Finalmente, después de
tres años de especulaciones, sabemos quién es el nuevo Arzobispo de Barcelona.
Es el actual obispo de Calahorra-Logroño, Mons. Juan José Omella, quien
sustituirá al cardenal Lluís Matrtínez Sistach, de 78 años, quien ha gobernado
Barcelona por espacio der 12 años, tres más de los que permiten la edad
reglamentaria, después de haber sido obispo de Tortosa y arzobispo de Tarragona.
Han sido tres años de
quinielas, de presiones por todas partes, como siempre ocurre en los
nombramientos de diócesis importantes. Al final, ¿qué ha pasado? Se ha nombrado
un obispo de 69 años (le quedan algo más de cinco para presentar su dimisión
por motivos de edad), y es una persona elegida específicamente por el papa
Francisco. Es un obispo misionero (estuvo en
las misiones de los Padres Blancos en el Zaire), y sobre todo un obispo
de los pobres, siendo su obra culminante la pastoral que escribió el pasado
abril, “Iglesia, servidora de los pobres”.
No han ido a la sede de Barcelona el obispo de la Seu d’Urgell, mons. Joan
Enric Vives, hoy imprescindible por los problemas que tiene Andorra, de donde
es co-príncipe.
Dado que es originario de
un pueblo de Teruel (Cretes, limita con la tarraconense Horta de Sant Joan)
pertenece a la Franja, en el este de Aragón, donde se habla catalán. Cretes fue
hasta 1960 diócesis de Tortosa. Ha sido obispo auxiliar de Zaragoza, con el
arzobispo Elías Yanes, y después obispo de Barbastro-Monzón, antes de ocupar la
sede de Calahorra-Logroño.
Es un caso análogo a
Madrid. El cardenal Carlos Osoro, también un obispo de los pobres, pasó de
Valencia a Madrid, en sustitución del cardenal Antonio M. Rouco, después de
cumplir este los 78 años. Tanto Carlos Osoro como Juan José Omella son
especialmente hombres del papa Francisco, con un estilo de vida y una pastoral
“franciscana”. El papa Francisco no se deja llevar por presiones políticas: ni
por parte del gobierno español (que no quería un obispo nacionalista), ni por
parte de los grupos de presión nacionalistas de Catalunya, que querían un
obispo con “sensibilidad” nacionalista. Ha elegido un pastor, como ha desatado
hoy el cardenal Martínez-Sistach. Mons. Omella es un hombre capaz y lo hará
bien, dijo el cardenal.
Al papa Francisco no le
gustan los obispos y los curas politicantes, sino que se dediquen a su labor de
pastores “que huelan a oveja”, y que por encima de todo velen por el rebaño que
se les ha confiado para predicar el Reino de los Cielos y acercar las almas a
Dios. El nuevo arzobispo de Barcelona no es político, y no es independentista,
ni siquiera nacionalista. Es del papa Francisco, aunque deberá gestionar una
diócesis donde la política se ha introducido por muchos sitios, especialmente
en los momentos actuales.
El nombramiento ha
causado una cierta “decepción” en una parte del clero barcelonés, ya que no es
un obispo catalán, o con pedigrí nacionalista o catalanista. ¡Con tantos
sacerdotes y obispos catalanes que hay!, dicen. El nuevo arzobispo, en primer
lugar, no está contaminado de las distintas corrientes existentes en el clero
barcelonés, y procurará que los sacerdotes huelan a oveja y no a banderas.
Ya no se da en Catalunya
aquello de “volem bisbes Catalans”. Naturalmente los obispos han de
entender y conocer la lengua y la cultura catalanas, como es el caso de los
tres obispos valencianos que hay –de los 11 que existen en Catalunya—y ahora
del nuevo obispo aragonés de Teruel. Al fin y al cabo, quienes promovieron en
los años 60 la campaña contra Don Marcelo González Martín, arzobispo de
Barcelona, su interés no era precisamente “pastoral”, sino político, como lo demuestra
que gran parte de los firmantes no eran hombres de Iglesia, e incluso no pocos
eran comunistas del PSUC, o socialistas del PSC, así como numerosos
nacionalistas cuya presencia en los oficios litúrgicos era nula o casi.
En una rueda de prensa, el
cardenal Martínez Sistach ha informado que el nuevo arzobispo tomará posesión
el próximo 26 de diciembre. Afirmó que está contento con el nombramiento del
nuevo arzobispo porque “es el que ha querido el Papa” y le ha dado la
bienvenida en nombre de toda la archidiócesis. Ha destacado numerosos hechos en
su pontificado, entre ellos la consagración por el papa Benedicto XVI de la
Basílica de la Sagrada Familia y la partición de la diócesis en tres, de modo
que Barcelona es hoy sede metropolitana. “En estos años he tenido una gran
satisfacción” y ha alabado al clero y a los fieles de Barcelona. Finalmente
dijo que no conocía a fondo al nuevo arzobispo, pero defendió su catalanidad,
porque “nació en la provincia de Teruel, donde antes era diócesis de Tortosa, hasta
1960, y habla catalán, por ser de la Franja”. El Papa actual tampoco es italiano, y menos romano, es argentino y ocupa la sede de Roma, capital de Italia.
En los dos últimos años han
entrado en Barcelona 18 nuevos seminaristas. Por último, sobre el modo de
elección de los obispos hoy, el cardenal dijo que los procedimientos son
buenos, aunque perfectibles.
Comentarios
Publicar un comentario