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El fracaso del soberanismo de Artur Mas en las urnas


                En las elecciones del 25N, del pasado domingo, se puede ver con claridad el mapa de lo que opina el pueblo catalán, con una participación del 70 por ciento en las urnas.  En primer lugar vaya por delante que los auténticos vencedores de estos comicios han sido Esquerra Republicana, que ha recogido muchos votos de Convergència i Unió y han duplicado sus diputados, y Ciutadans que ha triplicado sus diputados, es decir los españolistas puros. También han salido ganadores, aunque en menor medida, ICV-EUiA, el Partido Popular y CUP, que entra en el parlamento con tres diputados. Los dos grandes perdedores han sido Convergència i Unió, liderada por Artur Mas, que ha perdido nada menos que 12 diputados, y el PSC, los socialistas, que han perdido 8 diputados que han ido a parar en buena parte a Ciutadans y una parte al Partido Popular.
                En otras palabras ha pasado lo que ya vimos en las elecciones vascas y gallegas: la izquierda se ha radicalizado y los nacionalismos moderados han cedido votos a nacionalismos más radicales. Las tres nacionalidades históricas hoy están más radicalizadas.
                ¿Qué se desprende del resultado catalán? No hay que hacer muchos logaritmos: Artur Mas ha fracasado en su intento de obtener una “mayoría excepcional” convocando elecciones a mitad de la legislatura, y liderando un discurso independentista nuevo en su formación, al socaire de la gran manifestación del  11 de septiembre. Los errores políticos de Artur Mas y de su equipo (también los de Unió) han sido varios. Artur Mas creyó que subiéndose al carro de la manifestación del 11 de septiembre, y pidiendo un Estado propio en Europa obtendría la centralidad de la sociedad catalana. Movió todos los hilos de la sociedad civil catalana a favor del “dret a decirdir”: los colegios profesionales, gremios, patronales, organismos y estamentos sociales y culturales, amén de los medios de comunicación, en especial TV 3, firmaron documentos a favor del “dret a decidir”. También movió sus contactos internacionales para “internacionalizar” el deseo de Catalunya a ser independiente y solicitar apoyo en la Unión Europea.
                El resultado es que Artur Mas y su equipo, entre ellos los Pujol, han perdido el olfato de saber lo que piensa realmente el pueblo. Existe una clara desconexión entre el pueblo y sus organismos representativos políticos, sociales y de todo tipo.  La prueba es que nadie acertó el resultado, porque ni los encuestadores captaron lo que realmente piensa el pueblo. Mas se equivocó cuando tras la manifestación del  11-S  dijo “el pueblo ha hablado”. En democracia el pueblo solo habla en las urnas, y lo ha hecho desmintiendo a quienes desde todas las instancias políticas, civiles, sociales y culturales habían manifestado su adhesión nítida al “dret a decidir”. Esto significa la muy deficiente representación que tiene hoy el pueblo en la llamada sociedad civil, y la falta de veracidad de las opiniones consultadas.
                Por otra parte, Artur Mas se equivocó en la campaña mostrándose como un Moisés, cuando carecía de hoja de ruta, de rumbo, o sea de un Moisés que había perdido la vara. Y se equivocó extrapolando lo que es una manifestación de lo que es la voluntad en las urnas. Minusvaloró que hay muchos catalanes que no opinan públicamente pero que sí lo hacen cuando se les interpelan en las urnas.
                El President también se equivocó al adelantar unas elecciones creyendo que sacaría mayoría absoluta excepcional, entorpeciendo una labor urgente de gobierno en plena crisis, metiéndose en gastos electorales  para terminar perdiendo y pactando con Esquerra Republicana, que le pedirá el oro y el moro (ya sabemos cómo funcionaba el tripartito). En definitiva, no vemos que esta legislatura acabe a los cuatro años. De momento la anterior ha dejado muy mal sabor de boca y muchas cosas que hacer y ha retrasado los deberes pendientes unos meses, cuando se necesitaban soluciones urgentes.
                Artur Mas no tiene otra alternativa que ERC. Los socialistas, tras su tercera derrota consecutiva en las autonómicas, no están para entrar en gobiernos y necesitan realizar una profunda reflexión y repensar qué es o debe ser el socialismo del futuro.  En dos artículos anteriores nuestros ya titulábamos: “¿Adónde va Artur Mas?” y “¿Adónde va el PSC?”. Tras las elecciones catalanas seguimos sin tener respuesta.
                Otra de las preguntas que en la noche electoral, viendo las caras largas y la tristeza de muchos decepcionados en el Hotel Majéstic, es ¿cuál es el futuro político de Artur Mas? No eran pocos que en privado decían que una salida airosa sería su dimisión en el liderazgo del partido. Pero no ahora, que no es el momento de dimisiones, sino de urgentes soluciones y acciones de gobierno.
El futuro del soberanismo
            Ha sido Artur Mas el que ha liderado el soberanismo dentro de su coalición Convergència i Unió y quien se ha puesto al frente del principio del “dret a decidir”, o sea el derecho a ser independientes. Y le ha ido mal a su formación política. Lo que cabe es convocar un congreso en su partido y dejar paso a quien tenga mejores ideas que conecten más con la realidad del pueblo catalán. No se puede gobernar desconociendo la voluntad profunda de un pueblo. Pero Artur Mas, que es hombre responsable, deberá estar al frente del gobierno de la Generalitat hasta las próximas elecciones. En Catalunya hemos visto ayer, que no solo hay una fuerte crisis económica con 850.000 parados, sino una profunda crisis política y de valores. Pero de esto hablaremos en otro momento.
            Algunos se preguntarán si en Catalunya hay una mayoría soberanista sumando los votos de unos y otros, pero después de cuanto ha pasado el pasado domingo, ni siquiera CiU apostará a fondo en favor de un referéndum, con una mayoría que no llega a los dos tercios del parlamento catalán. Además, nadie apostaría hoy que un referéndum catalán aprobara la separación de España.

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