Escuché con atención la
entrevista que el jueves tuvo el president Artur Mas con el periodista Josep
Cuní, que se ha convertido en un referente político catalán en la televisión.
He de reconocer que, por vez primera con Artur Mas, Cuní fue incisivo, y le
preguntó muchas de las cosas que están en la calle.
Artur Mas, en este
momento, no es la solución ni para el independentismo ni para catalanismo que
no quiere irse de España. No se quiere ir, porque debe "cumplir un mandato",
dijo, y no quiere dejar el “procés” en manos de la CUP. Vino a decir –lo
destacó Cuní—“o yo o no hay poroceso”. Pero es más: ya anunció que si hay
elecciones se volverá a presentar. Es patético.
Hoy, salvo Artur Mas y su
grupo de colaboradores (y también los Pujol), además de sus fans en la calle,
no creen que Artur Mas sea la solución, sino el problema que tiene empantanada
a Catalunya y sus habitantes. El jueves había grandes alborozos entre los de Junts
pel Sí --una coalición que ha hecho aguas en las primeras de cambio al no
repetir en las elecciones generales—sobre la posibilidad de un acuerdo con la
CUP, la cual quiere la independencia, sí, pero acompañada de la revolución
social, política y económica.
La CUP ya dijo que no
estaba de acuerdo con Mas, pero éste ha puesto cerrojo a su investidura. Sin
embargo, Artur Mas mantiene su grupito de amigos dentro de la CUP, como David
Fernández e incluso el poco político Antonio Baños que se resiste a dar por
finiquitada una legislatura, sin haber creado la República Catalana.
En la entrevista Artur
Mas, como hacen todos los independentistas, retorció las palabras, forzando sus
significados, pues una frase quiere decir esto y lo contrario al mismo tiempo,
como cuando habló de la resolución del Parlament, que anunciaba la
“desconexión” con España. Dijo que esta “desconexión” no es la que todos
entendemos (catalanes, españoles, ingleses, franceses, rusos, chinos y
musulmanes), sino la que él y los suyos entienden.
¿Qué dice el punto sexto
de esta resolución? El Parlament de Catalunya, com a dipositari de la sobirania i com a expressió del poder constituent,
reitera que aquesta cambra i el procés de desconnexió democràtica de l’Estat
espanyol no se supeditaran a les
decisions de les institucions de l'Estat espanyol, en particular del Tribunal
Constitucional, que considera mancat de legitimitat i de competència
arran de la sentència de juny 2 del 2010 sobre l’Estatut d’autonomia de Catalunya, votat prèviament pel poble en
referèndum, entre altres sentències. ¿Alguien puede explicar qué significa “no se supeditarán a las instituciones
del Estado español?”. Más claro el agua.
Naturalmente, Artur Mas negó que su
insistencia en no dejar la silla –dejarla a otro—signifique una voluntad de
permanecer en el cargo (¿?) (sic). Y además señala cuántas inversiones llegan a
Catalunya, pero no dice las que se van, y las que han hecho las maletas para
irse si esto de aquí se enreda y hay “desconexión”. El empresariado medio y
grande está en general descontento con la situación catalana, y Artur Mas es el
problema, y si se vuelve a presentar, nadie esperará—salvo los suyos-- ser la
solución, porque quien pacta salarios mínimos de mil Europa y rebaja en un plis
plas las listas de espera en un 50 por ciento, teniendo un endeudamiento (Catalunya)
del 140 por ciento de su PIB y viviendo de los préstamos (FLA) del Estado
permanentemente (porque el dinero de las farmacias y otros se ha ido para otro
lado) …
Bueno, si la solución es mantener este
estado de cosas y pensando que todo se solucionará con una independencia que
nadie va a conceder ni reconocer en el mundo, ya no es vivir fuera de la
realidad, sino en la luna.
Además, en el mundo independentista hay
dos piezas importantes que no conviene perder de vista: el cabeza de lista de
ERC, Gabriel Rufián, y su número dos Joan Tardà. El primero dijo el otro día en
el debate electoral televisado que la Constitución de 1978 era “fascista” (sic)
porque fue ponente Fraga Iribarne, y añadió: “¡ésta es la historia!”. ¡Pero
hombre! ¿Y Solé Tura (PSUC) y Miquel Roca (CIU) que fueron ponentes? Además, la
Constitución fue votada por más del 90 por 100 de los catalanes ¿Qué historia
le han enseñado a este muchacho? Y Tardà, que se despidió del Congreso en
verano, diciendo a sus señorías en el pleno: “El 27 de septiembre, les daremos
una patada en el culo”. ¡Pobre hombre!
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