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¿Habrá un lugar para los ancianos en los futuros Pactos de la Moncloa?

Los ancianos, los grandes olvidados (o rechazados)
Josefa Ribas, de 86 años y postrada en la cama, mira a la enfermera Alba Rodríguez delante de su esposo, José Marcos, de 89, en su casa, en Barcelona, el 30 de marzo de 2020, durante el brote de coronavirus. Ribas padece demencia y Marcos teme por los dos si el virus entra en su casa: “Si caigo enfermo con el virus, ¿quién cuidará de mi mujer?”.

Nadie pone en duda que de la pandemia que sufrimos solo se saldrá si hay pactos, si hay unidad, y si hay “seny”. Por eso no es de extrañar que Pedro Sánchez, en cuanto presidente del Gobierno llame a unos Pactos de la Moncloa. No serán como los anteriores del 1977, pero las medidas que hay que tomar son de tal calibre que ningún partido, ni ningún gobierno, por sí solo podrá hacer frente a las necesidades del país en todos los órdenes: económico, político, social, cultural, científico, tecnológico, etc.

Y una de las cosas que hay que hacer no solo es salir de la pandemia, sino prepararnos para la próxima pandemia… que la habrá. Hay que pensar que tras el coronavirus el mundo occidental industrializado o desarrollado ya no volverá a ser como antes. Si vemos el mapa mundial, esta pandemia ha afectado a China, los Estados Unidos, Europa y Rusia. Han quedado al margen de este virus, prácticamente, el Sudeste asiático, África y la América Latina. Mirar el mapa es ilustrativo de cuanto decimos. En España, donde más ha afectado es en las zonas más ricas, como Madrid, Catalunya o el País Vasco. ¿Por qué? Que lo digan los científicos.

Esto quiere decir que muchas cosas van a cambiar en estos países, tras caídas del PIB de entre el 5 y el 10 por ciento. En primer término, va a darse prioridad a la vida y a la salud frente a la economía y a la política. Hasta ahora, todo se supeditaba a la economía y a la política, incluida la salud de las personas. En España volveremos a un paro superior al 20 por ciento. Hay muchos autónomos arruinados, muchos comerciantes y muchos trabajadores que han sufrido un cierre empresarial o un ERTE indefinido. Aunque confinados, se acumula mucha ansiedad y dolor en las familias.

Muchas otras cosas van a cambiar. Tendremos tiempo de analizarlo en otros artículos. Hoy nos limitaremos a hablar de las residencias de la tercera edad, que cargan con más de la mitad de los muertos por la pandemia. Son personas mayores que han fallecido sin ninguna compañía, se les ha hurtado el funeral e, incluso, en no pocas ocasiones, se les ha robado el alivio espiritual con la ayuda de los sacramentos o del consuelo de su religión. Y a sus descendientes les ha quedado un profundo dolor dentro de su corazón ante la impotencia de dar a sus mayores el último adiós y verse privados de ayudarlos en el último trance camino de la eternidad.

¿Por qué ha sido así? Porque las residencias de la tercera edad son consideradas “servicios sociales”, no “servicios sanitarios”, de ahí que la sanidad se haya volcado al principio solo en los hospitales y centros de salud, hasta que las residencias han elevado el grito al cielo, sin saber, en algunos casos, qué hacer con los cadáveres que se amontonaban y el virus que avanzaba locamente. No había espacio para ellos en la UCI, “porque eran ya mayores”, sin tener en cuenta que la dignidad de las personas no tiene límites de edad, lo mismo que su derecho a recibir la asistencia sanitaria que necesite. ¿Habrá un lugar para los ancianos en los futuros (¿?) Pactos de la Moncloa?

Este “olvido” de los ancianos, de los mayores, no ha ocurrido solo en España. Ha ocurrido en todos los países ricos, donde la economía y la política han estado por encima de los derechos de los más necesitados, en este caso de los ancianos. En estos países en los que ha golpeado mucho más el Covid-19 es donde se ha puesto de relieve que los sistemas sociales y económicos aplicados hasta ahora no iban en la línea correcta de la defensa de “todos” los ciudadanos y de sus derechos fundamentales, con independencia de la edad y de la capacidad intelectual y económica de cada uno.

Y volviendo al principio, ¿habrá Pactos de la Moncloa? Vivimos en un país desunido, tanto en lo político como en lo económico y en lo territorial. Costará llegar a un acuerdo am

Personalmente, me han apenado escenas de peleas de patio de colegio entre políticos de uno y otro bando, con millares de muertos y enfermos en medio, y con un sistema sanitario colapsado. ¿Es en la lucha por el poder donde vamos a salir de la pandemia y sus consecuencias? ¡Con qué sinvergüenza algunos pontifican desde las redes sociales, sin saber nada de nada! ¡Qué pena!

En el futuro habrá que abrir puertas a la esperanza, al buen humor, a ver que lo que tenemos delante es una tarea común de reconstrucción, que nunca se hará si hurgamos un día y otro buscando culpables de por qué se nos ha metido tan a fondo el Covid-19. No culpo a nadie: todos somos culpables.


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