Otra
vez nos estamos moviendo en lenguajes ambiguos, en reuniones secretas, en
juegos de malabar semántico, entre Barcelona y Madrid. Es el juego al que nos
tienen acostumbrados los independentistas catalanes desde hace años.
Ahora
ha salido la figura del “relator”, que parece el título de una película de
suspense. ¿Qué significa? Según el gobierno de Madrid es solo un testigo, pero en
lenguaje independentista quiere decir “mediador”: mediar negociación entre las
dos partes (Catalunya y España) en plena igualdad para alcanzar la
independencia. Es lo que piden los 21 puntos que Joaquim Torra, president de la
Generalitat, presentó a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, el pasado mes
de diciembre, en Barcelona.
Hay
que agradecer al president Torra el haber dado luz a estos puntos, que estaban
en el secreto de los negociadores (Gobierno y Govern). De los 21 puntos, unos
son claramente contrarios a la Constitución y no parece que Pedro Sánchez –aunque empecinado
en sacar los presupuestos y resolver el conflicto catalán—los vaya a aceptar, otros
son factibles y también los hay folclóricos, como “asegurar el respeto a los
derechos humanos” (n. 14), o “acabar con la limitación de los derechos
fundamentales” (n. 9). Y eso ¿no será vago? Para los independentistas la autodeterminación
es un derecho humano y fundamental, anterior a los otros. Luego no es tan vago.
Y
otra cosa ¿por qué Torra hablar de la necesidad de mejorar la imagen de España
en el mundo? La propaganda independentista, ayudada por rusos e israelíes, no
ha hecho otra cosa que alimentar en Catalunya y en el extranjero la imagen de
la anti-España. Es un sarcasmo.
El
centro-derecha y la derecha se han puesto en pie y han condenado a Pedro
Sánchez, por pretender reformar España --tal vez partirla-- y con solo 83
diputados sobre 350, estando el Senado en manos de la oposición. Realmente es
una osadía. Por eso Sánchez ha escrito – le han escrito—el libro “Manual de Resistencia”
que saldrá por estas fechas.
Qué
duda cabe que el juego de Sánchez tiene manifiesta audacia, pero ¿también temeridad?
Con
sus 24 puntos, Quim Torra quiere nada menos que gobernar España, o condicionar
al gobierno de España, cuando no tiene ni la mitad de los votos de los
catalanes, pues el conflicto está en primer lugar entre los catalanes. También
eso es una osadía para Torra, pero no tiene nada que perder, mientras que Sánchez
tiene a medio partido levantando alarmas y temores por el caso catalán, y ante
las elecciones de mayo.
Una
cosa es indudable. Se vea como se vea, el conflicto catalán está condicionando
la vida política española en un alto grado. Torra y los independentistas solo
hablan de lo suyo, de la independencia, de los presos, de burlar una y otra vez
al gobierno, a las Cortes y a la justicia española (que la verdad deja que
desear como el caso del fiscal de la Audiencia que reprochó a los jueces de
Catalunya estar condicionados por el independentismo).
Por
otro lado, y en mi opinión, no creo que haya sido lo mejor para la justicia
española que el presidente del Gobierno haya defendido a magistrados, jueces y
fiscales ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). La Justicia no la
debería defender el presidente del Gobierno, ante otros jueces que van a
encontrarse con el tema de los presos catalanes dentro de poco. Pero su tozudez
en tener una relevancia internacional, aunque gobierne un año, es muy
manifiesta.
Para
volver al tema del “relator”, Pedro Sánchez, campeón de la “Resistencia”, no se
va a doblegar por una manifestación, por grande que sea, en las Plaza Colón de
Madrid. Harán falta cosas más decisivas.
Seguramente
veremos cosas mayores. Donde Madrid dice reunión entre dos partidos, en
Barcelona se entiende “reunión-negociación bilateral entre dos gobiernos”.
¿Cuál
será la próxima?
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