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Carlos III, sobre la virtud y el ejemplo: trazos de su vida

 


Carlos III, Rey: Sobre la virtud y el ejemplo

królowa Elżbieta II i książę Karol podczas parady z okazji Platynowego Jubileuszu

Pool Reuters/Associated Press/East News

Carlos III junto a Isabel II

Salvador Aragonés - publicado el 16/09/22

¿Quién es Carlos III? ¿De dónde viene? ¿Qué ha hecho con su vida ya longeva? ¿Qué temas importantes deberá solucionar? 

El hasta ahora príncipe de Gales, Carlos, hijo de la difunta Isabel II, es Rey a los 73 años. Ha tenido que esperar 64 años hasta coronarse Rey del Reino Unido y de Irlanda del Norte. Paralelamente, Camila Parker Bowles, su segunda esposa, es Reina Consorte. 

Los fastos del entierro de la reina Isabel II y la coronación del rey Carlos III han durado o durarán dos semanas, con alta atención mediática, no solo en Gran Bretaña, sino en todo el mundo y, curiosamente, en toda la Europa republicana, como Francia, Alemania e Italia. Muchos han visto en el esplendor de las ceremonias volver a vivir trazos históricos de la monarquía británica, que sigue fiel a tradiciones y protocolos antiguos.

Pero ¿quién es Carlos III? ¿De dónde viene?

¿Qué ha hecho con su vida ya longeva? ¿Qué temas importantes deberá solucionar? 

La imagen que ha transmitido hasta ahora el actual rey Carlos III es la de un hombre culto, y al tiempo apesadumbrado por su poca popularidad, hasta incluso aburrido. Tras ser Rey dijo que tenía en su despacho a “las dos únicas mujeres que he amado: mi madre y mi esposa Camila”: Lady Di nunca entró su corazón. Esa Lady Di, princesa de Gales, con la que se casó y divorció y que murió hace exactamente 25 años (el 30 de agosto de 1997) en un accidente de tráfico en París.

Camila era “íntima amiga” (así se decía entonces) de Carlos, Príncipe de Gales. Estaba casada con Andrew Parker Bowles, que todavía vive y con el que tuvo dos hijos. El matrimonio Andrew Parker Bowles y su esposa Camila fueron a la boda de Carlos y Lady Di. Andrew se divorció de Camila mientras esta mantenía su relación con el príncipe Carlos de Gales. Tuvieron dos hijos que fueron educados en colegios católicos.

El matrimonio entre Carlos y Diana terminó con grandes escándalos y acusaciones. Él no la quería. No la quiso nunca. Y hasta fue acusado de malos tratados con relación a Lady Di. Se casó con ella porque era aristócrata, anglicana y no estaba divorciada, como mandaba la Casa de los Windsor, la Casa Real Británica. 

Tras el matrimonio (1981), Diana se convirtió en Su Alteza Real la princesa de Gales, y se transformó en una estrella mediática, perseguida por la prensa e imitada incluso en su estilo de vestir y hasta en su peinado. La princesa recibió también críticas que afirmaban que poseía una personalidad inestable. Sin embargo, no dudó al confirmar la infidelidad del hoy rey Carlos III, diciendo que “en un matrimonio caben dos, pero no tres”. 

Diana alcanzó una gran popularidad en todo el mundo, hasta el punto de que llegó a eclipsar a la propia reina Isabel II. A la Reina le costó mucho ir al funeral de su antigua nuera, la Princesa de Gales. Era una princesa de cuento, querida por todo el mundo, menos por su marido. Era la Princesa del Pueblo.

Lady Di dejó a la corona de los Windsor lo más importante: los sucesores al trono de Gran Bretaña. Lady Di tuvo con su esposo Carlos, dos hijos: Guillermo (hoy príncipe de Gales) y Enrique (casado con una plebeya norteamericana, Meghan Markle). Estos últimos se alejaron de la Casa Real británica a causa, entre otras cosas, de una actitud racista del actual Rey. Fue el príncipe Carlos, según la prensa, quien hizo el comentario racista sobre Archi, el hijo de Harry (Enrique), duque de Sussex, y Meghan Markle. 

El hijo mayor, Guillermo, hoy príncipe de Gales, es el sucesor al trono británico. Quiere mucho a su madre, y Camila ha sabido poner buenas relaciones entre ella y los hijos de Carlos III, que aceptan a la nueva esposa de su padre, Camila, Reina Consorte.

La estrecha y delgada relación de la Commonwealth

El rey Carlos III ha viajado por todo el mundo, especialmente por los países que conforman la Commonwealth actual, que es lo que queda del antiguo imperio británico. Conforman la actual Commonwealth 14 estados independientes, muchos de ellos pequeños países de las Antillas y de África. Sin embargo, hay grandes países como Australia, Canadá y Nueva Zelanda. Algunos países pequeños han dicho ya que celebrarán un referéndum para aceptar al rey Carlos III o proclamar la República.

Ahí tiene Carlos III el primer escollo. Él no intentará retener estos países dentro de la Commonwealth, aunque otros grandes países como Australia, se lo están pensando. Con Isabel II ya se gestionó el fin de las colonias y por lo tanto del Imperio Británico. 

Es cierta la expresión ‘Rex regnat et non gubernat’ (el Rey reina, pero no gobierna), pronunciada por primera vez por el canciller polaco Jan Zamoyski durante el último cuarto del siglo XVI. El Rey debe encarnar las virtudes de su pueblo. El Rey no gobierna, pero influye, y el Rey se debe a su pueblo. 

Carlos III no ha actuado siempre como un príncipe virtuoso. Ahora como Rey es también el jefe de la Iglesia de Inglaterra, la Iglesia anglicana, separada de Roma desde Enrique VIII. Y por ello debe profesar la religión anglicana, y debe ser un modelo, tanto institucional como personal. 

La Casa de los Windsor

También es jefe de la Casa de los Windsor, una dinastía de origen alemán que cambió de nombre en 1917 durante la primera Guerra Mundial. Fue Jorge V quien cambió el nombre de Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha (en alemán, Haus Sachsen-Coburg und Gotha), por el de Windsor, porque no podía tener la dinastía nombre alemán, cuando Gran Bretaña estaba en guerra contra Alemania en la primera Guerra Mundial. Adoptó el nombre británico de Windsor, por decreto real. La reina Victoria era de la Casa Hannover y se casó con Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha.

Imagen personal y corrupción

Carlos III quiso mejorar su imagen personal y el de la Corona (perdidos con Lady Di, la Princesa del Pueblo), tres ser cuestionado por sus vínculos con la familia Bin Laden. El heredero del trono británico aceptó una donación de un millón de libras esterlinas (1,19 millones de euros) para su fundación benéfica por parte de la familia del terrorista Osama bin Laden, el cerebro detrás de los ataques del 11-S en Nueva York y Washington.

También fue cuestionado Carlos III por su eventual participación en actos de corrupción, a través de un antiguo asistente suyo Michael Fawcett, y de tráfico de influencias con un sobrino de su esposa Camila, Ben Elliot, el cual ganaba mucho dinero presentando altos mandatarios del mundo al príncipe Carlos.

Las monarquías tienen su base en la familia que conforma la dinastía: si no son ejemplares, no pueden tener mucho recorrido en los tiempos modernos, donde el poder emana del pueblo. El rey Carlos III es un gran defensor de la ecología y del clima, en nuestra castigada Tierra, y, además, buscando un mayor apoyo social del que carecía, se declaró defensor del movimiento LGTBI. 

El rey Carlos III no puede mostrarse al mundo, en sus 73 años de vida personal y pública, como un ejemplo hasta ahora. Tras su coronación, deberá al menos intentar ser un rey ejemplar. Y deberá intentar –no lo había hecho hasta ahora tampoco—reinar sin interferir en el gobierno, como ocurrió en la época de Tony Blair. Por otro lado, como Jefe de la Iglesia de Inglaterra, deberá mostrarse más religioso.

Si es así: “God save the King!” (¡Dios salve al Rey!).

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