bien, a pesar de las mejoras anunciadas a bombo y platillo por el gobierno central. Los datos económicos mejoran, pero el ciudadano medio no percibe mejora, en un porcentaje superior al 60 por ciento. En dos semanas habrá un pronunciamiento ante las urnas, que tendrá mucho que decir sobre el futuro de Catalunya... y de España.
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