Ir al contenido principal

¿La sanidad pública española, es viable?


                 El sector sanitario es tal vez el más sensible y delicado a nivel de opinión pública y el anuncio de recortes y cambios levanta ampollas. En España el sistema de salud es universal y la asistencia sanitaria es gratuita para todos los ciudadanos. Y eso no tiene vuelta atrás, como tampoco tiene vuelta atrás la asistencia personalizada.

                Dos factores han puesto la alarma en la sostenibilidad económica del servicio sanitario: el envejecimiento de la población y los cada vez más altos costes de la sanidad debido al progreso tecnológico. Cada semana tenemos la noticia de un nuevo hallazgo en materia sanitaria, y España se encuentra entre los países que más intervienen en el avance de la medicina.
                Sin embargo, en épocas de crisis el problema que preocupa a los ciudadanos es que se destine menos dinero y menos personal a la sanidad, y muy pocos se dan cuenta que con una mejor gestión del sistema y una mejor colaboración y sinergia entre los sistemas público y privado mejorarían los resultados y la sostenibilidad de la sanidad. Realmente esto ya se hace, pero a pasos de hormiga,  por las inercias del sistema público, cuando la deuda sanitaria es una de las mayores  de este país.
                En España existe una población mayor de 70 años que se irá incrementando no solo por alargarse la vida media, sino porque la generación de mayores actual es inferior debido a que tras la guerra civil hubo menos nacimientos que en los años 60 y 70 del siglo pasado.  Lo mismo ocurre en Europa pero con cinco años de retraso, pues la guerra mundial terminó en 1945. En consecuencia, es más urgente en España hacer sostenible económicamente el sistema de salud que en los demás países europeos.
                Hacer sostenible el sistema no consiste en recortar servicios, personal, infraestructuras, etc., sino sobre todo en gestionar la sanidad de un modo más moderno, más ágil y menos costoso, evitando duplicidades, mantener las plantillas equilibradas, no tener abiertos servicios ociosos, aplicar tecnologías adecuadas y racionalizar territorialmente la asistencia, entre otros.
                Algo se ha conseguido con el copago en el gasto farmacéutico. En España, el gasto farmacéutico ha caído de un máximo de 12.722 millones de euros en mayo de 2010 a 9.770 millones de euros en diciembre de 2012, un descenso del 23% en 30 meses. En el primer trimestre del presente año, el gasto farmacéutico en Catalunya se ha reducido en unos 900 millones de euros, con relación al mismo periodo del año anterior, sobre todo porque han disminuido drásticamente las recetas emitidas, según ha informado el conseller de Sanidad de la Generalitat, Boi Ruiz, un gestor temido por el sector y que ha levantado muchas críticas a él y a su gobierno. En Catalunya, racionalizando el gasto, el presupuesto de sanidad ha pasado de 10,3 mil millones en 2010 a 9,1 mil millones en 2012 y tiene 72 hospitales, de los cuales 64 concertados y 8 totalmente públicos (los más grandes).
Pánico a lo privado
                En España, como se ha visto estos meses, hay un auténtico pánico a lo privado, en cualquier sector. En España hay tres millones de funcionarios que se han multiplicado por tres en los últimos 30 años. Por lo tanto, una parte importante del recorte del gasto en España pasa por hacer una administración más eficiente y reducir el número  de empresas públicas que no sirven o que su finalidad no tiene cabida en el mundo moderno. Donde hay más sensibilidad en los recortes de personal y de infraestructuras es en la sanidad y en la enseñanza porque toca dos sectores muy sensibles para la población. No obstante, una mayor racionalización de estos sectores llevaría en un mayor ahorro y proporcionaría un uso más eficiente del dinero público.
                Salvo los países nórdicos que tienen una larguísima tradición de servicio público eficiente, en los países latinos conseguir un menor coste en sanidad, conseguir una sanidad más sostenible, pasa por una colaboración y hasta una cierta competitividad entre los sectores público y privado, de modo que donde no llega el sector público puede llegar el privado. Actualmente ya se externalizan muchos servicios en la sanidad y las escuelas, como los comedores, la limpieza, y otros servicios incluidos los clínicos, así como la gestión de algunos centros. Hay muchos hospitales concertados con el sistema público de salud que a buen precio cumplen con los mismos servicios y trabajan bajo control público.
                ¿Dónde está el problema? Es simplemente un problema de carácter ideológico. El sector privado es capaz de trabajar igual o mejor que el sector público porque en general  está gestionado de modo más eficiente, controla más los gastos, aparte de una mayor flexibilidad de las plantillas. El problema más grave que plantean los sindicatos y partidos de izquierda es que con la sanidad “no se puede hacer negocio”. Es absurdo. ¿Qué significa negocio? Si los costes son los mismos, las ganancias vienen por una mejor gestión. ¿Qué importancia tiene que alguien gane un dinero por gestionar mejor? También hay ejemplos en el sector público en que se perciben altos sueldos por gestionar mejor.  A veces sueldos muy superiores al sector privado, y conocemos ejemplos.
                Se trata de mentalidades ancladas en el pasado y poco evolucionadas con la marcha de los tiempos. Si el parque hospitalario español es suficiente, entre público y privado, ¿por qué hay que construir más hospitales? ¿Por qué hay algunos hospitales tienen plantas vacías por falta de enfermos? Porque se construyeron obras faraónicas.
                Pero lo que es más importante. La investigación pivota sobre la industria farmacéutica y de tecnología médica, fundamental para el avance de la medicina, y por lo tanto esta necesita ser un socio estratégico del sector público, y conseguir, como se ha puesto en evidencia, reducir los costes de enfermos como los crónicos con tratamientos innovadores. Los enfermos crónicos representan el 60 por ciento del gasto sanitario total y harían falta más políticas preventivas. En consecuencia, el sector público está condenado a colaborar con el sector privado para una sanidad más eficiente,  más moderna y más sostenible. Lo contrario son visiones estrechas y sin futuro.

Comentarios

entradas populares

Gaudí no era un soltrerón ni un masón

El escritor e ingeniero Josep Maria Tarragona i Clarasó (Barcelona, 1957), es un gran divulgador de la vida y obra del genial arquitecto y artista, Antoni (Anton le llamaban sus familiares y amigos) Gaudí i Cornet. Muchos escritos de JM Tarragona están en la web www.antonigaudí.org , y ahora acaba de publicar su segunda biografía de Gaudí: “ Gaudí, el arquitecto de la Sagrada Familia ”, en español, catalán e inglés. Se preparan las ediciones en alemán, francés e italiano. En la presentación del libro –que tuvo lugar en la Cripta de la Sagrada Familia—el libro fue calificado de “definitivo”, aun tratándose de una “biografía breve”. Lo entrevistamos en una salita de su despacho, especial para el Diari de Tarragona -SA.- Gaudí, ¿de Reus o de Riudoms? -JMT.- Gaudí nació legalmente en Reus. Así consta en la partida de bautismo (no había Registro Civil entonces), en su cartilla militar y en los documentos y actas notariales que le mencionan. Sin embargo, existe una tradición

El uniforme en el colegio ¿sí o no?

Ejemplar la actuación  del fundador de Facebook, Mark Zuckerberg,  quien siempre lleva la misma ropa. El uniforme para ir al colegio, en los niveles obligatorios, levanta polémicas todos los años. ¿Sí o no al uniforme? Veamos qué dicen los partidarios y los detractores. Los detractores del  uniforme dicen que este señala a los niños y niñas de clase social alta. Además, el uniforme es desechado sobre todo por las niñas, que lo aborrecen muy pronto porque ellas quieren ser “distintas”, y dejar de ser “colegialas”. Así mismo -dicen los detractores- tanto chicos como chicas ven el uniforme como una cosa  antigua , de antes, no lo quieren. Los padres también piensan lo mismo: el uniforme va contra la formación de la personalidad de cada niño o niña, cuando se debe fomentar que cada alumno/a destaque por sí mismo/a. El uniforme, como su nombre indica,  uniformiza  cuando hoy cada vez más se tiende a individualizar. Los padres y educadores que  son partida

¿Por qué hay que prohibir los piropos?

                (Aleteia) Un piropo es una galantería, un cumplido, un halago, una lisonja que va dirigido a una mujer para exaltar su persona, su belleza . ¿A qué mujer no le gusta que se le diga que está muy guapa? Lo que ocurre es que la mujer está siendo peor valorada en la sociedad actual y solo es contemplada por una buena parte de los hombres como objeto de deseo . ¿Tendrá que ver con ello la ideología de género? Ese ya es otro tema. No confundir los piropos, con las expresiones groseras, bastas, soeces, bajas, en definitiva maleducadas, molestas y desagradables, que hieren la intimidad de la mujer . Prohibir o “erradicar” los piropos me parece una solemne tontería, cuando estos son galantes, delicados e ingeniosos. Sí que podrían rechazarse socialmente (no penalmente) las expresiones desagradables que ofenden a la mujer, como apunta Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio de la Violencia Doméstica y de Género español, dependiente del Consejo General del Poder Judi