John F. Coverdale es un historiador y profesor de la
Universidad Seton Hall, New Jersey (USA). Acaba de publicar un libro biográfico
sobre Álvaro del Portillo, sucesor de san Josemaría Escrivá de Balaguer, con
motivo de su beatificación el próximo día 27 de septiembre, en Madrid. Coverdale
vivió varios años en Roma junto a Álvaro del Portillo y ha escrito varios
libros sobre la historia de la Prelatura. El título del libro es ”Saxum” (del latín, roca), y como
subtítulo “Vida de Álvaro del Portillo” (Ediciones Palabra, 2014). Es un libro de
lectura fácil y rigor histórico, tal vez más orientado al público
norteamericano.
Aunque Coverdale
es historiador, su libro no es una biografía llena de citas históricas, sino una
narración de la vida de un santo que vivió 40 años al lado del fundador del
Opus Dei, san Josemaría Escrivá, y del que fue fiel sucesor y continuador de su
obra. El libro cuenta aspectos de la vida de Álvaro del Portillo que no suelen
estar en otras biografías. John F. Coverdale conoció y convivió con Álvaro del
Portillo en la sede central del Opus Dei en Roma. “Doy gracias a Dios –dice el
autor—de haber conocido a don Álvaro y me gustaría que muchos otros también le
conozcan”.
En su
libro narra, entre otras muchas cosas, las relaciones del que fue Sustituto de
la Secretaría de Estado, el arzobispo y posterior cardenal Giovanni Benelli, “figura
muy influyente en el Vaticano”. Mons. Benelli había sido ayudante del Nuncio en
España, entre 1962 y 1965. Un día este prelado se entrevistó con san Josemaría para
pedirle, dice Coverdale, que “convenciera a los pocos miembros del Opus Dei que
formaban parte del gobierno de Franco para que dimitieran de sus puestos”.
Josemaría Escrivá, que defendió
siempre la libertad de sus hijos en materia
política, se opuso a ello, pues consideró que solo deberían dimitir si la
jerarquía de la Iglesia Católica competente pidiera a “todos” los católicos que
dejaran de colaborar con el régimen de Franco. La libertad de los fieles del
Opus Dei en materia política y profesional es una columna central del espíritu
del Opus Dei. Benelli “no se lo tomó bien” y no entendió que la posición del
fundador no fue nunca defender al régimen de Franco, sino la de defender la
libertad de la que gozaban los miembros del Opus Dei en materia política. La
relación entre el arzobispo Goivanni Benelli y Mons. Escrivá “se enfrió”. Había
muchos católicos que colaboraban con el régimen franquista.
La
actitud de mons. Benelli “hacia el Opus Dei en los años sesenta era cualquier
cosa menos positiva”, afirma John Coverdale, y por eso se demoró la
presentación de la amplia documentación
del Opus Dei a la Santa Sede para que fuera aprobada su estructura jurídica
como prelatura personal. En este tiempo, que va desde la celebración del
Congreso General Especial de 1969 hasta 1975, san Josemaría y don Álvaro llenaron de muchas
horas de oración y de muchos rosarios los caminos que llevaban a los
principales santuarios de la Virgen por Europa y América. Don Álvaro también acompañó a san Josemaría
en una larga serie de viajes catequéticos por Europa y América a principio de
los años setenta.
Después del fallecimiento de san
Josemaría en 1975, las relaciones entre Álvaro del Portillo y Giovanni Benelli
fueron muy cordiales y más cuando este fue nombrado arzobispo de Florencia y
cardenal, hasta el punto que pidió por escrito la beatificación de san
Josemaría. John Coverdale afirma que “desde el principio”, don Álvaro trató a
Mons. Benelli “no solo con un profundo respeto, sino con un sincero afecto, lo
cual podría explicar su cambio de actitud”. “El futuro cardenal, dice el autor, llegaría a tener gran confianza en don Álvaro, y buscaría frecuentemente su
consejo y su ayuda desde que fue nombrado arzobispo de Florencia. El cardenal Benelli fue además uno de los
cardenales “papables” en el Consistorio para la elección de Papa, que eligió
finalmente al cardenal Karol Wojtyla.
Don
Álvaro no era solamente aquel bondadoso e inteligente sacerdote comprensivo,
que daba paz y alegría, y mucha cordialidad, a quienes lo frecuentaban, sino
que al cardenal Tedeschini, “le impresionaba mucho la fortaleza que manifestaba
Don Álvaro: ‘Cuando se trata de defender a la Iglesia o a la Obra –comentaba--
lo hace con la fuerza de un león’ “.
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