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Los celos no son “una prueba más” del amor



Está creando gran malestar entre los padres por el hecho de que sus hijos adolescentes –especialmente las hijas—estén“enganchadas” con otro adolescente en el WhatsApp.

El WhatsApp es un un excelente instrumento de comunicación, pero en ocasiones está fomentando el machismo entre los adolescentes, por el control absoluto que, a veces, quiere tener el chico sobre la chica.

Por ejemplo, en España, según el ministerio de Sanidad, cerca de un 30% de los jóvenes “acepta” el control machista sobre el WhatsApp y el uso de las redes sociales por parte de “su” chico.

Es una especie de violencia de género; las autoridades, pero sobre todo los padres, deben vigilarlo en sus hijos.

La Delegación del Gobierno para la Violencia de Género española ha alertado a los padres, educadores y a los mismos jóvenes sobre un control abusivo en sus relaciones afectivas.

La periodista Miriam Blanco, de la Universidad Carlos III de Madrid, ha hecho un estudio de campo con 470 alumnos de entre los 12 y 17 años.
Descubrió que “siete de cada diez jóvenes consideran que los celos son una prueba más de amor”, y por eso las chicas aceptan que se les controle su móvil, su WhatsApp, su Facebook y su presencia en las redes sociales.

Para complacerlos, ellas son capaces de soportar todo tipo de celos, humillaciones, auto imponerse la forma de actuar en cada momento, dudar continuamente sobre lo que se debe o no se debe hacer.

Chantajes emocionales, controles continuos sobre amigos, familia, vestuario, horarios, fotos publicadas en redes sociales, a través de Whatsapp, señala Miriam Blanco.

En esta línea las adolescentes de este tipo tienen una baja autoestima, viven atadas a “su amor”, bajan su rendimiento escolar, y viven en una permanente inmadurez emocional, además que en una zozobra permanente.

Un caso real. Una chica de 16 años, con el nombre ficticio de Cristina, afirma que ha roto una relación de dos años y medio con un chico un año mayor que ella, refiere el diario de Barcelona Ara.

Me obligaba a darle siempre mi móvil para revisar con quién había hablado, se ponía nerviosísimo si no respondía con rapidez a su WatsApp si lo tenía abierto, me controlaba mis actualizaciones, los “likes” que había puesto, me obligaba a no hablar con otros chicos… era un calvario”, recuerda esta chica.

Incluso, por la noche, cuando “nos habíamos dicho adiós, tenía que inventarme toda clase de excusas si mantenía mi WhatsApp abierto”.
Ante esta situación muchos se preguntan si no hemos entrado en una nueva era de machismo con el comportamiento entre los adolescentes. Las personas posesivas de este modo es fácil que puedan derivar a la violencia en lo sucesivo.

Los jóvenes necesitan ser educados en sus sentimientos, y esto deben hacerlo los padres como deber ineludible.

Otro caso, es el de Amanda, citado por Pilar Molina García, en moonmagazine.info. “Con catorce años (Amanda) inició una relación con un hombre cinco años mayor que ella. Al poco tiempo, empezaron los enfados, las actitudes violentas, llegando a convertir su vida en un infierno. Tres años después, sufrió una agresión en plena calle en manos de este individuo. Un equipo de profesionales se puso a trabajar en su caso, ayudándola a comprender que ella no era la culpable de aquella situación. Hoy Amanda ha recuperado su autoestima, retomando las riendas de su propia vida”.

Se podrían citar miles de casos de violencia machista en las redes sociales. ¿Cuáles son las soluciones?

La primera responsabilidad recae sobre los padres y sobre los educadores, que deben estar al corriente de lo que hacen sus hijos en edad adolescente.

Estos chicos y chicas necesitan que alguien les informe de cómo está el mundo, y de los valores que necesitan como mujeres y como hombres. Los padres no pueden dimitir de su función que es la parte más importante.

Miriam Blanco en su encuesta descubrió que cuatro de cada diez chicas dejaron de hablar con amigos, familiares o conocidos que no caían bien a su pareja.

Las cualidades que los chicos más valoran en ellas sonsensibilidad, simpatía, fidelidad y un buen físico. Lo que ellas más apreciaban en su pareja: fortaleza física y ese instinto singular de protección hacia la mujer.

Conviene informar a los adolescentes de lo que es un “amor romántico” de verdad, y que el corazón hay que tenerlo cerrado con siete cerrojos, sin entregarlo al primero que pasa.

La vida de piedad ayuda mucho, así como la práctica de virtudes como la laboriosidad, el compañerismo, la fortaleza, la templanza para controlar las emociones y un amplio conocimiento del otro sexo.

¿Es difícil? ¡Claro! Si fuera fácil la adolescencia ya no existiría y todos aprenderían por ósmosis de sus mayores. Sabemos que no es así.

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