El debate a cuatro, de los cuatro principales candidatos a
la Presidencia del Gobierno en España, resultó un más de lo mismo, un “déjà vu”, y el único interés era cómo el
candidato socialista, Pedro Sánchez, hacía frente a las encuestas que le dan
por debajo de Podemos. No lo consiguió. Insistió una y otra vez en su “Mire
señor Rajoy…”, cuando queríamos ver a Pablo Iglesias.
No da más de sí Pedro Sánchez y mucho nos tememos que será
sustituido de cumplirse los pronósticos de las encuestas. No levanta el voto de
la abstención, ni consigue atraer al voto que se le fue a Podemos. Es una pena.
España necesita de un PSOE fuerte, pero le falta liderazgo.
El PSOE tiene una espina profunda clavada que se llama
Partido Popular. Tanto se ha demonizado al Partido Popular que ahora los
socialistas son incapaces de llegar a un mínimo de acuerdos o pactos de
gobierno con él. En los ayuntamientos y comunidades autónomas lo ha pactado
todo con Podemos y sus marcas sin dejar un resquicio para poder jugar a derecha
y a izquierda como partido centrado. Fue Iglesias quien reivindicó el “buen
gobierno” de “sus” ayuntamientos y comunidades autónomas (por cierto apoyadas
por el PSOE). Sánchez ni siquiera reclamó un elemental beneficio por haber aupado
a estos gobiernos.
Bien estuvo Pablo Iglesias. Se agazapaba como una anguila
cuando se tocaban problemas que le apartaban de su nuevo discurso socialdemócrata.
Cuidó en decir que no le gusta el “brxit” británico y que está a favor de
Europa y del euro. Y lo curioso es que los trapos sucios se los sacó con dureza
Albert Ribera, de Ciudadanos. No se los sacaron ni Rajoy ni Sánchez.
Albert Ribera quedó bien, quedó airoso, cuando en principio
no lo tenía demasiado bien ante el riesgo de verse atrapado como un sándwich
entre los grandes. Sacó pecho y cantó las cuarenta tanto a Rajoy como a
Iglesias. A los socialistas ni los rozó. Sigue vigente el pacto de fondo entre
PSOE y C,s, que se ha transformado en esta campaña en un pacto de no agresión
mutua. Ribera miraba al votante del Partido Popular y no quería sangrar por
ahí
Rajoy retomó los logros en su legislatura, pero nadie le
afeó su inmovilismo en los momentos cruciales de los secesionismos y de la
corrupción. El problema de Rajoy es que cuando hay un tema demasiado delicado,
difícil de resolver desde el despacho o con una hoja de Excel, se agazapa y no
toma decisiones. Salió bien del debate. Veremos lo que dicen las encuestas de
opinión definitivas.
La pregunta: ¿Se visualizaron pactos? No, salvo el PP con
Ciudadanos y Unidos Podemos con los socialistas. Pedro Sánchez no se mojó, y es
natural, pues de la decisión de Sánchez dependerá el futuro gobierno, tanto
mirando a la derecha como a la izquierda. Iglesias fue claro: si hay “sorpasso”
él será presidente del gobierno si hay pacto con los socialistas. El PSOE está
en el fiel de la balanza: no hay gobierno sin PSOE, del mismo modo que no habrá
reformas constitucionales sin el PP, puesto que sacará una fuerte mayoría, si
no mayoría absoluta, en el Senado.
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