En este
segundo artículo veremos cuáles son las cuestiones que las conferencias
episcopales del mundo, recogidas por la Secretaría General del Sínodo, plantean a la asamblea sinodal de este mes de
octubre. Analizamos, por lo tanto, a grandes rasgos, el documento o Instrumentum
Laboris con el que van a trabajar los padres sinodales.
De
entrada, el documento, que se basa en parte en lo que se acordó en el Sínodo
Extraordinario del 2014 sobre la Familia, manifiesta su gozo y alegría por
tantas familias que siguen, a pesar de todo, fieles a la doctrina de la
Iglesia.
1.- Las
familias viven en un contexto sociocultural y antropológico adverso. Se “separa la sexualidad de la procreación”,
que es la causa de la disminución de la natalidad. Hay una visión de “cierto
feminismo” que ve la maternidad como una
explotación de la mujer. Hay tensiones en la familia por una “exasperada cultura individualista de la
posesión y del placer”, y está también la
ideología de género que admite la identidad hombre-mujer sin tener en cuenta “la diversidad
biológica entre varón y mujer”. Se pretende identificar una pareja del
mismo sexo con otros que tienen sexo distinto, cuando los roles paterno y
materno los define la biología del hombre y de la mujer.
2.- “La
familia sigue siendo el pilar fundamental e irrenunciable de la vida social”.
Es una comunidad de personas diversas unidas por el afecto. “Es el fundamento de la sociedad” y por
ello necesita protección por parte de los poderes públicos. La familia es
también un desafío a la soledad, una
de las grandes pobrezas de hoy. La familia se enfrenta a un desafío económico por el paro, los trabajos poco
seguros y poco dignos, la vivienda propia. La pobreza de muchas familias
impide la realización “de un proyecto de vida familiar adecuado a la dignidad
de la persona”, con formas de exclusión social. “Se rinde culto idolátrico al dinero”.
3.- La
tercera edad y la viudez.- En las sociedades avanzadas los ancianos
aumentan y la natalidad disminuye. Los abuelos “constituyen el anillo de conjunción”
entre las generaciones y son buenos transmisores de la fe a sus nietos. En la viudez, siendo una dolorosa
experiencia, muchos se vuelcan hacia sus hijos y sus nietos, que son un gran
consuelo. Los cristianos deben acompañar a las familias con discapacitados eliminando cualquier estigma y
prejuicio hacia ellos. También deben acoger y acompañar a los inmigrantes y
vivir la solidaridad, para que
entronquen en el nuevo país de acogida, en su cultura y geografía.
4.- La
familia, las mujeres y los niños.- El
papel de la mujer es “determinante en el crecimiento de la familia y de la
sociedad. En varias culturas el papel de la mujer está siendo discriminado,
y en muchos países es objeto de explotación sexual, de violencia dentro de su
mismo hogar, y se le exigen trabajos duros, a veces estando embrazadas, lo que
lleva a abortos y esterilizaciones forzadas. “Hay que defender y promover la dignidad de la mujer”. La mujer debe
ser mejor valorada en su responsabilidad
dentro de la Iglesia, interviniendo en procesos de decisión. Los niños,
igualmente son víctimas muchas veces de explotación laboral y sexual.
5.- Ante
el desafío bioético y la manipulación genética, el Sínodo propone que “es
preciso partir de la convicción de que el
hombre viene de Dios y que una reflexión capaz de volver a proponer las
grandes preguntas acerca del significado del ser hombres”. Y añade: “los grandes valores del matrimonio y de la
familia cristiana corresponden a la búsqueda que impregna la existencia humana
también en este tiempo marcado por el individualismo y el hedonismo. Hay
que alentar el deseo de Dios y la
voluntad de sentirse plenamente parte de la Iglesia, incluso en quien ha
experimentado el fracaso o se encuentra en las situaciones más disparatadas. El mensaje cristiano siempre lleva en
sí mismo la realidad y la dinámica de la misericordia
y de la verdad, que en Cristo convergen”. Por eso conviene cuidar la
formación de los jóvenes para el matrimonio, y acompañarlos en los primeros
años de su vida matrimonial. También formar bien a los futuros presbíteros.
6.- Respecto al “drama del aborto”, la Iglesia afirma el “carácter sagrado e inviolable
de la vida humana. Recuerda que la Iglesia tiene instituciones que trabajan con las madres solteras, con los
niños abandonados y con las mujeres que han sufrido aborto. Rechaza la “cultura
del descarte”, no solo para los no nacidos, sino también para los ancianos al
final de su vida. “El ser humano no es
un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar”. Es tarea de la
familia hacerse cargo de la vida naciente y en “en su última fase”.
7.- La indisolubilidad del matrimonio es la
entrega de por vida de los esposos, y debe entenderse como una elección y un
don de Dios y no como un yugo. La comunidad cristiana debe
celebrar los aniversarios de los matrimonios como una fiesta, y recordar que
“en Cristo es posible y bello vivir juntos para siempre”. Hay que descubrir “la belleza y las virtudes
propias de la vida matrimonial”. En
la puerta de entrada de la familia hay escritas tres palabras, dice el Papa
Francisco: “permiso”, “gracias”,
“perdón”. Recordar que no solo el hombre ha sido creado a imagen de Dios,
sino también la mujer, porque “hombre y mujer los creó”, dice el Génesis.
8.- Familia,
oración, fe.- Conviene “redescubrir” la oración en familia y la escucha en
común de la Palabra de Dios. “Para la vida de familia es importante redescubrir
el día del Señor”, así como hacer crecer una “espiritualidad familiar encarnada”. En cuanto a la fe, dice el Papa
Francisco, que hay que “dejarse aferrar
y guiar por el amor (…) la fe no es un refugio para pusilánimes, sino que
ensancha la vida” y hace descubrir “la vocación al amor”, el cual está fundado
en “la fidelidad de Dios, más fuerte que nuestras debilidades” (Lumen Fidei,
53)”. La comunidad eclesial debe mostrarse “acogedora” con las familias que
pasan dificultades y ayudarlas.
9.- Muchos
jóvenes tienen miedo a casarse, porque les asusta fracasar en el
matrimonio, o por causas económicas –la falta der seguridad en el trabajo—o por
comodidad. La Iglesia ve “con preocupación” esta desconfianza de los jóvenes
hacia el matrimonio que les lleva a matrimonios civiles entre hombre y mujer y
a las simples convivencias. El Sínodo propone “acompañar” a estos jóvenes hacia el matrimonio dentro de la Iglesia,
para dar solidez al afecto y a la educación de la prole. Hacer hincapié en la
gran misericordia de Dios. “la misericordia es la revelación de la fidelidad y
de la identidad de Dios consigo mismo y, al mismo tiempo, demostración de la
identidad cristiana”.
10.- Las situaciones irregulares de uniones
civiles o de hecho van afrontadas “de manera constructiva”, tratando de afrontarlas como
una oportunidad de cambio hacia la “plenitud del matrimonio y de la familia a
la luz del Evangelio”. El sacramento del
matrimonio “es una gracia grande para la familia humana” y la Iglesia tiene
el deber de anunciar esta gracia a todo el mundo. Por eso la Iglesia debe
“acompañar” a aquellos matrimonios con problemas, pues la experiencia demuestra
que “con una ayuda adecuada y con la Acción de la gracia, un gran porcentaje de crisis matrimoniales se superan de manera
satisfactoria”. El perdón debe prevalecer en el seno de la familia.
11.- En
cuanto a los separados, los divorciados y vueltos a casar y a los
abandonados., hay que “escuchar a cada familia con respeto y con amor”. En las
diócesis habrá que establecer “centros de escucha” para todos los casos, y
tener principal atención a los hijos de los divorciados que son las principales
víctimas. En primer lugar, los padres sinodales piden la gratuidad y
agilización de las causas de nulidad matrimonial, multiplicando los tribunales,
así como los centros de mediación. Los
que se han vuelto a casar por lo civil, no están excluidos de la Iglesia, y hay que acompañarlos para que
participen de forma más activa en los campos “litúrgico, educativo y
caritativo”, con una atención específica a los hijos. Los que están en una
situación “irreversible”, el documento sinodal pide un análisis de cada caso, y
algunos padres piden un “itinerario de reconciliación o camino penitencial”. El
Papa Francisco dijo en días pasados que “no existe el divorcio católico”,
puesto que el matrimonio es indisoluble.
12.- Homosexuales.- Los hombres y mujeres con
tendencias homosexuales, deben ser “acogidos con respeto y delicadeza”, y “se
evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta”. “Toda
persona, con independencia de la propia orientación sexual, debe ser respetada
en su dignidad y acogida con sensibilidad y delicadeza”. Sin embargo, “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer
analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de
Dios sobre el matrimonio y la familia”. Y es más: “es del todo inaceptable
que los pastores de la Iglesia sufran presiones en esta materia y que los
organismos internacionales condicionen sus ayudas financieras a los países
pobres si no reconocen estas uniones.
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