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El obstáculo llamado Artur Mas

La pregunta de todos los días en Catalunya: ¿Cómo va a terminar todo? ¿Qué nos va a pasar? ¿Cómo saldremos de todo? Y preguntan desde fuera: Pero ¿por qué? ¿Tan mal os ha ido hasta ahora?

En este momento nadie sabe en Catalunya como va a terminar el “procés”, pero al mismo tiempo muchos ven que el “procés”, al no ganar el plebiscito, se ha transformado en una declaración unilateral de independencia, o sea en un callejón sin salida. Mientras tanto los calificativos de “hienas”, de “nos tratan como delincuentes”, de que el Estado “nos ataca por tierra, mar y aire”, o la afirmación de que hay que tomar “¡ya!” las instituciones del Estado presentes en Catalunya, están a la orden del día.

Y pregunto, ¿cómo es posible una declaración “amistosa” de independencia ante estos “piropos” que salen de Barcelona? Esto son síntomas de quien ha perdido el rumbo. El “procés” hacia la independencia de Catalunya, si todavía tenía algún amigo en el exterior, lo ha perdido con la aprobación de la resolución que declara romper con la ley y la Constitución del pasado 9 de noviembre.

Sin amigos en el exterior y atascados en el interior, los hombres y mujeres de Junts pel Sí están en una encrucijada que ni ellos mismos saben cómo va a terminar. Ni ellos, ni los anti sistema y anti europeos de la CUP, quienes tienen una cosa en la cabeza: votar una investidura del president es también votar un gobierno y no quieren que con su voto se forme un gobierno que sea “más de lo mismo”. “Pero el President ha de ser de Convergència”, dicen los de Junts pel Sí. Y responden, pues que lo sea otro, con más pedigrí social, como la vicepresidenta Neus Munté, la cual dice que ni hablar si no se lo pide expresamente Artur Mas. Se camina, pues, hacia unas nuevas elecciones autonómicas en marzo. No las quiere nadie, pero por el momento no se ve otra salida.

La victoria del 27-S fue una “victoria amarga”, al no alcanzar Junts pel Sí una mayoría suficiente tal que no puede siquiera investir al President. Artur Mas ha llevado el timón de su barco --al que siempre se refiere-- con bastante irresponsabilidad y con mucho aventurismo, creando división donde había unión, creando expectativas vanas, cerrándose al diálogo incluso entre los suyos. Sus seguidores de Convergència –solo queda la carcasa, pues son todos cargos de la Generalitat, de municipios, diputaciones y consejos comarcales—incluso están divididos, su gobierno está dividido y no quieren que el President sea investido “a cualquier precio”. Jordi Pujol, líder en la sombra del independentismo, se lamenta que Artur Mas no lo ha gestionado bien.

La gente no entiende lo que está pasando. Antes venían claros los objetivos de Junts pel Sí y de Artur Mas y su gente –o lo que queda de su gente—yendo hacia una independencia “tranquila”. Al perder el “plebiscito” del 27-S, sólo les queda un pacto con la CUP. O en el caso más remoto volver a reclamar un referéndum de autodeterminación y aliarse con Catalunya Sí que es Pot (11 diputados frente a los 10 de la CUP). Esto último es visto como una marcha atrás en el “procés”, y además Catalunya Sí que es Pot no aceptaría tampoco a Artur Mas. Miquel Iceta, líder del PSC, ha cortocircuitado esta posibilidad al pedir un debate parlamentario sobre la eliminación de la pobreza con Catalunya Sí que es Pot.

A  Artur Mas ya casi no le queda un pequeño hálito en su vida política. Ha vendido a la CUP los dos activos que tiene un President: convocar elecciones (lo ha cambiado por una moción de confianza a los nueve meses, es decir una presidencia con fecha de caducidad) y ceder el poder propio de un presidente en tres vicepresidencias. ¿Esperará Artur Mas que el PSOE gane las elecciones generales con Podemos el 20-D? Porque mientras hay vida hay esperanza.

Cabe otra pregunta: ¿por qué Artur Mas no se va? ¿No sería lo mejor para el “procés”? Esta es una decisión personal que la tomará cuando ya no le quede ningún cartucho. Ahora Artur Mas ha disuelto Convergència y crea otro partido, pero no despeja dos incógnitas fundamentales: ¿Quién será el líder de este partido? ¿Se presentará él en las próximas elecciones catalanas si son adelantadas?


Artur Mas hoy es un estorbo, no es la solución al independentismo sino su problema. Lo venimos diciendo hace mucho tiempo, y desgraciadamente el tiempo nos da la razón.  Y antes de terminar recuerdo aquellas palabras del diputado de Esquerra –que repetirá lista ahora—Joan Tardà, cuando orgulloso pronunció su último discurso en la tribuna: “El 27-S os daremos una patada en el culo”. Iluso. Podía haber sido más soez, pero no más tonto.

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