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El fin de Torra

 


Por Salvador Aragonés

Me han informado que algunas personas o grupos celebraron con cava la sentencia del Supremo de inhabilitarlo. No por la persona de Quim Torra, que merece todos los respetos, sino por su ineptitud en dirigir (¿?) el gobierno de Catalunya. 

La verdad es que, a Carles Puigdemont, cuando lo nombró a dedo, no miró por el buen gobierno de su país, sino por la capacidad agitadora de Torra en favor de la independencia, contra España y todo lo que huela a español. Porque en cuanto acción de Gobierno, hacer, lo que se dice hacer (gobernar), no ha hecho casi nada, y lo que se ha hecho ha sido gracias a sus consellers. 

Y como colofón de su nulo gobierno, deja el país en mitad de una pandemia, con unas elecciones previstas hasta febrero. Es decir, casi medio año sin gobierno efectivo, en medio de una pandemia y de una crisis económica galopante, con mucha gente en ERTE o sin empleo, sin inversiones y con una economía bajo mínimos. 

Torra tenia que convocar elecciones ya antes del verano, porque su gobernanza, o la legislatura, estaba agotada, no tenía nada que decir, esta agotada desde hace tiempo. Si no lo hizo es porque buscaba la confrontación con los poderes del Estado, en este caso la justicia, pues se sabía desde el principio que el Supremo lo iba a inhabilitar. Y no por la libertad de expresión, sino por la “contumaz” negativa a obedecer a la Junta Electoral. Yo creía que él no se fuera del Palau, sin que hubieran sido los Mossos los que lo detuvieran el sillón del President. No lo hizo, luego no fue tan valiente como esgrimía tiempo atrás. 

Catalunya es un país rico, con gran iniciativa empresarial, y en esos países la decadencia económica tarda en llegar, pero la decadencia política y cultural ya han llegado y también la caída de las inversiones, sobre todo extranjeras. No lo digo yo, sino que van saliendo numerosos artículos y libros de catalanes que dan todos los detalles de lo dicho antes.

Quien ha mantenido a Catalunya fuera de una confrontación civil han sido precisamente los Mosos d’Esquadra, los cuales, defensores de la Ley, también han evitado el crecimiento de los CDR, causantes de los cortes de carreteras, vías de tren, incidentes callejeros, quemas de contenedores, en las escuelas y la universidad, etc., etc. “Apreteu!!”, dijo Torra en su día.

Ahora, en este casi medio año que nos separan de las elecciones, no sabemos lo que puede pasar, o mejor dicho, cómo será esa confrontación con el Estado ”de manera más inteligente”, al decir de Carles Puigdemont. 

¿Y las elecciones? ¿Qué será de las elecciones? A medio año vista es muy prematuro vaticinar lo que puede pasar porque hay circunstancias externas desconocidas (como ha sido el caso de la pandemia) que pueden influir. Pero si todo sigue igual que ahora mucho me temo que después de las elecciones tendremos más de lo mismo, dado el sistema electoral catalán, que premia no los habitantes, a los ciudadanos, sino las circunscripciones. Barcelona, con 85 diputados, resulta infrarrepresentada en el Parlament.

Torra no ha conseguido la independencia, pero se va a casa con un sueldo de 90.000 euros, despacho y coche oficiales, escolta y secretaria, todos los catalanes, incluso aquellos a los que él no quiso gobernar. No está mal. 



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