Nunca he visto unas elecciones tan extrañas, tan surrealistas, tan
dalinianas como las catalanas del 14-F. Imposible encontrar otras en cualquier otro
país, aun viviendo en plena pandemia.
Me explicaré. Convoca las elecciones un vicepresidente, en funciones (por cierto,
muy limitadas), sin ser presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. Este, más
o menos, intenta tener en pie un gobierno que ya no gobierna desde hace meses,
porque su presidente, Quim Torra, se fue obedeciendo una sentencia del Tribunal
Supremo. No dejó, a su vicepresidente ni sentarse en su silla, y recortó de
modo importante sus atribuciones. O sea, meses y meses de una Generalitat con
un gobierno en funciones, porque Torra ya había dado el finiquito a la
legislatura.
Se convocan las elecciones para el 14 de febrero. Pero a medio andar, el govern
las desconvoca y las pasa al 28 de mayo a causa del virus, Convocadas las
elecciones para el 14-F, el PSOE, o el PSC-PSOE, anuncia que su candidato
sería Salvador Illa, ministro de Sanidad, en plena pandemia, con la idea
posible –encuestas en mano— de que gane las elecciones... Las del 14 de
febrero. Los socialistas no quieren oír hablar del retraso electoral.
Una vez más, la justicia debe interponerse a un mes del 14-F. El Tribunal
Superior de Justicia de Catalunya, entre alambicadas decisiones y autos, decide
que las elecciones se deben celebrar el 14-F. Y lo dice cuando está a punto de
empezar la campaña electoral.
Y muchos dicen, ¿es que no se han celebrado elecciones en Estados Unidos
(Trump quería aplazarlas con su invasión en el Capitolio el día de Reyes), en
Francia, en Portugal, en Ecuador (el domingo pasado) y en otros lugares del
mundo en plena pandemia? Entonces ¿por qué montar este barullo?
Los independentistas (ERC y JxC) siguen sin querer las elecciones. Es más. El
candidato de Esquerra, Pere Aragonés, que no habla por sí mismo, sino por boca
de Oriol Junqueras, comienza a decir cosas incongruentes, como que el PSC gobernará
con VOX y con el PP. Mucha demagogia Tiene miedo ¿No decían que Aragonès era un
tecnócrata? ¿Pero es que en Esquerra puede haber tecnócratas? ¿Junqueras es un
tecnócrata?
Junts per Cat se la juega. Mantener a Carles Puigdenmont y todo su séquito,
amén de Waterloo y todo el poder que tiene ahora, viven en una inseguridad alta
hasta que no se sepa el resultado electoral. Si no tienen un buen resultado,
peligra incluso su escaño en Europa. Solo le quedaría Lavrov, el ministro ruso
de Exteriores, la voz de Putin para Europa. O sea, Putin.
Seguimos. Desde el gobierno y desde los ayuntamientos independentistas
circula la voz de que los miembros de las mesas electorales sufren un gravísimo
riesgo de contagio, y comienzan los recursos para no estar en las mesas: llegan
al 30 por 100. No ha pasado en ningún país donde se han celebrado las
elecciones. La propaganda del miedo parece que tiene éxito.
Un día después, por si no tiene mucho efecto el miedo entre los miembros de
las mesas, circula la noticia de que el govern “sopesa” que los infectados por
coronavirus pueden ir a votar ¡Pero hombre!, ¿a quién se le ocurre que los
enfermos en cuarentena puedan salir de sus casas saltándose la obligatoria y
legal cuarentena, para ir a votar? El objetivo es el barullo.
Al día siguiente el govern” también “sopesa” no dar a conocer el resultado
electoral… Eso ya huele a pucherazo declarado ¿Qué autoridad tiene un gobierno
en funciones para no dar a conocer el resultado electoral? Eso lo hacían en España
en el siglo XIX (diecinueve) los generales Serrano, Narváez y Espartero, entre
otros. Era la época del pucherazo y el caciquismo.
Sale después el govern para decir que las elecciones no tendrán riesgos
sanitarios de coronavirus. ¿Lo dice o lo está “sopesando”?
Ahora resulta que el confinamiento es por comarcas ¿Dónde están los límites
comarcales? Barcelona, L’Hospitalet y Sant Cugat son tres comarcas distintas.
Las elecciones catalanas serán extrañas, dice la gente. Con toda esta maraña, con todo este barullo, lo que hay es populismo Trumpista puro apoyado desde el govern indepenentista.
¿Qué será de Catalunya tras el 14-F? Todo comenzó cuando José Luis Rodríguez
Zapatero prometió a Pasqual Maragall hacer un nuevo Estatut (¡que Jordi Pujol no
quería!) con el fin de apartar a Convergència i Unió del poder en Catalunya. Memoria
histórica.
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