Finalmente Cristina Cifuentes ha dimitido. Y lo ha hecho por
un máster irregular y dos potes de crema antiaging
de Eroski, pillada in fraganti,
en el año 2011. Es toda una lección. Si esto sirve para que se acaben las
irregularidades académicas y los hurtos en los supermercados, bienvenida sea la
dimisión. No la voy a defender: Cifuentes se fue porque la situación en la Comunidad
de Madrid ya no se aguantaba por ningún lado.
Cifuentes era un verso suelto dentro del Partido Popular.
Había participado en los gobiernos de la gran corrupción del PP de Madrid, pero
no han podido probar, hasta ahora, su participación en las grandes tramas de
corrupción de su partido. Parece ser que, bajo la presidencia de la popular Esperanza
Aguirre (no se enteraba de nada) muchos robaban a manos llenas y Cristina quiso
hacer una transición hacia un partido con manos limpias, que no la ha
terminado. El PP necesita un purgatorio en la oposición, a un año de las
elecciones autonómicas dudo que el PP pueda seguir presidiendo la alcaldía y/o
la comunidad de Madrid.
Dicho esto, he de decir como profesor universitario y ex
Decano, que ha habido –y hasta ahora hay-- pufos, arreglos, cambalaches, etc.,
en los masters y postgrados universitarios. Hay quien piensa que dado que los
masters son muy caros, solo con matricularse tienen derecho al título. Y si son
políticos, y tienen un bajo currículo académico, van a por títulos. No que se
los regalen, pero se pueden conseguir con facilidades (no asistencia a clase,
convalidaciones excesivas, trabajos aprobados sin el rigor académico necesario…).
En España existe todavía la enfermedad de la “titulitis”: si no tienes un par o tres
de masters no eres nadie. Y la gente mira los currículos de los políticos, y si
no tienen una titulación universitaria son blanco de críticas. Entre los
partidos de izquierda era fácil encontrar a dirigentes que no habían pasado de
la ESO, o que solo habían cursado un año de la carrera que exhibían haber
cursado. Los partidos de derechas son más exigentes y se requiere tener masters
por un tubo, y en algún caso si no los tiene –dado que quiere hacer carrera—los
compra.
En cuanto al robo de dos potes de crema antiaging (rejuvenecedora), la verdad –me permite el lector—es muy “cutre”. A Cifuentes la habían
chantajeado por las imágenes, que luego se han publicado, tomadas en un súper
de Eroski. No puede un político ejercer un cargo bajo chantajes, pequeños o
grandes.
Dentro de poco a Cifuentes no la nombrará nadie. Ha empezado
la gran batalla de Madrid, tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento. Es
por aquello de que quien tiene Madrid tiene el poder. Es el centralismo. Madrid
es mucho Madrid, y las batallas no son tácticas o de guante blanco, son
batallas a vida o muerte. Que se lo digan a Errejón. La política a veces se mueve entre los cutre y lo grotesco.
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