Ha empezado el deshielo entre Madrid y Barcelona, o
entre Barcelona y Madrid. La falta de diálogo no conducía a ninguna parte. El
“choque de trenes” de Artur Mas, tampoco. ¿Por qué? Simplemente porque Catalunya
se encuentra tan agobiada en términos económicos que no puede pagar las nóminas
ni los compromisos más urgentes del estado del bienestar, como los conciertos
para centros sanitarios, escolares, de minusválidos, servicios sociales…
Entre vecinos el entendimiento siempre es mocho más
rentable que la pelea. Véase para España, Francia, Marruecos y Portugal. Y otro
principio esta vez político: si quieres conseguir mucho o poco de tu vecino más
poderoso busca el diálogo y el pacto y no la tensión permanente, aunque esta a
veces sea necesaria.
Son cosas de sentido común, que debería ser el más
común de los sentidos, pero muchas veces no lo es y aparece eclipsado por el
apasionamiento, el sentimentalismo, la intransigencia, la codicia, el querer
resolverlo todo de la noche a la mañana, la “razón de Estado” que diría Luis
XIV si es que el Estado tiene “razón”, es decir si tiene capacidad de
“razonar”.
Dos problemas a resolver: el económico y el
político
El diálogo entre Barcelona y Madrid no supone un giro
copernicano, ni un giro de ciento ochenta grados, sino simplemente un giro de
noventa grados, porque los problemas aquí son dos, uno económico y otro
político (la consulta).
En lo económico Catalunya tiene un problema de
liquidez muy grande, hasta el punto de no poder pagar las nóminas, hasta el
punto de no tener para este año 2013 presupuestos propios, y hasta el punto que
no puede pagar los intereses y parte de la deuda a la que se comprometió no ya
con las entidades financieras
internacionales y españolas, sino con los propios ciudadanos catalanes,
en la llamada “deuda soberana”, o sea el endeudamiento que ya tuvo que hacer la
Generalitat al no encontrar financiación ni dentro ni fuera de España.
La Generalitat debe hacer frente este mes de abril a
4.420 millones de euros de deuda, entre los que está la deuda soberana. Tiene
los presupuestos prorrogados. Miles de millones de impagados que generan unos
intereses que gravan sobre el neto de los impagos, Por otro lado, Catalunya
tiene 660.000 parados y es la comunidad autónoma con mayor número de ERE,s y mayor número de
suspensiones de pagos. Los funcionarios tienen una paga menos y se ha anunciado
un fuerte recorte de personal interino de la administración catalana.
Por otro lado, están los problemas de corrupción que
afectan al partido del govern (CiU) y de la oposición que lastran credibilidad
y liderazgo a las políticas de CiU, lo mismo que al PP, al PSOE y al PSC.
Para este año 2013 está prevista la reforma del
sistema de financiación autonómica, en
la que no solo Catalunya, sino también Valencia, Madrid y Baleares, protestan
de que están aportando mucho más de lo debido al fondo de compensación interterritorial,
es decir al fondo que va a las comunidades más pobres, entre las que están
Andalucía y Extremadura que ya han levantado el grito para decir que no se
toque lo suyo.
El tema de debate sobre la aportación de Catalunya al
fondo de solidaridad interterritorial, salió a relucir con fuerza hace un par
de años con el llamado “pacto fiscal” y en plena crisis. Y en dos años más de crisis se pasó a
pedir directamente la independencia en la famosa manifestación del 11-S de
2012, lo cual es normal. Si repasamos la historia, cuando los reyes pedían
demasiados impuestos a los nobles y/o ciudadanos acaban registrándose revueltas
populares. Ahora tenemos el caso lacerante de los desahucios.
La financiación autonómica catalana no es de hace dos
años, sino desde el comienzo del Estado de las Autonomías. Primero se elaboró
una Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA), que tuvo como uno de sus padres al difunto Ramón
Trías Fargas, con el aplauso de Jordi Pujol. Se decidió que Valencia, Madrid,
Baleares y Catalunya aportaran más para ayudar a las comunidades menos
favorecidas económicamente.
En los siguientes años se modificaron los contenidos
de la financiación y se pasó a que las comunidades autónomas participaran directamente
en los impuestos, unos cedidos (transmisiones, sucesiones, tasas e impuestos
especiales) y otros compartidos (IRPF e IVA), con batallas políticas entre CiU
y PSC sobre quién conseguía más en Madrid. No se discutía entonces la aportación
de Catalunya al fondo de solidaridad interterritorial, sino que se asumía,
aunque con la salvedad de que esto no podía ser eterno, sino que las
comunidades más necesitadas dispusieran de un desarrollo propio que hiciera
cada vez menos necesario recibir dinero de otras comunidades. Andalucía y
Extremadura han salido ahora, como es natural, a protestar por lo que prevén
que no recibirán.
La negociación sobre la financiación autonómica ha
comenzado con Catalunya, pero al final deberá ser el Consejo de Política Fiscal
y Financiera, donde están todas las comunidades autónomas, el que deberá
aprobar la reforma del nuevo sistema de financiación, para que sea el Congreso
de los Diputados quien lo apruebe finalmente.
El problema político: la consulta
Hasta aquí el problema económico esbozado en pocas
palabras. Paralelamente --los otros noventa grados que faltan para darle la
vuelta al tema de las relaciones Madrid-Barcelona-- está el tema de la consulta al pueblo catalán
sobre su futuro, previsto, según el pacto CiU-ERC de gobernabilidad catalana,
para el 2014. Los dirigentes catalanes dicen que los dos temas (el económico y
el político) no van mezclados, y es verdad, pero no es menos verdad que van de
la mano, y que de la solución del primero dependa abrir o cerrar una solución al
segundo.
Si quedara bien resuelto el tema económico a gusto de
todos sería un primer paso para reducir las ansias soberanistas catalanas y tal
vez para abrir el paso a una consulta popular. Este es un problema eminentemente
político, donde tanto los políticos de Madrid como los catalanes deben afinar bien
sus instrumentos para no desafinar en la procesión (procesión viene de proceso).
De momento, Artur Mas ve que cada paso que da a favor del independentismo son votos
que sirve en bandeja a Esquerra Republicana, la cual los recibe sin el desgaste
que tiene el gobernar. Pero de eso hablaremos en otro momento.
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