Parece que los ánimos están más apaciguados en Catalunya, de
modo que no parece que haya más intenciones de ocupar aeropuertos o estaciones
de tren, o cortar carreteras, fronteras y vías de tren, por el momento, y
tampoco parece que se van a repetir las escenas de guerrilla urbana como
ocurrió después de la sentencia del procés.
La Guardia Urbana, custodiada por los Mossos d’Esquadra, terminó ya con la
ocupación de la plaça Universitat, con el desalojo de los allí todavía
existentes, la noche del martes al miércoles, y junto a ellos, 25 toneladas de
residuos.
El juicio al president de la Generalitat, Quim Torra, por
desobediencia, y la probable sentencia de inhabilitación, abre las puertas, en
Catalunya, a unas elecciones anticipadas para la primavera del año próximo.
Ahora ha reaccionado la burguesía, con los empresarios al frente, que ha dicho
“basta” al desorden callejero, a las huelgas universitarias promovidas por
independentistas frente a los que querían clases, los cortes de carreteras y
fronteras, las “okupaciones” de nudos
de transportes, etc., que han llevado a una mayor radicalización y división de
la sociedad.
Por otro lado, la prensa no independentista ya ha pedido la
cabeza de Quim Torra y que se celebren elecciones catalanas, pues el actual
presidente no gobierna y se dedica al activismo político, contribuyendo a
encrespar más los ánimos en la calle, en las empresas y todo ello repercute en
el mundo de los negocios, especialmente del comercio y las inversiones.
Dos señales de alerta, entre otras, han sido calves: la presidente
de La Caixa, Jordi Gual Solé, y, sobre todo, el presidente de Seat, Luca de
Meo, quien dejó caer que la fábrica podría decidir la construcción o ensamblaje
de los nuevos modelos en otras fábricas españolas o europeas de continuar la
situación de tensión y cortes en las calles, carreteras, fronteras y vías de
tren de Catalunya. Además, la patronal Fomento del Trabajo ha pedido también el final de los altercados. Algo se ha movido en Catalunya después de años de
“comprensión” y dar cobertura de alguna manera al independentismo.
¿Podemos decir que es el fin del conflicto catalán? Ni mucho
menos. Todos quieren diálogo y que el conflicto se arregle por las buenas, con
buen entendimiento (“entesa”) entre
los gobiernos de Madrid y Barcelona, entre las clases políticas de una y otra
parte.
Esto no significa que la burguesía catalana quiera un
gobierno u otro en Madrid. Lo que quiere es la solución del conflicto y, de
manera explícita, que se vaya el señor Torra, incapaz de dialogar por su
recalcitrante e irredento independentismo. Es cierto que se hace difícil el
diálogo cuando dirigentes independentistas están en la cárcel o en el
extranjero (tarde o temprano tendrán que volver), pero ahora debería imponerse
el pragmatismo.
No es posible sacar de la cárcel a los que están condenados, pues
para una amnistía debería modificarse la Constitución, ni que vuelvan los que
han huido sin que pasen por la justicia. Pero hay que resolver los problemas
con lo que hay. Tampoco es posible la independencia hoy sin mayoría social. Lo
importante es hablar y poner las cartas sobre la mesa.
¿Lo arreglará un gobierno PSOE-Podemos? Si no se incorpora
al diálogo el Partido Popular sería perder el tiempo. Pasó con el Estatut y el
Pacte del Tinell: se excluyó al PP y todavía pagamos las consecuencias. Porque
la solución de Catalunya o es un pacto de Estado o será papel mojado.
Y para los pactos de Estado deben estar los partidos
de mayor representación en el Congreso y el Senado. España es una realidad
plural, y la parte no es superior al todo, más cuando el apoyo al
independentismo en Catalunya y el País Vasco va a la baja. Bueno sería también
que se rebajara la tensión en el resto de España, y esto es labor del Gobierno y
de los partidos constitucionalistas.
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