Dos semanas después de las elecciones catalanas todavía nada sabemos de
quién el President de la Generalitat, ni qué política será la que aplicará el
Govern que salga del nuevo Parlament. Una cosa queda clara, que Junts pel Sí
ganó las elecciones, pero con un resultado que no le permite ni nombrar presidente
ni gobierno.
Junts pel Sí necesita el apoyo de los antisistema de la CUP (10 diputados),
y sólo de la CUP, si quiere llevar adelante el llamado “procés” hacia la
independencia. Podría pactar con cualquier partido de los cinco que estarán en
el nuevo Parlament, pero solo uno, el menor de ellos, la CUP, puede pactar el “procés”.
¿Qué pide la CUP? Para la CUP, haciendo gala de su visión asamblearia –ya
pidió un presidente rotatorio—pone su principal acento en el “qué, el cómo y el
cuándo”, antes de hablar del “quién “, es decir del President. “Hemos entrado
en una fase completamente nueva y caminamos hacia la República catalana”, han
dicho. Pide no acatar les leyes de Educación del ex ministro Wert, ni la Ley
Mordaza del ministro Fernández Díaz. Por supuesto, no acatar las sentencias del
Tribunal Constitucional. O sea insumisión. La CUP olvida que la Generalitat es
un sistema presidencialista y el quién es el que tiene el poder. Artur Mas
representa el hombre del poder y también del pasado, y por eso no gusta a la
CUP.
¿Qué más piden? También piden que se anulen entre 10 y 20 privatizaciones
realizadas antes, y que se dé agua y luz a todas las familias y que se elimine
el hambre. “La nueva república es para todos, y no un cambio de banderas ni una
transición entre elites”, dijo Antonio Baños el cabeza de lista de esta
formación. Además, quieren que la Generalitat haga un gesto “inequívoco de
ruptura con el Estado”.
Raül Romeva, el cabeza de lista de Junts pel Sí, que estuvo en la asamblea
de la CUP, dijo que casi todo lo que quieren es “asumible”, al menos por su
parte. Cuando llegó oyó gritos de “President, president!!”.º Sin embargo, otros
partidos y otras instituciones ven que la convergencia entre CUP y Junts pel
Sí, creará inestabilidad, y un giro hacia una izquierda utópica que supone no
pocos riesgos cara al futuro.
Tanto la sociedad como el Parlament de Catalunya están divididos en dos,
sin que haya puentes entre ellos, porque los unos quieren la independencia a
toda costa y los otros no la quieren. Pero además tampoco hay puentes con
Madrid, porque se han roto todos, según ha dicho Artur Mas en diversas
ocasiones. Junts pel Sí no cree en el Estado español, y si quiere hablar con
Madrid es para negociar la independencia y nada más. Madrid, por su parte,
quiere hablar de todo, menos de la independencia, según han dicho tanto Rajoy
como Pedro Sánchez en diversas ocasiones. ¿Un callejón sin salida?
Por otro lado, en diciembre se celebran elecciones generales, y en España
seguramente va a salir otro mapa político. En febrero veremos cómo va actuar
este nuevo mapa político con relación a la Constitución y con Catalunya. ¿Puede
Catalunya vivir al margen de España o contra España? Si se camina hacia
la ilegalidad, la cosa será muy complicada, y viviremos periodos de tensión
permanente. Catalunya era una sociedad tranquila y que vivía sin problemas
hasta la crisis económica del 2007. ¿Puede la economía vivir en estado de
crispación institucional y ciudadana? La economía, las empresas, necesitan
estabilidad política y objetivos a medio y largo plazo claros.
En Barcelona se celebran cenáculos de personas cualificadas preocupadas por
el futuro, tanto entre independentistas como entre los contrarios al independentismo. Nadie ha calibrado, si se
va a un periodo de transición hacia la independencia, cuánto va a costar a los
catalanes este periodo, ni cuánto tiempo va a durar.
Si los puentes se han roto, ¿qué queda? La pelea, la greña, y tal vez la
violencia. El otro día fue la reunión con los jueces, hoy el problema del
sabotaje al AVE. El independentismo ha tomado mucha delantera en el control del
lenguaje público, en los medios, en las propuestas, frente a quienes no son
independentistas que viven como ensimismados. No se ve en el horizonte ninguna
fuerza o líder capaz de aunar todas las fuerzas para hacer frente al
independentismo.
Por eso pienso que en Catalunya, durante un tiempo más o menos largo, habrá
ruido, bastante ruido, desacuerdos más que acuerdos. ¿Pasarán los años sin
pactos, sumidos en el desencuentro en lugar del encuentro? No sabemos cuánto va
a durar.
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