Son muchos los catalanes que se preguntan
–y me preguntan como periodista-- ¿qué va a pasar después? Y yo a su vez
pregunto ¿después de qué? “¡De la independencia, claro!”, dicen unos. Vamos a
tratar de dar una respuesta sucinta. No hay que confundir a los partidarios del
referéndum o consulta por el “dret a
decidir” (CiU, ERC, ICV y CUP) con los independentistas (CDC y ERC).
De entrada,
el Parlament de Catalunya hoy no tiene una mayoría independentista. De
Convergència i Unió solo son independentistas los de Convergència Democràtica (36
diputados) que van con la bandera “estelada” -con fondo azul y amarillo- por todas
partes. Los de Unió de Duran Lleida (14 diputados) no lo son. A los de CDC, el
partido de los Pujol y Artur Mas, hay que sumar los de Esquerra Republicana
(ERC) de Oriol Junqueras (21) y los de la CUP (3 escaños), los abertzales estos
últimos en versión catalana pero sin presos: son asamblearios y quieren unir a
todos los “Països Catalans”.
Los diputados
(13) de Iniciativa per Catalunya (ICV), la franquicia de Izquierda Unida, no
son favorables a la independencia, y prefieren una especie de confederalismo
“sui géneris”. Son contrarios a la independencia los 20 diputados socialistas, los 19 del PP y los
9 de Ciutadans.
Echando
sumas, si se pusiera a votación en el Parlament la independencia el resultado sería:
57 diputados a favor (CDC y ERC). No está claro si la CUP (3 diputados) votaría la independencia “sólo” de Catalunya,
pero si los sumamos llegarían a 60. El resto de los diputados no
independentistas sumarían un total de 75. La mayoría absoluta de los 135
escaños es 68.
En el
caso de una Catalunya independiente los problemas vendrían del entendimiento
entre los grupos independentistas para gobernar o simplemente redactar una
Constitución, como norma fundamental que regula la convivencia de los
ciudadanos. Es fácil ver que los distintos grupos que apoyan hoy el referéndum
(CiU, ERC, ICV y CUP) tendrían un muy complicado consenso sobre el modelo de
sociedad: CiU quiere una democracia occidental, como PSC, PP y Ciutadans; ICV
quiere una sociedad cuyos servicios básicos – agua, transportes, sanidad,
enseñanza, etc.-fueran estatales. ERC, que es un partido bastante asambleario,
fortalecería fuertemente el sector público con un fomento de la propaganda para
extender las tradiciones del catalanismo a los otros territorios “históricos”
de Europa (España, Italia y Francia). Los de la CUP creen más en un movimiento
radicalmente pan catalanista, donde el poder es del pueblo: sobran estructuras
estatales. Y en cuanto a política exterior y de defensa, Esquerra y CUP no
quieren ejército. En esta sintonía está también ICV, mientras que los otros
partidos, incluida CiU, querrían pertenecer a la OTAN, aunque no se sabe con
qué ejército y armamento.
En la
elaboración de los programas para las elecciones europeas de mayo no ha habido
unidad entre los grupos partidarios del “dret
a decidir”. Los de CiU quieren ir a las elecciones con el PNV y este, al
igual que Unió, no quiere ir con ERC, aunque
sí lo quería CDC. Esquerra quiere ir a las elecciones junto con los radicales
independentistas de los territorios españoles, aunque no con Bildu. ICV
prefiere no romper con Izquierda Unida, pues con IU pueden tener dos y hasta
tres eurodiputados (ahora tienen uno). La CUP no quiere presentarse a “hacer el
paripé” ante una Europa capitalista. Luego, si los partidarios del “dret a decidir” no han sabido consensuar
un programa para Europa, ¿se van a poner
de acuerdo en una constitución catalana? Tal como están las cosas hoy, la
ponencia constitucional catalana podría ser un guirigay.
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