Pasan los meses y continúa la prensa, la radio y la
televisión catalanas dedicando amplios espacios al soberanismo y al
independentismo, aprovechando cualquier oportunidad y casi siempre destacando
los aspectos positivos del independentismo. Ahora han animado al
independentismo las declaraciones del embajador de los Estados Unidos, James
Costos, quien ha dicho que en el caso de una Catalunya independiente las
empresas americanas se adaptarán al nuevo marco político. Es lógico, siempre ha
sido así y si no se adaptan, se van.
El conceller de Presidencia y portavoz del Gobierno, Francesc Homs, ha tomado estas declaraciones como un aval diplomático americano a la independencia de Catalunya. Eso sí, olvidó la reciente visita de Barak Obama a Europa quien manifestó su preocupación por el viento de secesiones en la Unión Europea.
Olvida también Homs de que una fuerte mayoría del recién constituido Parlamento Europeo presidido por el socialista Martin Schulz es contrario a las secesiones. Y no solo este Parlamento, sino también el Consejo y la Comisión presidida por Jean-Claude Junker, que consideran que el caso catalán, vasco, escocés, corso y padano, entre otros, son asuntos internos de los estados miembros y a ellos corresponde resolverlos y que en el marco europeo no gustan las secesiones. La Via Catalana del 11-S del año pasado pedía que Catalunya sea un Estado dentro de Europa.
Jordi Pujol, el político antaño pactista con España y muy europeísta, de 85 años, sale ahora para decir que es “insostenible y poco responsable” que España y Europa den la espalda al soberanismo catalán. España y Europa no han cambiado mucho, el que sí ha cambiado es Jordi Pujol y el partido que fundó: se han alejado del centro. Sus amigos de la Assemblea Nacional Catalana (ANC, que organizó la cadena del 11-S) hicieron público un comunicado pidiendo una división de 7.000 marines en una Catalunya independiente. El documento no recibió apoyo de la izquierda independentista, pero es un ejemplo de lo que se dice y desdice cada día en Catalunya.
Un caso curioso es el lío que ha montado el eurodiputado independentista catalán Ramon Tremosa, el único diputado de Convergència Democràtica (CDC) en el europarlamento entre 751. En la campaña electoral hizo venir a la plana mayor de la Internacional Liberal en el que CDC milita desde siempre (Unió forma parte del Partido Popular Europeo), con el fin de que dieran su apoyo a la consulta soberanista/independentista, y Tremosa se paseó en campaña diciendo que va convenciendo a las instituciones europeas de la bondad de la independencia de Catalunya.
Resulta que en el recién constituido Parlamento Europeo, el grupo Alianza
de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE)
ha aceptado la inscripción en ese grupo de los eurodiputados de UPyD y
de Ciutadans, partidos muy contrarios a la independencia catalana y vasca.
Tremosa, con un cierto infantilismo, se enfadó y dijo que quería salir del Grupo
Liberal para irse al grupo Los Verdes (¿Dónde queda el centro de CDC?) Era
romper con una larga tradición de CDC. Ha hecho un numerito de sainete en el
que ha gastado el escaso capital político que había acumulado en la anterior
legislatura. Está feo en Europa decir: “… y ahora cambio de Grupo”. Es muy poco
serio.
Duran Lleida el sábado, en el Consell Nacional de su partido, apuntó un hecho que muchos dicen y piensan en Catalunya, y que es que con la deriva independentista de CDC de Artur Mas y Jordi Pujol, el centro político catalán se ha quedado vacío y huérfano. ¿Lo van a ocupar los socialistas? Veremos las propuestas del que será nuevo líder del PSC, Miquel Iceta, que se define de centro-izquierda. Está claro que ni Ciutadans ni el PP ocupan este centro. E ideológicamente la UDC de Duran Lleida y el PSC no están ni mucho menos en el mismo barco ideológico, aunque pueden trazar puentes conocida la habilidad de estos dos políticos de raza que lideran ambas formaciones.
Desde CDC ya han respondido a Duran Lleida que “el centro es el soberanismo”, pero esto no lo cree nadie. El centro en Catalunya es el “seny”, el soberanismo/independentismo no es el “seny”, es la aventura. El centro lo foman aquellas fuerzas políticas capaces de pactar con la derecha y con la izquierda Aquí en Catalunya hay menos información contrastada que en otros lugares, de ahí la proliferación de un independentismo --a veces irredento-- que presenta el futuro de Catalunya como una especie de paraíso ideal. Si uno mira el electorado catalán en las recientes consultas, hay un corrimiento del voto hacia la izquierda, una izquierda a veces cargada de ilusiones e idealismos, que engorda cada vez más a la izquierda radical. Los votos del centro se han ido hacia la izquierda, no una izquierda dentro del sistema, sino fuera del sistema, e incluso, como la CUP, los abertzales catalanes, con ribetes revolucionarios.
¿Quién puede ocupar el centro en el futuro? Esta es una
pregunta que muchos se hacen en aras a una estabilidad política catalana, pues
el centro siempre es el equilibrador de la balanza política. El centro debería
representar a una Catalunya distinta dentro de España. Ir a un estado independiente
es poner a los catalanes en un callejón sin salida. Lo dijimos en un artículo
anterior: Catalunya solo podrá ser independiente con un acuerdo con España y
con la Unión Europea. Y cada vez que pasa el tiempo es mayor la distancia, por la tozudez de las partes en litigio.
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