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El vacío de poder en España y en Catalunya

 


Lo que ha pasado en las últimas semanas en lo político y en el orden público, y lo que sigue pasando, no es algo inesperado, ni es el problema del rapero Pablo Hasél, ni la falta de libertad de expresión, ni la democracia imperfecta. El problema se llama vacío de poder, no solo en Catalunya sino en España.

Las peleas en el seno del gobierno español, con apoyos por parte de Podemos a quienes alteran el orden público, jaleando sus acciones, diciendo al mismo tiempo que vivimos en una democracia que necesita perfeccionarse, es un síntoma no de la división en el seno de un gobierno de coalición, pues críticas entre los dos partidos son normales y hasta necesarias. Hay una división profunda, que es menos visible por cuanto el centro-derecha español está hecho trizas.

Aquí el PSOE y Unidas Podemos defienden dos modelos de Estado, dos modelos de convivencia, dos modelos en materias tan básicas como la Defensa, el mantenimiento del orden público, la forma monárquica del Estado, la economía y las políticas sociales relativas al reconocimiento y a las relaciones entre los distintos sexos. Hay más, pero no caben en un artículo de estas dimensiones. No se puede estar en el gobierno y en la oposición al mismo tiempo. Es como repicar e ir a la procesión. ¿No se acuerdan de la frase de Iglesias a Sánchez cuando se formó gobierno: “Pedro te seré leal”?

En Catalunya, la situación es más grave. Se han celebrado elecciones hace pocos días y su resultado ha mostrado una sociedad dividida en dos bandos. Esperemos que se puedan entender en algo. Los incidentes que han protagonizado los jóvenes por el caso Hasél se han ensañado con el comercio, con saqueos en tiendas y el uso de objetos contundentes (adoquines o bloques de acera) lanzados contra la policía.

Y mientras, el conseller de Interior (que es de JunstxCat), Miquel Samper, intenta controlar más o menos la situación, se ve solo en la defensa de la policía, acusado por su propio gobierno de excesiva contundencia.

El president en funciones, Pere Aragonès, ha tardado una semana para dar su apoyo a los mossos, pero sin demasiada contundencia. Es el que quiere ser President de la Generalitat. Los sindicatos de los mossos dicen que aquí no hay un plan, que no saben lo que hacer y cómo actuar, no nos apoyan, y nos critican. Los partidos independentistas están pensando en un nuevo modelo policial cuando ni siquiera está constituido el Parlament ¿y mientras tanto?

Además, aun no formado el Parlament de Catalunya, los partidos independentistas afirman que hace falta un nuevo modelo policial. Es como mirar al otro lado ante los desmanes que se producen. El govern en funciones de Catalunya se lava las manos de lo que está pasando y el mismo conseller ha asegurado sentirse solo en la defensa de los Mossos d’Esquadra. El vacío de poder no se puede producir en un gobierno en funciones, pues el orden público es un bien general y el govern debe proteger a la ciudadanía.

Dado que en las elecciones catalanas han ganado los independentistas, y muchos prevén que el futuro govern será independentista como ahora (el que escribe no lo tiene del todo claro, a tenor de las movidas políticas que hay), no debería haber un traspaso de poderes, sino un cambio de personas. En consecuencia, el vacío de poder que se registra ha sido ya duramente criticado por las patronales, calificando al govern de “irresponsable”, y en defensa de sus comercios.

Es cierto que los jóvenes no tienen clases presenciales, tienen más tiempo libre y no hay tanta exigencia en los estudios, encerrados y cautivos durante la pandemia (esto es explosivo) y, lo más grave, no tienen futuro. ¿Qué pueden hacer para protestar sino agarrarse a una idea, aunque sea un sinsentido? Se han aferrado a un rapero que es un tigre de papel. La culpa de su situación no es de ellos. No podemos culpar a los jóvenes en su conjunto, aunque sabemos que hay agitadores profesionales, guerrilleros urbanos, mezclados en las manifestaciones.

¿Hasta cuándo durará este vacío de poder?

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