Me gustaría hoy hablar
del mañana, del mañana personal y colectivo, del mañana económico. Aviso que no
tengo ninguna bola de cristal, tampoco soy profeta, pero sí observador de lo
que pasa en el mundo.
En primer lugar, uno de
los problemas que deberemos afrontar es el de las relaciones interpersonales.
Abrazar a los familiares no contagiados sí, pero eso de dar besos a las señoras,
darnos las manos en el saludo, los abrazos, los apretujones en las colas de
cualquier tipo, la asistencia actos multitudinarios o lugares muy concurridos
donde no hay distancia entre las personas…, eso va a tardar bastante.
Estas relaciones interpersonales
van a cambiar mucho las costumbres ¿Qué será de los bares y restaurantes? ¿Qué
será de los cines? ¿Qué será en general de los servicios donde hay colas (viajes,
espectáculos, deportes, etc.)? ¿Qué será de las playas?...
¿Se acabó el turismo y
comercio masivos? En una entrevista al programa Plusvàlua de Ràdio
Estel, el ex conseller de Comerç, Consum i Turisme de las Generalitat, Lluís Alegre,
me dijo que el futuro del turismo está más en manos del turismo de proximidad,
como el comercio y el consumo, que serán más de proximidad.
La caída de las bolsas
(un 40 por ciento) y del petróleo (un 60 por ciento), amén de un incremento de
deuda pública de los estados de un 20 por ciento y con unos déficits
presupuestarios de entre el 5 y 10 por ciento, ¿no hace pensar que algo pasa en
la economía general? ¿Hasta dónde puede llegar el endeudamiento en los Estados
Unidos con su economía paralizada? ¿Y en Japón? Por decir dos países muy
endeudados.
Estados Unidos, cuya
moneda el dólar es la de referencia en el mundo, no acaba de ver el final del
túnel del coronavirus, porque en muchos estados de la Unión no ven el punto de
inflexión en la curva de los infectados.
Pero China tampoco ve el
final, porque ahora temen una recaída, un rebrote del Covid-19, precisamente en
ciudades muy populosas como Pekín, Shanghái, Cantón e incluso en Wuhan en cuyos
laboratorios parece que se fabricó el Covid-19. Porque los infectados con el
virus los hay muchos asintomáticos y otros tan leves que ni siquiera lo
denuncian. Y lo mismo pasa en Japón y en Corea del Sur donde están tomando ya
precauciones de cara a un posible rebrote… Y en Italia.
Esta situación afectará a
lo largo de meses y meses. En Estados Unidos, así como en otros países, se
protesta por el confinamiento de las personas y, sobre todo, por el cierre de
fábricas, talleres, establecimientos de ocio y comercio. No pueden aguantar más
y prefieren morir de coronavirus que morir de hambre. Y nosotros, ¿cuánto tiempo
tendremos que salir de casa con la mascarilla, que hay quien lo llama ya el “bozal”?
A tenor de lo que decíamos
antes, el parón económico afecta fundamentalmente a las economías de los países
industrializados del occidente (Europa y Estados Unidos), afectando en menor
medida a los países de Asia-Pacífico, con lo cual el eje económico mundial se desplaza
hacia el Pacífico, luchando nosotros contra los virus que nos envían de África
y de Asia.
La llamada “gripe
española” de hace 100 años duró dos años, del 1918 al 1920. Murieron muchos
millones de personas en todo el mundo. Según acaba de publicar The Economist,
la “gripe española” no brotó de un virus español, sino de las
trincheras inglesas y francesas de la primera Guerra Mundial, o tal vez de unas
aves chinas. Los países que estaban en guerra no quisieron informar públicamente
que estábamos frente a una pandemia, porque desmoralizaría a las tropas. Y así,
los muertos de gripe los contaron como caídos en el frente de guerra. España,
como no estaba en guerra, es el único país que habló ampliamente de la gripe y
se daban cifras de muertos e infectados. De ahí que pasó en llamarse “gripe
española”.
Y hablando del número de
afectados y fallecidos por el coronavirus, vivimos en un baile de cifras. Hablé
con algunas personas que tienen relaciones empresariales y comerciales con
China. Y desde el principio me dijeron: “no te creas lo que dicen, allí está todo
manipulado”. Uno de ellos me dijo: “yo he visto a personas que caían al suelo
por las calles en Wuhan…”.
A una de estas personas
le dije que el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el
doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, parece que está apoyando a China, y me dijo:
este doctor fue ministro de Asuntos Exteriores de Etiopía y es un conocido
filocomunista. Es director general, añadió, porque era el candidato de China
para ese puesto en la 70.ª Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en mayo de
2017. En fin…
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