Muchas son las personas cuya indignación ha subido hasta los topes máximos
soportables a causa de la corrupción. Y tienen razón. De pronto en toda España,
en toda, de han descubierto y siguen descubriéndose casos de corrupción
política y es como un vendaval que ha arrasado las pocas creencias que había en
la clase política.
Los casos de corrupción descubiertos, aunque no todos –digo todos—no sean
del todo verdad, claman al cielo ante una sociedad esencialmente honesta en lo
que son las clases medias, aquellas clases medias que no han entrado en la vida
política municipal, comarcal, autonómica y estatal. Quien no se indigne ante
estos hechos carece de autoridad moral para denunciar la corrupción y acepta
vivir en medio de ella. Acostumbrarse a la corrupción sería abandonar la
posibilidad de vivir en un país con principios éticos.
Hace unos días vimos que España ocupa el lugar 39 sobre 170 países en
materia de corrupción, por delante de varios países europeos. Tras lo ocurrido
estos días pensamos que estamos ante un país como Afganistán, donde los
soldados “leales” al régimen de Hamid Karzai, venden armas a sus enemigos los
talibanes.
El tema de la corrupción viene ya de muy lejos. Me permitirán que me remonte a la antigua
Grecia, en el siglo IV a. de JC., en el célebre y valoradísimo Ciclo de
Pericles, el gran político y reformador griego que puso “seny”, sentido común y
pragmatismo, a la administración de las poleia,
las ciudades. Con el fin de que el pueblo no rechazara participar en la “res pública” (politeia en griego) estableció unos salarios a los magistrados y
cargos públicos de las ciudades. Pericles rompió así la apatía o la imposibilidad
de ocupar cargos públicos para quien vivía de su trabajo y no podía dejarlo
para dedicarse a la política (palabra procedente del griego “polis”, que a su vez significa “muchos”).
Sin embargo, encontró a dos “sabios” que se opusieron con mucha fuerza al
“salario” de los magistrados y cargos públicos, porque entonces –decían—los
cargos electos no trabajarán “para el pueblo” sino para mantener sus salarios.
En concreto el sabio Platón, en su diálogo Gorgias,
escribió una dura reprimenda a Pericles por conceder el salario a los
servidores públicos: “(Éstos) han sido corrompidos por él. Pues yo oigo decir
que Pericles ha hecho a los atenienses perezosos, cobardes, charlatanes y
avariciosos al haber establecido por vez primera estipendios para los servicios
públicos”. Duras palabras. Ya enteriormente criticó estos estipendios el sabio
Aristófanes en su obra “Las Avispas”.
El cargo debía ser gratuito y no una carga para los habitantes de la “polis” pues si no la democracia pasaría a
ser un servicio a la clase política más que un servicio de ésta al pueblo al
que deberían servir, como desgraciadamente ocurrió hace 2.400 años y sigue
ocurriendo ahora.
Claro que los políticos no se lucran de sus salarios y prebendas, a pesar
de ser sabrosos (en el Congreso de los
Diputados una comida cuesta 3,55 euros, menos que a un niño llevar la fiambrera
a la escuela), sino que se enriquecen del dinero que manejan, y de que de sus
decisiones dependen muchas inversiones y ganancias para terceros privados.
Al principio de la democracia española, quien escribe que era un ingenuo,
no entendía que todos se pelearan por ocupar el área de urbanismo en los
municipios que muchas veces iba a parar en manos del mismo alcalde o de su
íntimo colaborador, pues el urbanismo es una tarea que personalmente no me aficiona.
Luego entendí que un cambio del plan parcial de un municipio podía significar
para el propietario de los terrenos una cantidad enorme de dinero, y que una
carretera o camino que pasara por un sitio en lugar de otro cambiaba el precio
de los terrenos.
Los corruptores
O sea que el enriquecimiento de los políticos no procede de sus salarios,
sino de sus decisiones porque benefician a privados, y hechas a veces contra
los intereses del pueblo al que representan y a favor de sus bolsillos. Pero no
hay corrompidos sin corruptores. Y me pregunto: ¿qué es más grave corromper o
ser corrupto? Antes se decía: ¿quién peca más, el que peca por la paga o el que
paga por pecar? Claro que hay pecados veniales y mortales.
El tema me lo ha sugerido las declaraciones de Juan Rosell, presidente de
la CEOE, que califica de “catástrofe” los escándalos de corrupción. Los
partidos y los parlamentos se reúnen para hacer “leyes de transparencia”, pero
los empresarios –me refiero a los grandes empresarios especialmente— no han
hecho propósito de enmienda. Las empresas tienen un dinero destinado a pagar
“tangentes” como se dice en Italia (de ahí surgió la “tangentópolis”) para “contentar” (léase pagar) a quienes deciden
dar permisos de obras, acelerar o no expedientes, etc., etc. Me gustaría que
también los empresarios entraran a confeccionar un manual de “buenas prácticas”
frente los que son corruptores. Ya sé que esto es difícil, por no decir
imposible, pero al menos representa un gesto. Los empresarios que no se rasguen
las vestiduras porque ellos contribuyen a la corrupción al ser corruptores.
En mi dilatada carrera periodística he de decir que un año, con motivo de
las fiestas de Navidad y Fin de Año, y en plena democracia, se me ocurrió
enviar una caja de botellas de vino a la Guardia Civil de Tráfico en
agradecimiento a que siempre les dábamos la lata llamándoles varias veces al
día para conocer los posibles accidentes y nos atendían con amabilidad, como
luego hicieron los Mossos. Por respuesta recibí una llamada diciendo que rápidamente
pasara a recoger la caja porque la Guardia Civil lo único que hacía era
“cumplir con su deber” y en ese cumplimiento no se incluyen extras. Me acordé
de Aristófanes y de Platón.
MARTIN GRANDE - Periodista, millonario, moralista y EVASOR DE LA AFIP-
ResponderEliminarMARTIN GRANDE locutor millonario de Salta EVASOR
El locutor venido a empresario. propietario de la emisora FM 89.9 Profesional, Martín Grande, según sus propios colaboradores, se le desdibujó la sarcástica sonrisa y suspendió sus actividades en la lujosa emisora del coqueto barrio Grand Bourg, cuando la AFIP (Administración Federal de Impuestos) llegó de inspección a la próspera planta radial.
Acostumbrado a sus delirios de CIUDADANO EJEMPLAR, su honradez incomparable y cualidad moral autoreferencial, Martín Grande, el látigo admonitor de los políticos, al parecer, sufre una de sus crisis más inesperada en lo social e impositivo. No es la primera vez que Grande es visitado por la AFIP y, como resultado de sus airosos despegues, solía jactarse de su "intachable conducta previsional de impoluto contribuyente". Esta vez no pudo zafar y la AFIP arrasó con todo.
La Administración... Federal de Impuestos ordenó el inmediato secuestro de vehículos destinados a los movileros de la emisora FM Profesional y la camioneta 4x4 del locutor en un acta de infracción que, como punto de partida, es el prólogo del control profundo y la minuciosa investigación que harán los inspectores sobre la fortuna acumulada e injustificada de Martín Grande en Salta y en otros puntos del país.
Lo cierto es que el Imperio Comunicacional de Martín Grande sufre su colapso inicial de caos financiero lo que reaviva el interrogante: ¿Es este golpe impositivo parte de la maldición del esotérico Guillermo Capellán? Mientras los comentarios sobre la GRANDIOSA evasión se instalan en la ciudad, el soberbio Martín no sabe cómo hacer para demostrar su cuantioso e inexplicable patrimonio.