El papa Francisco no es un revolucionario, ni un
"reformador", ni un teólogo, ni un filósofo. "No he venido a
cambiar nada", ha dicho en diversas ocasiones. Su mensaje se dirige al
corazón de todos los hombres, creyentes o no creyentes, que quieran sentir la
trascendencia de Dios y de su "misericordia".
Misericordia es una palabra clave en la predicación de
Francisco, y para ello ha convocado el Año Santo de la Misericordia que
comenzará el próximo 8 de diciembre, al cumplirse los 50 años del final del
Concilio Vaticano II. Ésta será la culminación de su pontificado, como el Año Santo
del 2000 lo fue para san Juan Pablo II.
La Misericordia está en su escudo papal, y el mismo
Francisco ha dicho que Dios pasa por delante del hombre
"misericordiando", palabra que no existe en el diccionario, pero que
se entiende.
Hemos dicho que no es un revolucionario, porque fue Juan
Pablo II quien luchó denodadamente contra teólogos y liturgistas para que se
celebrara el Domingo de Misericordia nada menos que el domingo siguiente a la
Pascua. Juan Pablo II murió en ese día, y fue beatificado y canonizado en esa
fiesta. O sea que el papa Francisco es un continuador de Juan Pablo II y su
doctrina sobre la Misericordia está contenida en la encíclica de su predecesor
"Dives in Misericordia".
El papa Francisco ha llamado la atención del mundo porque es
un papa que va en coche utilitario y que tiene a los pobres como sus
predilectos. Y ¿quiénes son los pobres? Los que nada tienen, los olvidados por
los hombres modernos deseosos de tener cada día más sin preocuparse de los que
tienen menos. Francisco se ocupa de los enfermos, de los disminuidos, de los
abandonados por la sociedad consumista, de los abuelos, de los niños que no les
dejan nacer, de las madres maltratadas o solas y abandonadas.
Francisco ha venido a dar aliento a todo un mundo que hasta
ahora no merecía ni la letra pequeña en los grandes espectáculos del mundo. A
Francisco no le gusta Europa, prefiere Asia y América donde los hombres tienen
menos, pero están ansiosos de Dios.
Y dentro de la Iglesia, quiere unos sacerdotes que no solo
sean pastores, sino que "huelan a oveja" y por eso ha enviado a más
de 400 monseñores del Vaticano a sus parroquias y diócesis porque hacen falta
pastores y no funcionarios.
Y para terminar Francisco quiere que todos los hombres se
arrepientan de sus pecados y vuelvan la mirada a Cristo, a su Madre la Virgen
María, y encontrarán el consuelo de su misericordia.
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