El embrollo madrileño
tiene su origen en la chapuza murciana de Ciudadanos, con la aquiescencia del
PSOE. Quién iba a decir que a las puretas de la primavera tendríamos tanta
carga política que ha culminado con la desaparición del vicepresidente Pablo
Iglesias del Gobierno, para tomar las riendas de Podemos en la Comunidad de
Madrid.
Algunos que conocen mucho
a Pablo Iglesias aseguran que no estaba nada cómodo en el Gobierno. Tenía muchas
limitaciones y, además, cada vez que hablaba se le echaban encima, tanto sus
socios de gobierno como la Oposición. Era un vicepresidente que estaba en el
Gobierno y en la oposición a la vez. Muy difícil de encajar.
¿Por qué se ha ido?
Iglesias es un personaje que le gusta la política “a su manera”, sin
cortapisas. No es un corredor de fondo. I una cosa es predicar por las plazas y
calles y ora gestionar con responsabilidad el día a día de la gobernación (su
punto negro son las muchísimas muertes por la Covid-19 en las residencias de
personas mayores). Además, Iglesias veía que de seguir él así, Pedro Sánchez
convocaría elecciones a final de año o en la primavera del 2022.
La decisión de dejar la
vicepresidencia fue tomada en tres días, con rapidez y nocturnidad. La noticia
cayó como una bomba. Pero Podemos tuvo muy malos resultados en el País Vasco y
Galicia. En Madrid –pensó Iglesias—Podemos podría desaparecer comido por el
PSOE y Más Madrid.
La primera decisión de
Iglesias le salió el tiro por la culata. Gran enemigo de Errejón, subestimó a
la candidata de Más Madrid, Mónica García. Salió Iglesias sacando pecho y
anunciando una lista electoral con Más Madrid. Todavía suenan las calabazas
feministas que le lazó Mónica García ¡Qué mal Iglesias!
Mientras tanto, el
candidato socialista, Ángel Gabilondo, permanece en silencio, esperando que se
descuarticen en su ala izquierda. Él, o mejor dicho el PSOE, quiere representar
el ala moderada de la izquierda. Sin embargo, Gabilondo, de perfil medio,
necesitará un “número dos” fuerte, para que sea una candidatura más
ilusionante.
Todo empezó en Murcia.
Todo empezó con Inés Arrimadas, tan buena desde la tribuna como mala en la
gestión al frente de Ciudadanos. Arrimadas, después del Congreso que la aupó
como presidenta del partido, cambió el liderazgo en Murcia, dejando aparte a la
vicepresidenta de la Comunidad, Isabel Franco, y a quienes estaban al gobierno
de la comunidad.
De acuerdo con la cúpula
del PSOE, Arrimadas montó una moción de censura en Murcia, que consistía en
desbancar al PP y gobernar con el PSOE, siendo presidenta de Murcia a su valida,
Ana Martínez Vidal, dejando sin silla a los de su partido que estaban en el
Gobierno. Cuando estos –que firmaron la moción de censura—vieron lo que pasaba,
se echaron para atrás y dijeron que no votarían la moción: era su suicidio
político.
Esto fue inesperado y
alarmó tanto a la cúpula de Ciudadanos como a la Moncloa que había conspirado
con Arrimadas en Murcia. De ahí que salieron las palabras “transfuguismo” y las
declaraciones nada afortunadas del ministro y número dos del PSOE, José Luis
Ábalos, cuando dijo que en Murcia el PP fue al mercado de esclavos para comprar
a los tres de Ciudadanos. Qué mal le debió sentar el fracaso de Murcia… hasta
el punto de que fueron a hablar con los tres diputados expulsados de Vox, es
decir la extrema derecha… Sin comentarios.
Lo de Murcia, que parecía
una operación menor, se contagió en Castilla y León, donde el líder de
Ciudadanos, Francisco Igea, que compitió con Inés Arrimada por la presidencia
del partido, se enteró de la treta de unos diputados de su partido para ganar
la presidencia en Valladolid. Se armó de autoridad y cerró filas apoyando el
gobierno. Igea aspira ser presidente en las próximas elecciones, aunque no se
sabe de qué partido.
Y esto alarmó a la
presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que con un golpe de mano que nadie
esperaba comunicó que convocaba elecciones para el 4 de mayo. Pocas horas
después PSOE y Más Madrid presentaron su moción de censura. Al frente de
Ciudadanos está –o estaba-- el joven y ambicioso Ignacio Aguado, hasta ayer
vicepresidente, que no se fía ni de la presidenta Ayuso, ni de Inés Arrimadas,
sino que confiaba más en el PSOE.
Omito todo lo demás:
solamente terminar para decir que Inés Arrimadas y su partido Ciudadanos está
al borde del precipicio. El “juego de tronos” le ha salido muy mal y ahora
tendrá que nombrar al candidato de Madrid. Dos diputados de la Asamblea, Sergio
Brabezo y Marta Marbán, se han dado de baja del partido de Arrimadas, y Toni
Cantó abandonó el partido y la política. De momento, Arrimadas sólo ha hecho
algunos cambios en su ejecutiva, pocos, muy pocos.
La batalla de Madrid está
servida, con una contra todos: Isabel Díaz Ayuso contra Gabilondo del PSOE,
contra Pablo Iglesias, contra Más Madrid liderado ahora por Mónica García, y contra
VOX, el cual si no saca un buen resultado supondrá el inicio del eclipse de
este partido. Ayuso ha demostrado ser una lideresa en Madrid, mientras que
Pablo Casado sigue tropezando con las encuestas: es flojo, dicen.
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