La derrota del Tripartito y sus consecuencias
En Catalunya el Tripartito ha caído. Un tripartito un “inmenso error”, igual que Antoni Puigverd. Se ha tragado políticamente a todos los líderes, y ahora hay que comenzar de nuevo. Pero no sólo la sociedad (aquí sí se puede decir el pueblo catalán) rechaza el tripartito (en realidad las encuestas decían hace más de un años que el 80 por ciento de los catalanes lo rechazaba), sino que veo en el mundo de la superestructura (término marxista) cultural y periodística se han equivocado, han defendido tesis, en su mayoría, contrarias al interés de su público, aferrados a sus ideas “incuestionables”.
En la vida política no valen los dogmas, y se castiga duro a quien se aferra al cargo (Montilla debía de haber convocado elecciones un año antes y no esperar hasta el último minuto del final de la legislatura) y a quien se aferra a ideas trasnochadas y “casposas”, en palabras de Montilla el último día de campaña. ¿Ha cambiado la sociedad? No, lo que ha cambiado es el modelo de hacer política de las izquierdas catalanas.
Recuerdo aquellas palabras de Carlos Sentís, cuando estaba en la UCD, que con tristeza decía: “Cataluña ha sido siempre de izquierdas”, y desde entonces buscó el calor de las izquierdas. El 28-N eso ha cambiado, como ha cambiado el modelo de entender la gestión pública, el modelo basado en gastar en crear “estructuras” (más funcionarios) con la excusa de defender las “políticas sociales”, que lo que han hecho es crear déficit y más déficit, que en el caso catalán ha generado una deuda tal que el mercado no la compra.
¿Adónde vamos? Vamos a un modelo de sociedad más limpio, más humano, donde el hombre sea el centro del interés de quien gobierna la cosa pública, lo que se consigue con una ética mayor, con un mayor pluralismo, con menos proteccionismo para el ciudadano que ya es mayor de edad, y ocuparse realmente de los problemas sociales generados por esta masa de gente que se han quedado en la calle porque no saben o no pueden llegar a competir en una sociedad tecnológicamente desarrollada. Ahí se requiere “protección”, no subsidio.
(Continuaré)
Salvador Aragonés
En Catalunya el Tripartito ha caído. Un tripartito un “inmenso error”, igual que Antoni Puigverd. Se ha tragado políticamente a todos los líderes, y ahora hay que comenzar de nuevo. Pero no sólo la sociedad (aquí sí se puede decir el pueblo catalán) rechaza el tripartito (en realidad las encuestas decían hace más de un años que el 80 por ciento de los catalanes lo rechazaba), sino que veo en el mundo de la superestructura (término marxista) cultural y periodística se han equivocado, han defendido tesis, en su mayoría, contrarias al interés de su público, aferrados a sus ideas “incuestionables”.
En la vida política no valen los dogmas, y se castiga duro a quien se aferra al cargo (Montilla debía de haber convocado elecciones un año antes y no esperar hasta el último minuto del final de la legislatura) y a quien se aferra a ideas trasnochadas y “casposas”, en palabras de Montilla el último día de campaña. ¿Ha cambiado la sociedad? No, lo que ha cambiado es el modelo de hacer política de las izquierdas catalanas.
Recuerdo aquellas palabras de Carlos Sentís, cuando estaba en la UCD, que con tristeza decía: “Cataluña ha sido siempre de izquierdas”, y desde entonces buscó el calor de las izquierdas. El 28-N eso ha cambiado, como ha cambiado el modelo de entender la gestión pública, el modelo basado en gastar en crear “estructuras” (más funcionarios) con la excusa de defender las “políticas sociales”, que lo que han hecho es crear déficit y más déficit, que en el caso catalán ha generado una deuda tal que el mercado no la compra.
¿Adónde vamos? Vamos a un modelo de sociedad más limpio, más humano, donde el hombre sea el centro del interés de quien gobierna la cosa pública, lo que se consigue con una ética mayor, con un mayor pluralismo, con menos proteccionismo para el ciudadano que ya es mayor de edad, y ocuparse realmente de los problemas sociales generados por esta masa de gente que se han quedado en la calle porque no saben o no pueden llegar a competir en una sociedad tecnológicamente desarrollada. Ahí se requiere “protección”, no subsidio.
(Continuaré)
Salvador Aragonés
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