Por Salvador Aragonés
Hungría, y también Polonia, están siendo muy criticadas en la Unión
Europea, tanto que hasta se les ha abierto un expediente y se les amenaza en
quitarles los fondos de ayuda a la recuperación económica, los llamados Next
Generation para superar la crisis de la Covid-19. Bruselas dice que estos
países “niegan derechos fundamentales”.
Tener leyes restrictivas en relación a las minorías LGTBI, es decir
lesbianas, gais, transgénero, bisexuales es muy malo para la mayoría de países
de la UE. En Europa ha estallado el clamor contra el dirigente de Hungría,
Viktor Orbán, al haberse aprobado en el parlamento magiar, por 157 diputados contra
uno, la ley que impide la “promoción” de la pedofilia y la ideología LGTBI
entre los menores de edad (los 18 años). Esta prohibición se extiende a la
escuela principalmente, y señala que, en los menores de edad, la educación
sexual y de la sexualidad corresponde a los padres.
La presidenta de la Comisión (gobierno) de la Unión Europea (UE), Úrsula
von der Leyen, calificó de “vergüenza” esta ley. Los gobiernos de otros 17 países
miembros de la UE, también hicieron declaraciones en la misma línea. Sin
embargo, los otros gobiernos (10 en total) no han criticado la ley de Hungría.
Son países excomunistas, que pertenecían a la órbita de la Unión Soviética
desde el fibal de la II Guerra Mundial hasta el 1990.
El presidente de Hungría, Viktor Orbán, y su ministro de Asuntos
Exteriores, Peter Szijjarto, afirman que la ley no prohíbe la homosexualidad
entre los adultos, sino su “promoción” entre los menores de edad. Ambos acusan
a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, de “emitir una
opinión política sesgada sin haberse realizado antes una investigación
independiente”.
Pero, es más: las críticas a Hungría alcanzaron al fútbol, cuando la UEFA,
la Federación Europea de Fútbol, prohibió celebrar el partido Alemania-Hungría
con el campo Allianz Arena de Múnich iluminado con los colores arco-iris. El
acto era apoyado por el alcalde del Ayuntamiento de la capital. Durante el
partido, correspondiente al campeonato de Europa y que terminó con un 2-2, las
gradas se llenaron de banderas LGTBI, el arcoíris, en protesta por la decisión
de la UEFA. Fuera del campo y por toda la ciudad se vieron muchos eslóganes y
banderas LGTBI, al ser junio el mes del llamado del “orgullo gay”.
Aquí, en este artículo, no entramos a valorar la política seguida por
Viktor Orbán en Hungría, cuyo partido, Fidesz-Unión Cívica Húngara, ultra-conservador, gobierna el país con una mayoría aplastante en el parlamento (más
de los dos tercios). Solamente diremos que tanto Hungría, como Polonia,
Eslovaquia, Chequia, Eslovenia, y los países bálticos (Letonia, Estonia y
Lituania) estuvieron bajo el yugo de la Unión Soviética por decenios, viviendo
bajo una ideología única del Estado, el comunismo, impuesta a la fuerza a
toda la sociedad.
En consecuencia, estos países son muy poco propicios a que ahora Europa les
imponga otra ideología, la ideología de género, y se diga que esa ideología forma
parte de “uno de los valores de Europa”, cuando no se les pidió como condición
para su entrada en el club europeo. De Polonia, la Comisión Europea critica
duramente que haya “zonas libres de ideología LGTBI”, en municipios y regiones.
Estos países no quieren haber salido de la
dictadura de una ideología atea, antirreligiosa y totalitaria, para meterse en
otra de tipo sexual, contraria a sus principios religiosos que profesan.
EL PAPA VISITA HUNGRÍA
Se da la circunstancia, de que la Santa Sede no se
ha pronunciado en relación con la ley húngara contraria a la “promoción” de la
ideología LGTBI para los menores de 18 años.
El papa Francisco, invitado por la conferencia
Episcopal magiar y por las autoridades húngaras, visitará el 12 de septiembre
Budapest, la capital húngara, con el fin de clausurar el Congreso Eucarístico
Internacional que allí se celebrará. El papa Francisco solo estará un día en
Hungría, y de allí pasará a la vecina Eslovaquia, donde pasará otros tres días.
A tal fin, el domingo pidió oraciones para realizar este viaje.
Sobre la homosexualidad, es conocida la doctrina de
la Iglesia católica, establecido en su Catecismo. Dice el Catecismo (n. 2.358):
“Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales
instintivas. No eligen su condición homosexual… Deben ser acogidos con respeto,
compasión y delicadeza. Se evitará todo signo de discriminación injusta…”.
El papa Francisco se ha referido en varias
ocasiones a la homosexualidad, y en una de ellas ha dicho que han de vivir en
una familia (no que formen una familia entre homosexuales), porque en la
familia es donde encontrarán comprensión, apoyo, cariño… Además, ha dicho que loos
homosexuales deberían tener algunas protecciones civiles, pero nunca ha
aceptado el matrimonio o las bendiciones de parejas homosexuales. Todos los
hombres y mujeres tienen la misma dignidad y nadie, nadie, debe ser descartado
por su condición sexual.
Pero una cosa es defender la dignidad de todas las
personas, criaturas de Dios, y otra muy distinta es apoyas y promover la
ideología LGTBI, la ideología de género, que se quiere imponer al mundo. Es
cierto que los homosexuales han sufrido persecuciones, violencias y vejaciones por
su condición a lo largo de la historia, y por esio se reclama que la sociedad
civil tenga una protección hacia ellos.
La ideología de género se ha extendido por todo el
mundo con una rapidez extraordinaria, y hoy nadie osa hablar en público, en la
prensa y en la tribuna, con ideas que no correspondan a esa ideología. Corre el
peligro del escarnio público. Una cosa es el respeto a la condición de
género de las personas --que se debe respetar-- y otra es apoyar que se promueva
la homosexualidad entre los niños y los adolescentes. Los padres tienen la principal responsabilidad
y obligación de informar a sus hijos de todos los temas de sexualidad. Si no, los
padres corren el riesgo que otros lo hagan y que lo hagan en contra de su
criterio. Y también en la escuela se debe informar, pero informar no es
promover.
Con la caída del comunismo, que vino a imponer la
igualdad económica frente a la libertad,
ahora las izquierdas del mundo, visto el fracaso del comunismo y de la igualdad
económica allá donde se instaló o está instalado, han tomado la ideología de
género por bandera. Ya no se predica la igualdad económica (colectivismo), sino
la igualdad de género: no hay géneros masculino y femenino, han desaparecido. Hasta
se quiere cambiar el diccionario.
Hoy, en política, existe en muchos países, de hecho
o de derecho, una dictadura ideológica: la ideología de género, que se ha
convertido en un “derecho humano” no escrito, frente a quienes piensan que las
personas son libres y gozan de libertad de pensamiento y expresión.
Una cosa es acoger, comprender y respetar con
delicadeza a los homosexuales y defender que tengan derechos como cualquier
ciudadano normal, y otra es ponerlos en el altar del “orgullo gay” obligando a
toda la humanidad a postrarse ante él.
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