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¿Tiene futuro de la monarquía?

 


El rey Felipe VI no vino a Catalunya a entregar los despachos a los nuevos jueces y fiscales de la academia instalada en el Tibidabo. Menos mal que el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, “filtró” que le había llamado el Rey y le dijo que él sí quería estar en Barcelona, pero que se lo impidió el gobierno por motivos de política general con Catalunya.

Naturalmente, el gobierno criticó al presidente de los jueces, Lesmes, porque no quería que se supiera de dónde salió la decisión de que no fuera el Rey a la entrega de despachos a los jueces. Pero ¿no es el Rey Jefe del Estado? Y el Poder Judicial ¿no es uno de los tres poderes del Estado?

No quiero seguir en este tema tan discutido ya. Quiero entrar dentro de la polémica sobre el futuro de la Monarquía en España. Y me hago las siguientes peguntas: ¿Felipe VI es un rey débil? ¿Es un Rey demasiado pegado a la Constitución? ¿Qué hace para defender la institución de la monarquía y su dinastía? Podemos lleva toda la legislatura con ataques a la Monarquía ¿quién contrarresta estos ataques?

Para ello son insuficientes los últimos discursos que he oído, de que es importante la “concordia”, el “entendimiento”, la “solidaridad” entre los españoles. No le hacen caso. Ciertamente tiene razón. Yo no vivo cerca del palacio de la Zarzuela y desconozco lo que se cuece en los entresijos de la Casa Real. Como periodista, cuento lo que veo. Y lo que veo no me gusta. No se refuerza la monarquía, sino todo lo contrario. Otro día hablaré sobre el discurso de Felipe VI el 3 de octubre del 2017, sobre Catalunya.

¿Cómo es posible que miembros del Gobierno, que han prometido su lealtad al Rey y a la Constitución, emitan cometarios y hasta juicios contra la monarquía y a favor de la república? Esto es una anomalía enorme si miramos los países monárquicos y democráticos. No se da en ningún lugar.

Y no se da en los países monárquicos democráticos (Gran Bretaña, Holanda, Bélgica, Suecia, Dinamarca, Japón, etc.). La monarquía española es distinta. Tiene lastres. Hay un pasado de guerra civil, o de guerras civiles (carlistas y la última que fue un enfrentamiento encarnizado).

Ser republicano, en España, es un sentimiento, más que un planteamiento político y pragmático. Se es republicano porque no gusta la figura de un Rey, o de una familia Real, que detenta la Jefatura del Estado de modo hereditario. Las razones son infinitas: no gustan los borbones; lo republicano es más democrático (esto no es cierto porque las grandes dictaduras se dan en repúblicas como China, Rusia, Turquía, repúblicas centro y sudamericanas, africanas, etc.); porque es una institución del pasado; porque es franquista; por lo que ha hecho el rey Juan Carlos, con los dineros y con su esposa la reina Sofía, de quien dijo que era “una gran profesional”, como Reina. Además, no faltan quienes son republicanos “de toda la vida”, etc., etc.

En cambio, en España no hay monárquicos, mejor dicho, hay pocos “monárquicos de toda la vida”, y lo que hay son ciudadanos de a pie y políticos e intelectuales, que aceptan la monarquía por pragmatismo, por sentido de Estado o sentido de la historia, porque nos va mejor, porque cambiar ahora la forma de Estado sería un dislate que no se sabe hasta dónde nos podría llevar, con cambios constitucionales. Además, las potencias occidentales no quieren una España dividida y rota.

El rey Felipe VI sabe de sobra que su oficio de Rey ha de ganárselo a pulso, cada día, y no basta con presidir actos folclóricos o reunirse a los ex presidentes del gobierno, ¡o que su familia salga al “Hola!” de vez en cuando. La monarquía española no es igual que las demás: debe ganarse cada día la simpatía de los españoles, pase lo que pase.

Durante la pandemia dijimos que el Rey salió muy poco al principio, ¿por indicaciones del Gobierno? Salieron a darse una vuelta por distintas regiones o comunidades españolas, tras los escándalos de su padre. El Rey necesita visibilidad pública, y si bien tiene muy pocos poderes, lo que hace tiene que hacerlo bien, muy bien.

Desde mi punto de vista, el Rey tiene poca visibilidad, y es malo para España que la monarquía sea defendida solo por los partidos de derechas y de centro (y del PSOE cuando éste gobierna). El Rey o es el Rey del pueblo o tendrá un recorrido limitado.

Republicanos siempre los habrá, así que tiene que buscar la adhesión de quienes, aun no siendo monárquicos, o incluso siendo republicanos, aceptan la monarquía, si ven que hace un gran servicio a España. Alguien ha dicho que la monarquía es un “mal menor”, frente a la república. Tal vez. Los últimos reyes han ido al exilio, y el último, cargado de escándalos. Lo que se debe abordar –no ahora porque el río va muy revuelto en las aguas políticas parlamentarias y territoriales (Catalunya)—es un Estatuto sobre la Monarquía. Es una asignatura pendiente de la Constitución.

El rey Felipe VI aparece como un hombre sin tacha, austero, como ya anunció en su coronación. ¿Y la Reina? ¿Cumple bien su papel de Reina? Unos reyes poco populares tienen poco recorrido, y el gobierno bipartito de hoy no está por facilitarle las cosas. La Reina Sofía, siendo griega, ha sabido granjearse el cariño de los españoles. Ha dado toda una lección a su hijo Felipe VI, sin hacer grandes cosas, sino sabiendo ser eso, Reina.

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