Los ancianos, los grandes olvidados (o rechazados)


Nadie pone en duda que de
la pandemia que sufrimos solo se saldrá si hay pactos, si hay unidad, y si hay
“seny”. Por eso no es de extrañar que Pedro Sánchez, en cuanto presidente del
Gobierno llame a unos Pactos de la Moncloa. No serán como los anteriores del
1977, pero las medidas que hay que tomar son de tal calibre que ningún partido,
ni ningún gobierno, por sí solo podrá hacer frente a las necesidades del país
en todos los órdenes: económico, político, social, cultural, científico,
tecnológico, etc.
Y una de las cosas que
hay que hacer no solo es salir de la pandemia, sino prepararnos para la próxima
pandemia… que la habrá. Hay que pensar que tras el coronavirus el mundo
occidental industrializado o desarrollado ya no volverá a ser como antes. Si
vemos el mapa mundial, esta pandemia ha afectado a China, los Estados Unidos, Europa
y Rusia. Han quedado al margen de este virus, prácticamente, el Sudeste
asiático, África y la América Latina. Mirar el mapa es ilustrativo de cuanto
decimos. En España, donde más ha afectado es en las zonas más ricas, como
Madrid, Catalunya o el País Vasco. ¿Por qué? Que lo digan los científicos.
Esto quiere decir que
muchas cosas van a cambiar en estos países, tras caídas del PIB de entre el 5 y
el 10 por ciento. En primer término, va a darse prioridad a la vida y a la
salud frente a la economía y a la política. Hasta ahora, todo se supeditaba a
la economía y a la política, incluida la salud de las personas. En España
volveremos a un paro superior al 20 por ciento. Hay muchos autónomos
arruinados, muchos comerciantes y muchos trabajadores que han sufrido un cierre
empresarial o un ERTE indefinido. Aunque confinados, se acumula mucha ansiedad
y dolor en las familias.
Muchas otras cosas van a
cambiar. Tendremos tiempo de analizarlo en otros artículos. Hoy nos limitaremos
a hablar de las residencias de la tercera edad, que cargan con más de la mitad
de los muertos por la pandemia. Son personas mayores que han fallecido sin
ninguna compañía, se les ha hurtado el funeral e, incluso, en no pocas
ocasiones, se les ha robado el alivio espiritual con la ayuda de los
sacramentos o del consuelo de su religión. Y a sus descendientes les ha quedado
un profundo dolor dentro de su corazón ante la impotencia de dar a sus mayores
el último adiós y verse privados de ayudarlos en el último trance camino de la
eternidad.
¿Por qué ha sido así? Porque
las residencias de la tercera edad son consideradas “servicios sociales”, no “servicios
sanitarios”, de ahí que la sanidad se haya volcado al principio solo en los
hospitales y centros de salud, hasta que las residencias han elevado el grito
al cielo, sin saber, en algunos casos, qué hacer con los cadáveres que se
amontonaban y el virus que avanzaba locamente. No había espacio para ellos en
la UCI, “porque eran ya mayores”, sin tener en cuenta que la dignidad de las
personas no tiene límites de edad, lo mismo que su derecho a recibir la
asistencia sanitaria que necesite. ¿Habrá un lugar para los ancianos en los
futuros (¿?) Pactos de la Moncloa?
Este “olvido” de los
ancianos, de los mayores, no ha ocurrido solo en España. Ha ocurrido en todos
los países ricos, donde la economía y la política han estado por encima de los
derechos de los más necesitados, en este caso de los ancianos. En estos países
en los que ha golpeado mucho más el Covid-19 es donde se ha puesto de relieve
que los sistemas sociales y económicos aplicados hasta ahora no iban en la
línea correcta de la defensa de “todos” los ciudadanos y de sus derechos
fundamentales, con independencia de la edad y de la capacidad intelectual y
económica de cada uno.
Y volviendo al principio,
¿habrá Pactos de la Moncloa? Vivimos en un país desunido, tanto en lo político
como en lo económico y en lo territorial. Costará llegar a un acuerdo am
Personalmente, me han
apenado escenas de peleas de patio de colegio entre políticos de uno y otro
bando, con millares de muertos y enfermos en medio, y con un sistema sanitario
colapsado. ¿Es en la lucha por el poder donde vamos a salir de la pandemia y
sus consecuencias? ¡Con qué sinvergüenza algunos pontifican desde las redes
sociales, sin saber nada de nada! ¡Qué pena!
En el futuro habrá que
abrir puertas a la esperanza, al buen humor, a ver que lo que tenemos delante
es una tarea común de reconstrucción, que nunca se hará si hurgamos un día y
otro buscando culpables de por qué se nos ha metido tan a fondo el Covid-19. No
culpo a nadie: todos somos culpables.
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