Por Salvador Aragonés
Doctor en Periodismo y profesor Emérito de
la UIC.
Tres puntos clave ha señalado el
papa Francisco para la reforma de la Curia de Roma: la reforma de dos órganos
colegiales como el Sínodo y el Consistorio de Cardenales (ambos órganos
consultivos del Papa), y la mayor presencia de las mujeres en los organismos
eclesiales donde no se necesita la ordenación episcopal o sacerdotal.
La
reforma del Sínodo de Obispos también ha empezado con el nombramiento del
arzobispo italiano Lorenzo Baldisseri, como
secretario general del mismo. Baldisseri ha sido nuncio en América Latina y
Asia, secretario del Cónclave y es además secretario de la congregación para
los obispos. El papa Francisco quiere que haya un fuerte flujo de intercambio
entre los distintos obispos y él mismo dentro y fuera de la Curia, con el fin
de mejorar el principio de la colegialidad entre los obispos y el Papa. El
Sínodo, instituido por el Concilio (Chrisus Dominus, n. 5), es un órgano
consultivo y su secretaría tiene carácter permanente, pero su estructura y
funciones no fueron aclaradas por el Concilio. Por lo general se reúne una vez
cada dos años. El próximo Sínodo será “extraordinario”, tratará de la pastoral
familiar y se reunirá en octubre de
2014.
El
Consistorio –alto órgano consultivo del papa al que solo pueden asistir
cardenales-- es infrautilizado y solo se reúne para conocer los nombramientos
de nuevos cardenales designados por el Papa, proponer causas de beatificación y
canonización y –sorprendentemente en el último—para anunciar la renuncia de
Benedicto XVI al papado. Sus funciones tampoco están especificadas, aunque
históricamente era una especie de senado. El Consistorio reúne a los cardenales
que estos días están en Roma. Realmente hoy es un organismo formal que toma
nota de lo que el Papa ha decidido anunciar solemnemente. No se sabe lo que
piensa hacer el papa Francisco, que ha demostrado ser un hombre de acción y
decisión. El próximo Consistorio, con nombramiento de cardenales, se reunirá en
febrero próximo donde el Papa podrá crear al menos 14 cardenales para cubrir
las vacantes producidas por motivos de edad de los 120 cardenales “electores”
del papa en un Cónclave.
En Roma
se ha escrito en diversas ocasiones que tanto el Sínodo como el Consistorio son
órganos consultivos del Papa en los que la Iglesia católica vive la
colegialidad entre el Papa y los sucesores de los Apóstoles, los obispos. Sin
embargo, al mismo tiempo se ha señalado que son organismos que ayudan al Papa y
a la Iglesia a tener una mayor conexión y comprensión, más factible hoy con el
uso de las tecnologías de la información. Pero esto no pone en cuestión en
absoluto la primacía del Papa, sucesor de San Pedro, pues como establece el
Concilio (Constitución Dogmática Lumen
Gentium, cap. III), la estructura de la Iglesia es “jerarquizada” aunque se
trate de una jerarquía de servicio. La autoridad del Papa, por lo tanto, no se
cuestiona.
El servicio de la
mujer
En cuanto a los servicios que la mujer puede prestar a la Iglesia,
el papa Francisco ha mencionado ya varias cosas al respecto. En primer lugar, las
mujeres deben tener un papel más relevante y aportar mucho más de lo que es característica
propia de la mujer, la feminidad, que hay que desarrollar y saber ponerla más
claramente al servicio de la Iglesia. Hay muchos oficios en los que no se
requiere ser obispo ni sacerdote para dirigirlos, como los medios de
comunicación de la Iglesia, tanto de Roma como en las diócesis. ¿Y si una mujer dirige L’Osservatore Romano o la Sala Stampa del Vaticano? No hace
falta ni siquiera que sea religiosa. En Roma puede haber mujeres en organismos
del Estado del Vaticano, como la Biblioteca Vaticana, entre otros. Será un tema
discutido cuando llegue el momento de decidir sobre la participación de la
mujer en la vida de la Iglesia. El papa Francisco ha anunciado profundizar también
en la teología sobre la mujer. ¿Lo dijo como paso previo? No se sabe.
En esta
línea de reformas cabe englobar el papel de los Tribunales Eclesiásticos, en
particular los que entienden sobre temas matrimoniales, como el Tribunal de la
Rota, agilizando los procedimientos y aumentando las causas que se presentan
sobre la nulidad de los matrimonios, y al mismo tiempo unificando las doctrinas
jurídicas, canónicas.
Salvada pues la autoridad del
Papa, la unidad de la fe y de la disciplina general, se acometerán las reformas
pertinentes para descentralizar la toma de decisiones, y nadie como un papa
argentino “venido del otro rincón del mundo” podría acometer una reforma de
tales dimensiones. Pablo VI, en la primera reforma post-conciliar, tenía el
gravísimo problema de mantener la unidad de la Iglesia con Roma ante los casos
de centrifugación como la Hermandad de San Pío X, del arzobispo Marcel Lefebvre
quien calificó de “herético” el Concilio, o el Catecismo Holandés que se fue más lejos que el Vaticano II y
cuyas teorías estaban en claro contraste con la doctrina del Concilio y del
Papa. Juan Pablo II y Benedicto XVI llevaron a cabo un esfuerzo de para una
mayor cohesión interna en la Iglesia, especialmente en lo doctrinal, y ahora
con el papa Francisco llega el momento de la consolidación no de la doctrina –que
ya lo está-- sino de las formas de gobierno y las estructuras de la Iglesia para
adaptadas a la misión que tiene la Iglesia en el mundo, una misión basada en el
servicio y donde la autoridad es precisamente eso, servicio.
¿Cuántos
trabajan en el Vaticano?
El papa Francisco quiere también reducir los
organismos y el personal del Vaticano, aunque el cardenal Rodríguez Maradiaga
ha anunciado que habrá una congregación específica para los laicos. Al
respecto, cuentan en Roma que una vez, un jefe del Estado que visitó al papa
Juan XXIII le preguntó cuánta gente trabaja en el Vaticano, y el bueno de
Roncalli contestó: “la mitad de los que están”.
Es evidente que el Vaticano y la Santa Sede deben
regirse también por criterios modernos en la gestión de los asuntos propios y
específicos, con la discrecionalidad necesaria para administrar temas de orden
espiritual.
Finalmente, algunos se preguntan si cambiará la
mentalidad de cuantos trabajan en la Curia, porque más que estructuras es un
tema de mentalidad de servicio. Y una mentalidad no se crea por decreto, sino
con el tiempo.
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