Dentro de unos días, el gobierno de Pedro Sánchez concederá los indultos
para quienes han sido condenados por el “procés”. El indulto no será la
solución al problema catalán, per sí será el inicio en la búsqueda de una
solución pactada.
Existe un amplio consenso para la aplicación de los indultos (no olvidemos
que son personales y que deben ser propuestos por los interesados). No abarcan
los indultos a los que huyeron de Catalunya o los llamados “exiliados”. No han
sido condenados por los tribunales españoles, y no se les puede indultar. Los
indultos, además, son una medida política, no jurídica.
Sin duda los indultos es el inicio de un largo camino hacia un
entendimiento entre el Gobierno y la Generalitat. El camino será largo porque
hay que hacer encajes de bolillos. Primero, para que puedan volver los fugados
o “exiliados”, a los que no se les aplicará el indulto hasta que no sean
procesados y condenados.
El otro paso es buscar un encaje que bien podría pasar, en un principio,
por el reconocimiento de una autonomía fiscal, a modo de Concierto vasco: ya lo
pidió Artur Mas a Mariano Rajoy y este le dijo simplemente que “no”.
Después vendría una solución a la justicia que se ejerce en Catalunya, que
tendría particularidades en el sentido de una mayor autonomía.
Todo eso no vendrá en cuatro días, sino en unos años de reuniones entre las
dos partes, que serán arduas y complejas. Por ejemplo, no puede arrogarse el Gobierno
negociaciones sobre el Poder Judicial. Habrá que contar con los magistrados y
jueces, representados en el Consejo General del Poder Judicial y con el aval
del Tribunal constitucional.
¿Todo el paquete se pondrá en un referéndum? Es posible, pero no será un
referéndum de autodeterminación como pide el independentismo, sino un referéndum
sobre acuerdos concretos entre el Gobierno y la Generalitat.
Personalmente, pienso que el Partido Popular, con Pablo Casado al frente,
se ha precipitado y le está saliendo el tiro por la culata. Una cosa es estar
en desacuerdo con los indultos y promover una manifestación, y otra muy
distinta es recoger firmas. Significa que hace una enmienda a la totalidad.
Los obispos catalanes han manifestado su apoyo a los indultos como una
“medida de gracia” y en apoyo al diálogo para resolver el problema bilateral.
Un gran paso.
Pero el paso más importante es que tanto las patronales catalanas como la
de Madrid (Antonio Garamendi) han apoyado la medida de gracia. Quiere decir que
la sociedad civil, en general, está por los indultos. Precisamente a Antonio
Garamendi se le acaba de conceder la Gran Cruz del Mérito Militar, el mayor
galardón castrense (lado militar).
La estrategia de Pedro Sánchez en el tema de los indultos ha sido la que ha
triunfado. La estrategia de Pablo Casado ha descarrilado, no solo en Catalunya,
sino en muchas partes de la sociedad civil española.
¿Los indultos van a resolver el problema catalán? No, claramente. La
amnistía a los presos de ETA durante la transición política no resolvió tampoco
el problema vasco y se derramó todavía mucha sangre. No hay soluciones mágicas.
Hay que ir paso a paso. Lo mismo que entre Joe Biden y Vladimir Putin que no
han resuelto sus grandes diferencias en Ginebra, pero se ha dado un paso
(paqueño) hacia la distensión entre las dos potencias.
De momento, a pesar de los titulares de prensa, el rey Felipe VI mantuvo un
breve encuentro con el president de la Generalitat, Pere Aragonès estos días.
¿Alguien esperaba que le rindiera pleitesía? Estaba soñando. Pere Aragonès no
es Quim Torra, ni Puigdemont. El Rey debería venir con más frecuencia a
Catalunya. Es un constitucionalista convencido, pero dentro del diálogo y la
moderación.
¿Y la mesa de diálogo Gobierno-Generalitat? Si ambas partes buscan el
entendimiento y el diálogo, irá bien, aunque con altos y bajos, como es normal.
Y en este sentido Esquerra Republicana también ha ganado a los ultramontanos de
JuntsxCat.
Bien venidos sean los indultos (hasta ahora nadie los ha rechazado) si
sirven para avanzar en la senda del diálogo.
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