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La libertad de enseñanza, la libertad religiosa y la escuela diferenciada


La libertad humana, del tipo que sea, requiere que sea conquistada cada día, lo mismo vale para la libertad sindical, la libertad política, la libertad de expresión, la libertad religiosa o la libertad de enseñanza. Los hombres de hoy se resisten a creer en la libertad y consideran que sus criterios personales o colectivos están por encima de los derechos de las personas y de las familias.

Lo mismo que la libertad de pensamiento o la libertad de expresión, o la libertad de crear asociaciones ciudadanas políticas o sindicales de todo tipo es un derecho incuestionable, o al menos poco cuestionado, en España la libertad de enseñanza tiene límites,  y en muchas ocasiones se la mira por canuto estrecho.

Hasta tal punto el canuto es estrecho que solo caben ellos, los predicadores de un modelo educativo a todas luces falto de libertad. Quieren que el modelo sea “único” (no plural), “laico” (lo que no es laico o tiene un tamiz algo religioso es malo para los ciudadanos, dicen) y público (solo los poderes públicos pueden gestionar escuelas que reciben fondos públicos y nadie más, porque todo lo demás va contra el igualitarismo). Esta concepción de escuela única, laica y pública niega tres principios fundamentales: la libertad de pensamiento y expresión, la libertad religiosa y la libertad de empresa.

El pluralismo escolar es la respuesta adecuada por parte de los poderes públicos al pluralismo cultural, ideológico y religioso. No bastaría que haya pluralismo dentro de una única escuela, se necesita la pluralidad de escuelas, pues si no sería un batiburrillo, como se ha demostrado en algunos países.

Cuando hablamos de los derechos humanos nos referimos, como es normal, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, suscrita por todos los países occidentales, establece en su artículo 26, 3. “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos".

El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales reafirma los mismos elementos: artículo 13, 3. “Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de los padres (...) de escoger para sus hijos (...) escuelas distintas de las creadas por las autoridades públicas, siempre que aquéllas satisfagan las normas mínimas que el Estado prescriba o apruebe en materia de enseñanza, y de hacer que sus hijos (...) reciban la educación religiosa o moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.
Y sigue: “4. Nada de lo dispuesto en este artículo se interpretará como una restricción de la libertad de los particulares y entidades para establecer y dirigir instituciones de enseñanza, a condición de que se respeten los principios enunciados en el párrafo 1 y de que la educación dada en esas instituciones se ajuste a las normas mínimas que prescriba el Estado".

Porque ¿quién es el depositario del derecho a la educación? Los padres, no el estado, ni el sindicato, ni el municipio, sino la familia que es la principal responsable de la educación de sus hijos. El estado debe garantizar una educación mínima para todos los ciudadanos, de calidad y gratuita, pero no debe entrometerse en si un sistema es mejor que otro.

La Constitución Española de 1979 fue el resultado de un pacto entre las fuerzas laicistas de izquierdas y las fuerzas conservadoras. Allí se alcanzó un pacto sobre la base de los Derechos Humanos y se redactó tras muchas discusiones el artículo 27 que establece el derecho a la enseñanza gratuita en los niveles obligatorios, el derecho de los padres a elegir el tipo de educación que quieran para sus hijos y el derecho a la libertad para la creación de centros docentes, entre otras cosas.

¿Por qué no se acepta la libertad de enseñanza? Simplemente por una cuestión ideológica, de aquellos que quieren, desde los poderes públicos, controlar la educación en España, haciéndose los únicos depositarios de las verdades sobre el hombre y la mujer en su territorio y dicen: esto conviene y aquello no conviene. En definitiva van contra la libertad. Naturalmente, no se trata de una libertad que lleve a cada uno a hacer lo que quiera, sino que esta libertad debe moverse dentro de un marco legal respetuoso con el pluralismo existente en la sociedad.

En realidad, en España, donde se han aprobado ya ocho leyes orgánicas sobre la educación en menos de 40 años de democracia –cada partido de turno hace la suya—es necesario llegar de nuevo a un “pacto escolar”, a un pacto entre los partidos políticos para crear un marco legal estable, de modo que gobierne quien gobierne se sentirá cómodo dentro de este marco. Hasta ahora solo se consiguió el pacto a nivel constitucional, y nada más. La falta de seguridad jurídica distorsiona la gestión de los centros y de la enseñanza en general, de modo que hoy España está mal situada entre los países de la OCDE y de la Unión Europea sobre calidad de enseñanza (informe PISA).

Entonces, la escuela diferenciada (la que imparte la enseñanza en escuelas diferenciadas a chicos y chicas en los niveles obligatorios) ¿por qué es cuestionada? También por motivos ideológicos, pues desde el punto de vista de los derechos humanos nadie cuestiona ese modelo educativo. Ahí están las sentencias del Tribunal Constitucional español y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, a favor de estas escuelas. Pero como es un modelo que no solo suele tener un cierto éxito,  y que está en escuelas dirigidas por instituciones católicas, y más en concreto por la Prelatura del Opus Dei, y teniendo en cuenta la ideología de género que han adoptado ciertas corrientes de izquierdas, la polémica está servida.

En realidad esta polémica se da en España y no en otros países. ¿Por qué? Porque en este país hay una presión mediática sobre todo lo que huele a religión católica: una veces contra procesiones por Semana Santa, otras veces que si hay que eliminar la religión de las escuelas, y   otras si hay que quitar las ayudas a la enseñanza obligatoria a las escuelas que diferencian por sexo.


La batalla de la libertad, especialmente de la libertad religiosa y la libertad de enseñanza, siempre será dura, larga y apasionada, pero al fin la verdad sobre el hombre resplandecerá en el amor a la libertad. Pero los defensores de la libertad no podemos bajar la guardia.

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