He descubierto que hay tres wikileaks que circulan por el mundo global. El primer wikileaks es el contenido de la web wikileaks de Julian Assange, que ya está en la cárcel, y parece que no para cuatro días.
El segundo wikileaks es el de los medios informativos nacionales que han adquirido los derechos de su publicación y que filtran lo que les parece mejor, en función de su línea editorial o de los intereses de su país. A estos nadie les podrá decir o acusar de parcialidad, porque filtrar más de 200.000 documentos –dicen—requiere muchas horas de trabajo, mucho tiempo. Sin embargo ya empiezan a salir las voces que dicen: ¿Por qué no salen conversaciones del Rey o de la Casa Real con los dignitarios norteamericanos? ¿Y de la compra de armamento? Y, lo que en España tendría más morbo: ¿Qué piensan los diplomáticos norteamericanos de Eta?¿Qué conversaciones ha habido entre el Gobierno y la embajada USA, y entre la embajada USA y el PNV? Y los nacionalismos catalán y vasco ¿han recibido, o no, apoyos de los diplomáticos USA? ¿Servirá wikileaks como arma arrojadiza contra algún político concreto, o servirá de apoyo a otros?
Y hay un tercer wikileaks que es absolutamente incontrolable: el rumor popular que se genera en los mentideros políticos y financieros, en la calle de que “tal cosa la ha leído en wikileaks, te lo juro”. El rumor --que por definición es un hecho que se propaga entre las gentes, sin que se haya confirmado o desmentido, o que, muchas veces, es más creíble que las fuentes oficiales—es un arma potentísima de opinión que es muy difícil silenciar. “Lo decía wikileaks, pero lo han censurado”, dirán los difusores de rumores. ¿Con razón o sin ella?.
En estos momentos numerosos “gurús” de la comunicación quieren silenciar, por el medio que sea, a wikileaks, y ya se sabe que el peor medio es la censura o pedir la cabeza de Assange, como ha dicho Sarah Pallin, y el mejor es desacreditar el contenido de los “cables”, que son informes de diplomáticos a su gobierno de Washington, si se traduce mejor del inglés.
¿Habrá un cuarto wikileaks? El tiempo lo dirá. De momento vivimos un culebrón emocionante y los medios que lo publican deberán estar atentos a lo que hacen porque se les sigue con lupa.
Salvador Aragonés
El segundo wikileaks es el de los medios informativos nacionales que han adquirido los derechos de su publicación y que filtran lo que les parece mejor, en función de su línea editorial o de los intereses de su país. A estos nadie les podrá decir o acusar de parcialidad, porque filtrar más de 200.000 documentos –dicen—requiere muchas horas de trabajo, mucho tiempo. Sin embargo ya empiezan a salir las voces que dicen: ¿Por qué no salen conversaciones del Rey o de la Casa Real con los dignitarios norteamericanos? ¿Y de la compra de armamento? Y, lo que en España tendría más morbo: ¿Qué piensan los diplomáticos norteamericanos de Eta?¿Qué conversaciones ha habido entre el Gobierno y la embajada USA, y entre la embajada USA y el PNV? Y los nacionalismos catalán y vasco ¿han recibido, o no, apoyos de los diplomáticos USA? ¿Servirá wikileaks como arma arrojadiza contra algún político concreto, o servirá de apoyo a otros?
Y hay un tercer wikileaks que es absolutamente incontrolable: el rumor popular que se genera en los mentideros políticos y financieros, en la calle de que “tal cosa la ha leído en wikileaks, te lo juro”. El rumor --que por definición es un hecho que se propaga entre las gentes, sin que se haya confirmado o desmentido, o que, muchas veces, es más creíble que las fuentes oficiales—es un arma potentísima de opinión que es muy difícil silenciar. “Lo decía wikileaks, pero lo han censurado”, dirán los difusores de rumores. ¿Con razón o sin ella?.
En estos momentos numerosos “gurús” de la comunicación quieren silenciar, por el medio que sea, a wikileaks, y ya se sabe que el peor medio es la censura o pedir la cabeza de Assange, como ha dicho Sarah Pallin, y el mejor es desacreditar el contenido de los “cables”, que son informes de diplomáticos a su gobierno de Washington, si se traduce mejor del inglés.
¿Habrá un cuarto wikileaks? El tiempo lo dirá. De momento vivimos un culebrón emocionante y los medios que lo publican deberán estar atentos a lo que hacen porque se les sigue con lupa.
Salvador Aragonés
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