Los enfermos no necesitan la eutanasia, sino que les traten el dolor con cuidados paliativos, para bien morir junto a los suyos
La vida humana es frágil,
especialmente en su principio y su final. En esos límites en torno al nacimiento
y la muerte de una persona, a menudo se plantean decisiones difíciles y
trascendentes. ¿Qué puede ayudar a acertar?
Para orientarse en esos
momentos, puede ayudar un principio "brújula": "Nadie es
amo absoluto de la vida. No existe un derecho a disponer
arbitrariamente de la propia vida. La medicina debe curar, y existen
también las curas paliativas que van contra el dolor para que el enfermo no
sufra”.
Lo dice el obispo de
Urgel y copríncipe de Andorra, Joan-Enric Vives, este mes en una carta pastoral,
en la que recoge también lo que los enfermos y sus familias piden en esas
situaciones difíciles.
Necesitan "el
tratamiento del dolor y el abordaje del sufrimiento, el control de efectos
secundarios y colaterales, la mejora de la calidad de vida y de la autonomía
del paciente, la ayuda a las familias en estas situaciones, el morir en
compañía de los seres queridos, con la asistencia espiritual y
sacramental".
Estos elementos "son
precisamente los que configuran lo que conocemos como cuidados paliativos”, explica.
Para responder a esas
necesidades hace falta profesionalidad y humanidad, acompañar y hacer concreto
el amor.
El artículo 36.3
del Código de Ética y Deontología Médica de la OMCE afirma que “el
médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni
siquiera en caso de petición expresa por parte de éste… Además, es necesario
resaltar que el ser humano es un ser con los otros y para los otros.
Este es el fundamento último de la sociedad. Y en este contexto, el Estado
tiene la obligación de proteger la vida de todos los ciudadanos”.
Joan Enric Vives, también
copríncipe de Andorra -país en el que abortar es ilegal-, afirma que la Iglesia
defiende la vida y considera que la eutanasia es “un mal moral y un atentado a
la dignidad de la persona".
Por su parte el papa
Francisco ha dicho recientemente a los médicos católicos del mundo que “la
misión de la Iglesia es defender la vida, desde su concepción hasta su final
natural”.
En su discurso a la
Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos, el Papa dice que
se debe “humanizar la medicina” y defender a los débiles, a
los enfermos, pues es necesario hacer frente a “la tendencia a degradar
al enfermo, considerándolo como una máquina que hay que arreglar, sin respetar
los principios morales y explotar a los más débiles descartando
cuanto no encaja con la ideología de la eficiencia y el beneficio”.
Leyes contra la vida
¿Dónde se desprecia la
vida? Pues en muchas leyes
en vigor, en muchos países, y en otros donde los parlamentos quieren leyes
abortistas, o la eutanasia, o pisotean la bioética.
Es el caso de Argentina,
Chile, Irlanda del Norte, España, Portugal, en varios países
latinoamericanos, en algunos estados norteamericanos y en varios países
de Asia y de África a los que los grupos de presión políticos,
mediáticos e internacionales califican de “atrasados” por tener leyes que
defienden la vida.
Por ejemplo, la
Conferencia Episcopal española prepara un documento en favor de la vida, ante
la proposición de ley a favor de la eutanasia y del suicidio asistido, presentada
por el Partido Socialista al Congreso de los Diputados.
Los obispos, siguiendo la
doctrina del papa Francisco y de sus antecesores en el tema de la defensa de la
vida, han dicho que esta defensa, debe ser “clara, firme y apasionada”,
y abarca “desde la concepción del ser humano hasta su final natural”.
En varios países se han
elevado oraciones –especialmente rosarios—para que no sean aprobadas en los
parlamentos respectivos leyes que vayan contra la vida.
En el caso de Portugal
-cuyo Parlamento rechazó un proyecto de ley regulador de la eutanasia a finales
de mayo- los católicos pidieron a la Virgen de Fátima su patrona que ayudara a
respetar el derecho a la vida de los enfermos.
También las otras
religiones elevaron oraciones en favor del derecho a la vida y contra el
proyecto de ley de la eutanasia.
Precisamente en Portugal,
los partidos políticos dieron libertad de voto a sus diputados, puesto que el
problema de la eutanasia es una cuestión de la conciencia de cada diputado y no
una cuestión política.
Todas las confesiones
religiosas, sin excepción alguna, apoyaron el derecho a la vida y rechazaron el
proyecto de ley.
Los diputados votaron
mayoritariamente en contra. No ocurre en otros países donde los partidos
obligan a los suyos a la obediencia en estos temas como el derecho a la vida.
Gestos por la vida
En la defensa de la vida,
el papa Francisco tuvo un gesto espectacular al recibir a una mujer
italiana que quería abortar al hijo que llevaba dentro.Estaba divorciada y
el padre del niño no quería reconocer a su hijo, pues estaba casado y con
hijos.
El Papa, con emoción la
recibió y escuchó el agradecimiento de la señora italiana que optó para que
naciera su hijo, siguiendo el consejo de Francisco.
El mismo Papa ha dicho en
varias ocasiones que los católicos deben unirse a otras personas y
grupos que, sean o no creyentes, trabajen en favor de la vida.
Una novedad de última
hora: el arzobispo de Edimburgo, en Escocia, Leo William Cushley, acaba de
inaugurar un centro a favor de la vida, después de haber visto de cerca los
debates sobre el aborto en Irlanda con motivo del referéndum del pasado mes de
mayo.
El centro provida de
Edimburgo es el primero que se establece en Escocia, donde el aborto es legal.
El objetivo es promocionar la vida y contra el aborto, pues “el aborto no es
nunca la solución”.
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