La irrupción de Podemos (Podem) en Catalunya, con el multitudinario
mitin de Pablo Iglesias en Barcelona, ha creado tensiones y fuerte rechazo en
el mundo independentista. El rápido crecimiento del independentismo tiene que
ver, en parte, a las clases medias y bajas que sufren las consecuencias de la
crisis económica y los recortes por parte del gobierno de Madrid. Fue el mitin
dado en el pabellón de la Vall d’Hebron de Barcelona, repleto de simpatizantes
que llenaban también el exterior.
Podem(os)
ha venido a poner una pica en el escenariol político catalán y ha roto el
equilibrio del soberanismo. Las tertulias y comentarios en los medios oficiales y
oficiosos –la gran mayoría-- han dicho: “son lerrouxistas”, “Iglesias no quiere
el dret a decidir”, “quiere estar en España”, Podem(os) es el “caballo de Troya
del proceso soberanista”. En definitiva, “no es de los nuestros” y “está contra
nosotros”. Es evidente que los votantes de CiU, que han conformado el centro
político y social de Catalunya en las últimas cuatro décadas, están casi en las
antípodas ideológicas de Podem(os). Estos no cuentan entre los futuros votos de
Podem(os). El partido de Iglesias en versión catalana (liderado por Ada Colau
al frente de “Guanyem”, ganamos, que ya era la marca blanca de Podemos para las
elecciones municipales en Barcelona) ha roto el monopolio que el
independentismo tenía sobre el centro-izquierda y la izquierda catalanes.
¿Por
qué los llaman lerrouxistas? Porque, dicen, las proclamas de Pablo Iglesias se
parecen a las que hacía el republicano Alejandro Lerroux, un inmigrado cordobés
que arrastró a las masas obreras de
Barcelona y alrededores. Fue un populista, un anticlerical, un antimilitarista
y sobre todo contrario al catalanismo de entonces. Tuvo mucho éxito y le
llamaron “el Emperador del Paralelo”, barrio barcelonés popular conocido por
destacar en la diversión nocturna.
Está claro que el independentismo
tiene ahora un contrincante en la izquierda que no era esperado, pues creían
que la izquierda, gracias al apoyo de CUP e ICV, era claramente soberanista.
Ahora, el soberanismo oficial ya es “casta” para Podemos, pues son los que han
gobernado Catalunya en los últimos 36 años, además que de CiU y del PSC.
Mal le sienta a Joan Herrera,
líder de ICV, a Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana, y a Miquel
Iceta, líder del PSC, la presencia de Podem(os) porque les van a quitar
muchos votos. Los socialistas y Esquerra gobiernan en casi todos los
ayuntamientos desde la transición hasta hoy, y también han gobernado la
Generalitat, en los dos gobiernos del tripartito de izquierdas que duraron
siete años. El PSC se encuentra hundido por su política indecisa sobre el
soberanismo. ICV ha llevado también una política errática dentro del
soberanismo aun sin ser independentista (quiere una España confederal), Su
nacionalismo procede del partido comunista PSUC. Podem conseguiría también
votos —según los analistas-- procedentes de Esquerra Republicana, pues
Podem antepone la política que llama social de izquierdas y la creación de un
nuevo estado español, al dret a decidir. Esto lo ha intuido Oriol Junqueras
(ERC), quien quiere un Estado independiente para Catalunya pero sin perpetuar
al pujolismo, y haciendo hincapié en políticas de izquierdas. De momento aquí
solo dos fuerzas suben como la espuma: Podem(os) y Ciutadans, de Albert Rivera,
estos en una posición muy españolista, los dos partidos que nada tienen que ver
con el establishment político.
El abrazo de Artur Mas y David
Fernández, líder de la CUP, el día de la consulta (el 9-N), situó a ojos de
muchos a Fernández en el sistema. Y así Pablo Iglesias pudo decir en su
discurso en Barcelona: “Yo no me abrazo ni con Artur Mas ni con Rajoy”.
Las paradojas de la política y de
lo que está pasando en este arco iris de partidos en Catalunya ha hecho que Podem(os)
sea “bien visto” por la derecha dura no oficial al comprobar que rompe a la
izquierda independentista, siguiendo aquello de que “España antes roja que
rota”, porque si es “roja” España no se romperá.
El error de los independentistas
es pensar que los problemas de los ciudadanos se resuelven con proclamar la
independencia, sin presentar en un modelo político-ideológico para el después.
Los problemas de la gente no se resuelven teniendo un Estado, sino en el
acierto de los que gobiernen este Estado.
Por otro lado, las encuestas del
CEO (Centro de Estadístiques de Catalunya) no encajan según el analista José Barros,
pues si en marzo de 2014 el CEO daba el 60 por ciento de los votos al
independentismo, en la última encuesta de diciembre solo el 36 por 100 eran
independentistas y en la pseudo-consulta del 9 de noviembre este independentismo
no superaba el 30 por ciento del censo. ¿Por qué? Según Barros porque los
encuestados votantes de Esquerra Republicana estaban “superrepresentados”.
De todas maneras ahora los soberanistas ven que aplazar las elecciones sería cada vez peor porque el soberanismo se está deshinchando ante la opinión pública. ¿Habrá elecciones anticipadas?
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