
La espléndida victoria de Boris Johnson y los torys en Gran Bretaña, no es el preludio
un camino de rosas, sino que será lleno de obstáculos a cuál más difícil de
superar. Sin duda, la victoria conservadora es un gran éxito que causa una
profunda alegría, tanto en Londres como en Bruselas y Washington: se ha
despejado el bloqueo de Westminster ante el brexit.
El brexit es el que ha dominado no solo la pasada campaña
electoral británica, sino que ha causado una parálisis política general en los
últimos tres años y medio, desde que en junio de 2016 los brexiters ganaron un referéndum por la mínima, en una campaña llena
de noticias falsas.
¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta el populista
Boris Johnson en Gran Bretaña? Al conocer su victoria por mayoría absoluta,
Johnson prometió el brexit y al mismo tiempo una política de unidad de la Gran
Bretaña, formada por Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte: “Vamos a
gobernar como el conservadurismo “One Nation” que somos".
En cuanto al brexit, Johnson deberá negociar con la Unión
Europea, con Bruselas, un gran acuerdo comercial que permita una salida de
Europa beneficiosa tanto para la UE como para Gran Bretaña. La negociación se hará
con un nuevo equipo. Bruselas y Londres quieren un acuerdo amistoso y
satisfactorio. Lo ha dicho la presidenta de la Comisión, Úrsula van der Linden.
Hay tiempo hasta el 31 de diciembre del 2020. En este cuerdo, Europa deberá vigilar que Londres no se convierta en un paraíso fiscal.
Por otro lado, Johnson se enfrenta a una crisis territorial
muy profunda, siempre a causa del brexit, como lo demuestran las victorias
conseguidas por el Partido Nacionalista Escocés (SNP) de Nicola Sturgeon, y por
los católicos frente a los unionistas en Irlanda del Norte.
Nicola Sturgeon, la
dirigente del SNP, ha pedido un nuevo referéndum en Escocia para separarse
de Gran Bretaña, tras 300 años de unión. El Partido Nacionalista ha sacado una
mayoría aplastante en Escocia: 48 diputados sobre 59. Ellos quieren seguir en
Europa y no quieren salir, en contra de lo que quieren Inglaterra y Gales.
Nicola Sturgeon ha dicho que con el resultado del jueves han alcanzado una
legitimidad suficiente para celebrar el referéndum de secesión, sin necesidad
de recurrir a la autorización necesaria del parlamento de Westminster o de
Londres.
Sin embargo, Johnson ha dicho antes y después de las
elecciones que no cometerá el error de David Cameron de aceptar un referéndum
secesionista en Escocia y que lo va a impedir. En Escocia, no solamente se votó
a favor de la independencia, sino que era también un voto contra Boris Johnson,
quien hizo unas declaraciones nada amables con relación a Escocia y los
escoceses lo han castigado. Ahora, el Primer Ministro lo tendrá difícil para
convencer a los escoceses.
En Irlanda del Norte,
la victoria de los partidos republicanos (el Sinn Fein a la cabeza), frente a
los unionistas, agrupados en el partido DUP (las siglas en inglés del Partido
Demócrata Unionista), ha supuesto un vuelco porque los partidos ganadores
también están en contra del brexit y piden su unión con Irlanda, separándose de
Gran Bretaña. Allí, en el Ulster, no se ha entendido bien cómo acabará el
brexit en lo que se refiere a la frontera con Irlanda. Los acuerdos o la Paz
del Viernes Santo (1998) quieren preservarlos para no volver a la violencia que
representó el IRA.
La mayoría absoluta del Partido Conservador ha sido labradas
solo ha sido da sobre la fuerte derrota
del partido laborista de Jeremy Corbyn, que ha conseguido solo 203
diputados sobre los 262 que tenía en la anterior legislatura. La derrota, dicen
todos los comentaristas, hay que atribuirla al Corbyn no sólo por su posición
dubitativa en relación con el brexit, sino por presentar un programa muy de
izquierdas, con nacionalizaciones, mayor peso del sector público, un programa
que no ha entusiasmado a los trabajadores, como puede verse por sus derrotas en
las circunscripciones laboristas de siempre, como las circunscripciones de Blyth
Valley y Workington.
Corbyn anunció que no volvería a presentarse a las elecciones
como líder de los laboristas, pero no ha dimitido, y se ha tomado un periodo de
reflexión hasta el congreso de su partido: no quiere soltar ni su programa, ni
su influencia en el partido. Su indefinición ante el brexit (pedía otro referéndum,
pero no dijo lo que él votaría) y su izquierdismo radical, le han hecho perder
las elecciones.
También caras largas en los liberales británicos, que, aunque han perdido solo un diputado, en
realidad esperaban mucho más y su líder,
Jo Swinson, no ha podido ser reelegida y ha dimitido. Ahora el grupo cuenta
con 11 diputados, muy pocos ante la mayoría aplastante del Partido Conservador.
Gran Bretaña se enfrenta a un futuro lleno de claroscuros.
¿Seguirá con su populismo Boris Johnson?
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