El
debate de investidura ha dado a conocer algunas claves de la política española.
Ha sido de alguna manera una sorpresa que Pedro Sánchez dijera tan claro y tan
alto que el independentismo vasco, catalán y de donde viniera no tienen futuro
en un gobierno socialista, y que no acepta ningún referéndum de
autodeterminación, que en el lenguaje catalán se le llama “consulta”.
De alguna
manera sorprendió que Democràcia i Lliberat (antigua CiU), por boca de Francesc Homs. recuperara el
referéndum cuando sus dirigentes – Artur Mas. Carles Puigdemont y Oriol
Junqueras—han dicho que el independentismo ha superado ya la consulta para ir
directamente a un estado propio. Homs tuvo una intervención nada brillante al
leer todo su discurso con dificultad, y basando su línea argumental en el
profesor Pérez Royo, de Sevilla, candidato de Podemos que luego cayó de la
lista.
Si
escuchamos las intervenciones de Esquerra Republicana (Joan Tardà) y de DiL
(Francesc Homs), coinciden en una cosa: la independencia de Catalunya depende
absolutamente de que Podemos gobierno en España. ¡Pues que Dios nos coja
confesados!
Tardà,
quien hace unos meses se despidió del Congreso y de Sus Señorías dándoles “una
patada en el culo” porque Catalunya sería independiente el 27 de septiembre,
con las elecciones catalanas, ahora tiene que cumplir la penitencia de seguir cuatro
años más en el Congreso, y de sus pocas ganas de estar en el escaño encontramos
sus palabras de que si Sánchez sale elegido lo lamentaba por los que viven en el
Reino de España, porque “nosotros nos vamos”. Ya hace años que se va Tardà,
incluso con patadas a los traseros, pero sigue ahí porque esa independencia
depende de los señores de Podemos.
Tal fue
la intervención de Tardà, que el candidato Pedro Sánchez tuvo que decir varias
veces que no quiere que la estabilidad de su gobierno dependa de Esquerra
Republicana ni de los independentistas de DiL, que es lo que debería pasar si
aceptaba un gobierno con Podemos, y por eso, dijo Sánchez, “no es posible un
gobierno de izquierdas”, sin romper la unidad de España.
Y ahí
está el problema de los independentistas: solo conseguirán un referéndum de
autodeterminación (que no es la independencia) si gobierna en España con Podemos. Y
Podemos, según se vio el miércoles, es una amenaza para el ancoraje de España
en las instituciones de las democracia Occidentales.
Tanto
es esta dependencia del independentismo de que gobierne Podemos, que cuando
Francesc Homs dijo aquello de “sí que es posible un gobierno de izquierdas,
señor Sánchez”, éste le replicó que no sabía que Homs se hubiera convertido en
el portavoz de la izquierda radical. En las filas de los partidos no
independentistas en el Congreso (Partido
Socialista, Ciudadanos, Partido Popular y Podemos) se peguntó si CDC
(Convergència Democrática de Catalunya, había dado un giro a la izquierda tan
fuerte que habría roto los puentes con el centro político. Se les contestó que
hoy Artur Mas está al frente del partido para redirigirlo al centro, tras haber
roto con él.
Y con
el Partido Nacionalista Vasco pasaron algunas cosas que son de poco recibo.
Sánchez, después de parlamentar con ellos y establecer comisiones de
negociación, bajo cámaras de TV y fotos como con todos los demás, fue
completamente ninguneado por el candidato a la Investidura. Está claro que la
coalición PSOE-Ciudadanos no contempla pactos con los nacionalismos, aunque sean,
como ahora el PNV, moderados.
El
viernes se van a evidenciar más cosas, y sobre todo la semana próxima en que la
España sin gobierno y sin capacidad para pactos, pide nuevas elecciones, aunque
nadie lo quiera. Antes, sin embargo, debe quemarse Rajoy quien hizo un discurso
brillantísimo, peo no convenció ni al PSOE, que le tiene tachado, ni a
Ciudadanos, en que Rivera pidió que se vaya Rajoy. Si Rajoy recibe el encargo
de formar gobierno y no lo consigue –no lo conseguirá—no tiene otra salida que
abrir paso a su sucesión y el PP entrará en ebullición, aunque su techo bajo
con o sin Rajoy está por encima delos 100 escaños.
¿Y
Sánchez? No lo tiene tan claro como dicen algunos. La militancia solo le votó
en el referéndum interno un 50 por ciento y de ellos el 80 por ciento están a
su favor. ¿Qué pasará en unas primarias? Es una incógnita, y dentro de dos
meses el PSOE se reúne en Congreso.
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