A tres
meses de las elecciones en Grecia, los problemas que tenía con la Unión Europea
y con la Troika (FMI, BCE y Eurogrupo) siguen más vivos que nunca. El
presidente de Syriza (el Podemos griego), Alexis Tsipras, ha cambiado su equipo
negociador con la Troika: el ministro Yanis Varufakis, temperamental y poco
diplomático, ha sido sustituido por un equipo liderado por un diplomático: el
número dos del ministerio de Exteriores, Euklidis Tsakalotos.
Grecia
necesita urgentemente dinero (unos 4.000 millones de euros), mientras sigue
pagando unos intereses extraordinarios por su deuda (por encima del 18 por ciento).
Alemania ya había pedido la cabeza de Varufakis y su caída ha sido celebrada en
Berlín.
Pocos
recuerdan aquellas promesas de Alexis Tsipras de querer tumbar a la Troika y
sus amenazas de buscar alianzas con Rusia y China. Ni Rusia quire irritar más a
Europa y la OTAN, ni a China se le ha perdido nada en Grecia. Los acreedores de
la deuda pública de Grecia (371.000 millones de euros, un 177 por ciento del
PIB) son nada menos que Alemania, Francia, Italia, el Banco Central Europeo y
el Fondo Monetario Internacional, además de otros países europeos. Es decir, la
Troika y Europa.
Si
Grecia quiere ayudas, ha dicho el Eurogrupo, ha de presentar un plan de
reformas que incluya austeridad presupuestaria y una voluntad firme en recaudar
más impuestos, pues en Grecia lo fiscal está muy abandonado. Los capitales griegos
se han ido. Grecia no tiene una estructura administrativa –tipo Agencia
Tributaria—que recaude impuestos, y lo común y lo popular es no pagar. Para
citar un ejemplo, la evasión del IVA se sitúa en un 70 por ciento.
Ahora
Varufakis ha anunciado una amnistía fiscal para que vuelvan los capitales
griegos que se fueron. O sea una amnistía a lo Rajoy, que no era una amnistía
en sentido estricto. Pero para que vuelvan los capitales no solo hace falta
anunciar una amnistía, sino crear confianza en el futuro de la economía helena,
Y esto no se da por el momento con Syriza en el gobierno.
Si a lo
anterior se suma la lista de promesas electorales de Alexis Tsipras, como subir
el salario mínimo, frenar las privatizaciones, no subir el IVA, y reestructurar
la deuda griega de manera que haya una quita o unos mayores plazos, nos
encontramos ante un diálogo de besugos. Varufakis no hacía más que cumplir las
promesas electorales, y se presentó en las principales cancillerías europeas en
pleno invierno con camisa desabrochada y hablaba de economía sin papeles de por
medio. Los de Syriza habían tomado a la Troika y a Europa como un juego y ahora
se topan con la realidad.
Tsipras
ya ha sacrificado a su fiel colaborador Varufakis para obtener el fervor de la
Troika. Y han pasado solo tres meses. Y ahora debe presentar un plan de
ajustes, que no quiere presentar sin contradecir sus promesas electorales. Hace
menos de tres meses que Alexis Tsipras decía que haría temblar a Europa y la
Troika. ¡Adónde lleva la demagogia! Alexis Tsipras pedía una “solución
política” a su deuda, pero mientras dos y dos sean cuatro no hay “política”—o
al menos una política gaseosa-- que lo arregle. Ahora amaga con un referéndum
sobre las propuestas griegas cuando la popularidad de Syriza ha bajado mucho.
Lo
sorprendente es el presupuesto de las fuerzas armadas de Grecia: consumen el 2,5
por ciento del PIB, tres veces más alto proporcionalmente que el español (0,9)
y el más alto de Europa en términos de PIB, solo superado por los Estados
Unidos (un 3,8 por ciento del PIB).
Este
alto presupuesto supone un despilfarro porque se gastan en inútiles
inversiones. Son unas fuerzas armadas imponentes para un país como Grecia que
no tiene hoy enemigos declarados. El peligro turco se esfumó cuando Turquía
entró en la OTAN. Tsipras debería sacar dinero del presupuesto militar. ¿Será
por el pequeño apoyo que recibe del partido ultranacionalista? Grecia acaba de
aprobar “a dedo”, sin concurso, un contrato de 500 millones para Defensa. Si
Tsipras fuera capaz de situar el presupuesto de defensa a nivel español, sacaría
unos 2.200 millones de euros, los suficientes para financiar el plan social de
Tsipras.
Y si
Grecia recaudara impuestos… Hay que crear una estructura sólida y no hará falta
subir impuestos. El gobierno griego anda desorientado. Nada le sale bien. No se
pueden atar los perros con longanizas. Pero hay quien, en nuestro país, sigue
creyendo que sí, y que la política con gaseosa sustituye a las matemáticas.
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