
En el Mensaje de Fin de Año el presidente de la Generalitat, Artur Mas, afirmó que “lo que más teme el Estado” es la unidad de los soberanistas. Es decir que el enemigo principal del actual gobierno catalán es el Estado. Ya lo dijo hace unos meses antes de la consulta del 9-N: la unidad es fundamental, pues “no nos confundamos de enemigo; el enemigo es el Estado”. Y lo ha dicho en otras ocasiones. O sea que no es Rajoy, ni el PP, ni tampoco el PSOE o Podemos, sino el Estado.
![]() |
El fracaso de Homs en política exterior |
Mientras
tanto, su formación política (CiU) participa en todas las instituciones de este
Estado supuestamente enemigo: desde el Tribunal Constitucional, hasta el
Consejo General del Poder Judicial (al menos hasta hace unas semanas al dimitir
su representante por llevar dinero de Andorra a España), las Cortes Generales,
el Tribunal de Cuentas... Por otro lado, Catalunya es la comunidad más endeudada (64.000 millones de euros) y el
ministro de Hacienda acaba de regalarle los intereses de la deuda (unos 1.800
millones), ante las críticas de comunidades como Madrid y Navarra.
La
parte importante del Mensaje de Fin de Año iba dirigido no a “todos los
catalanes”, sino a los “soberanistas”, y sobre todo a los votantes de Esquerra
Republicana, pidiéndoles unidad ante las ddesavenencias con Esquerra sobre la
celebración de las elecciones anticipadas (Junqueras ha dado un ultimátum hasta
mitad de enero). Fue un Mensaje dirigido a los soberanistas lo que empequeñece
Catalunya, con lo que una vez más el president Mas se olvida de la gran masa de
los que no quieren la independencia. ¿Qué pasa con esos? No existen, son
ninguneados. Ellos se sienten excluidos e ignorados por el gobierno que debería
ser de todos, lo cual irrita y radicaliza a los que no son soberanistas (lo
dicen las encuestas).
Sin
embargo, viene a Barcelona el rey Felipe VI y Artur Mas se transforma: todo son
sonrisas y parabienes. ¿Por qué hace esto? Porque en el fondo no quiere romper
con la última institución de este estado: el Rey, la Jefatura del Estado. Mas
piensa que si no es posible la secesión total y crear una República catalana,
al menos podría crear un Estado Catalán amparado por la Monarquía sin ninguna
dependencia de las otras instituciones del Estado español. Para entendernos,
Catalunya formaría parte de la Corona española, pero no del Estado español,
como si fuera una ex colonia, como la Commonwealth británica. Es un as en la
manga. Y el Rey, como su padre, se deja querer.
Ahora
ha terminado el año 2014, el del tercer centenario de la derrota frente al
primer Borbón, Felipe V, y Catalunya no es independiente como muchos
prometían, y además el independentismo
no aumenta sino que disminuye (ver las encuestas del CEO). Por eso quieren los
independentistas las elecciones “ya”, porque el tiempo enfría las pasiones y la
economía se va entonando. Y es más, el malestar por la crisis se lo lleva en
buena parte Podemos (Podem), cuyos simpatizantes ven que lo del soberanismo se
ha transformado en una lucha por el poder entre dos clanes: el de Mas y el de
Junqueras, y ambos son y han sido “casta”.
En el
año que ha finalizado, hay un dato a destacar. El conseller y portavoz del
Gobierno, encargado también de la “política exterior”, Francesc Homs, ha
cosechado dos fracasos rotundos: no han aumentado los independentistas en
Catalunya, a pesare de la inmensa propaganda desplegada, y este Principado está
hoy más aislado del mundo que en la época de Jordi Pujol. Sus intervenciones
casi diarias, jugando a ser cínico –que no lo es—con punzantes ironías contra
el gobierno de Madrid y contra el Estado, no han dado resultado, aunque ha
dispuesto de un presupuesto multimillonario, con más embajadas, declaraciones
de Artur Mas en todos los diarios de mayor alcance internacional, viajes, promoción
hacia los catalanes del exterior, exposiciones, congresos, simposios, medios de comunicación,
películas, congresos, etc.). Nunca se había dispuesto de tanto presupuesto.
El conseller Francesc Homs tiene el apoyo total de Artur Mas. Pero su aparato de “agitación y propaganda” –como llaman los partidos comunistas a su secretaría de comunicación—ha fracasado en sus objetivos.
Comentarios
Publicar un comentario