El martes empieza el
Cónclave más universal, más internacional, de la historia de la Iglesia. Un
total de 115 cardenales sobre un máximo establecido de 120, y pertenecientes a
45 países de los cinco continentes, deberá elegir en unos días al nuevo sucesor
de Benedicto XVI, al nuevo Obispo de Roma y Pontífice de la Iglesia Universal. Hay
en Roma y en el mundo una gran expectación por saber quién será el nuevo papa.
Se prevé un Cónclave breve dado que los
cardenales ya lo han convocado y no precisan mayor información.
Hasta el momento parece que es un Cónclave abierto,
donde no hay claros favoritos al menos a nivel de la opinión pública. Nadie
puede asegurar en estos momentos si el nuevo papa pertenecerá no ya a tal o
cual país, sino a tal o cual continente. No se puede decir que el Cónclave se
celebre “deprisa y corriendo”, pues a diferencia de los otros cónclaves de la
historia, este es el que más tiempo ha tardado en reunirse si contamos desde el
11 de febrero cuando Benedicto XVI anunció sorprendentemente que renunciaba a
la Sede de Pedro. Con la muerte de un papa el cónclave debe de convocarse 15 ó
20 días después. Aquí han pasado 29 días, y la decisión del cuándo fue tomada
por el conjunto de los cardenales reunidos, como es preceptivo.
La elección de un papa siempre crea una gran
expectación en todo el mundo, dado que su figura tiene, y ha tenido, una gran
influencia mundial, tanto civil como religiosa, pues incide no solamente entre
los católicos que suman 1.100 millones distribuidos en todos los países de la
Tierra, sino también entre los cristianos, que suman más de 2.000 millones, y aun
en la opinión pública mundial, porque la palabra del papa es escuchada en todo
el mundo, aunque a veces reciba duras críticas. Por otro lado, el papa es el
único líder religioso que goza de auténtica independencia dado que ni política
ni económicamente depende de nadie, gracias al minúsculo Estado de la Ciudad
del Vaticano (un estado de 44 hectáreas, menos que un campo de golf), donde
vive y que le proporciona esta libertad e independencia reconocida y aceptada
por el derecho internacional y por todos los organismos internacionales.
Dicho lo anterior, los 115 cardenales no elegirán a
un Jefe de Estado –como algunos dicen—sino al líder o jefe de la Iglesia Católica,
al líder o jefe de una religión. Y es que la misión del papa es la de ser
Obispo de Roma y Vicario de Jesucristo, como rezan los títulos oficiales del Pontífice,
y en consecuencia su misión es la de mantener íntegro el depósito de la fe católica
recibida por la Revelación de Jesucristo y la tradición, y también ser el signo
de unidad entre los fieles católicos y asimismo entre todas las iglesias
cristianas, prosiguiendo el camino hacia una unidad de la fe, del bautismo, de un
solo Dios y Padre, como decía San Pablo. Por lo tanto, los 115 cardenales se
reúnen en Roma no para celebrar un rito, ni realizar una actividad política o
secular, sino para elegir al jefe de una religión, lo que implica una conexión
de los cardenales con Dios, porque sin Dios no hay religión. O el Cónclave se
entiende en su contenido religioso o es casi imposible entenderlo.
Han pasado los tiempos en los que los papas
ostentaban un poder temporal, en la Edad Media, y ya no existen las luchas
entre las familias poderosas del centro de Italia y de Roma, ni los Borja y tampoco
Aviñón, época en la que la elección se mezclaba con los intereses económicos y
políticos. Esto es ya historia vieja y hoy los cardenales buscan lo mejor para
la Iglesia. En los días previos al Cónclave los cardenales han estudiado las
necesidades de la Iglesia de hoy, en especial recor4dando el último Sínodo
mundial sobre “la Nueva Evangelización” y hasta han estudiado la situación
económica del Vaticano y han recibido información sobre “Vatileaks” o fuga de
papeles del papa Benedicto XVI, en el que según el cardenal español Carlos
Amigo Vallejo, ex arzobispo de Sevilla, no hay ningún alto miembro de la
jerarquía implicado.
¿Cuál será la característica o características
principales que deberá tener el nuevo Pontífice para que conduzca la barca de
Pedro en los próximos años? Esta es la gran pregunta que los 115 electores del
papa deberán dar respuesta con sus
votos. Esta será el segundo Cónclave en que los cardenales deberán de depositas
su voto siempre, habiendo sido eliminada la elección por aclamación. El nuevo
papa deberá tener un mínimo de los dos tercios de los votos de los presentes, o
sea 77 votos.
Esta amplia votación implica que deberán votar por el
nuevo papa al menos cardenales de dos o tres continentes. Los cardenales
electores –los que no han cumplido los 80 años antes de quedar la Sede de Pedro
vacante—pertenecen a los siguientes continentes: 60 a Europa, 19 a América
Latina, 14 a América del Norte, 11 a África,
10 Asia y 1 a Oceanía. Y por
países, los más numerosos son los italianos (22, y de los cuales 7 tienen ya
más de 78 años), Estados Unidos (11), Alemania (6), España, Brasil e India (5
cada uno), Polonia y Francia (4 cada uno), Canadá y México (3 cada uno) y
Portugal, Argentina y Nigeria (2 cada uno). Hay cardenales del Oriente Medio (2), de China, de Vietnam, Sudán, Ghana, Filipinas,
Sri Lanka, etc. De todos los cardenales solo cinco tienen menos de 60 años,
mientras que 20 tienen más de 78 años, y son sobre todo europeos. Estas cifras
ponen de relieve el menor peso que los cardenales europeos tienen en la Iglesia
y el incremento del peso de los cardenales procedentes del tercer mundo
(África, América Latina y Asia).
A partir del miércoles el mundo estará pendiente de
las “fumatas” que salgan de la chimenea colocada encima de la Capilla Sixtina,
donde tienen lugar las votaciones, y que si es negra (se queman los votos con
paja mojada) habrá que esperar la siguiente votación hasta que sea blanca (quema de votos con paja sin mojar). El mundo
espera ansioso el anuncio que desde la Basílica de San Pedro hará cardenal
Proto-Diácono, el francés Jean-Louis Tauran, que pronunciará (si no es elegido
papa) la famosa frase “Annuntio vobis
gaudium magnum. Habemus Papam!”.
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