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Esperando la sentencia del "procés"


Quedan pocos días. Dicen que será el día 14 o 15. La sentencia del “procés” está al caer. Han pasado dos años desde los hechos de octubre de 2017. Desde que hubo el intento-ensayo de la proclamación de la república catalana. Fracasó. El mundo independentista, desde entonces, se ha dividido y tiene una mayoría inestable en el Parlament. No ha podido aprobar unos presupuestos.

De la sentencia no ha habido filtraciones concretas, pero sí generales. Habrá desde absoluciones, hasta condenas cortas y algunas condenas de más de 10 años. No contempla la sentencia la rebelión. Así las cosas, y como escribimos hace unos días, permitirá a unos salir de la cárcel inmediatamente o pasar al tercer grado (ir a casa y dormir en la cárcel los fines de semana), y otros (los tres peces gordos, los dos jordis y Oriol Junqueras) con penas algo superiores a los 10 años. Eso es lo que dicen los periodistas expertos en tribunales de Madrid.

Los independentistas han puesto casi todos los huevos en el cesto de la sentencia. Se ha creado una gran alarma, tanto en Catalunya como en Madrid. Esperemos –hay que ser optimistas—que una vez conocida la sentencia, podamos decir: “no había para tanto”.

Los jueces habrán tenido en cuenta la trascendencia de su sentencia, no solo por crear una doctrina jurídica sobre el tema, y que puede ir --irá—al Tribunal de Estrasburgo de los Derechos Humanos. Los jueces se lo han pensado mucho.

Al independentismo esta sentencia puede ir en su contra si no está bien gestionada y proporcionada la acción o las acciones contra las mismas. Tiene que contemplar los escenarios adecuados y las acciones adecuadas. Lo veremos la semana próxima. ¿Y si Estrasburgo da la razón el Tribunal Supremo? Ellos, supongo, sabrán reconducir el tema.

Es cierto que una sentencia no puede resolver el problema catalán, que es eminentemente político, pero esto no implica que se aplique la ley cuando se la quieren saltar por motivos políticos. Nadie está por encima de la ley. Lo demás, es política, y políticamente deberá resolverse.

¿Un indulto favorecería la distensión? Sin duda, pero creo que el problema de fondo persistiría. El independentismo está en Catalunya desde hace mucho tiempo, y continuará, pero no con tanta fuerza si en Madrid saben actuar con inteligencia. Evidentemente con Torra y Puigdemont es muy difícil arreglar nada, por su radicalidad y gran dificultad en el diálogo. Es decir, ¿elecciones catalanas? Sería deseable.

Por lo demás, la imagen que está dando el gobierno independentista radical de Catalunya no es de lo más favorable si la quieren vender al exterior. Los periodistas y fotógrafos, hartos de ser insultados y agredidos por los independentistas radicales, protagonizaron una sentada. En el Parlament los independentistas han pedido echar al Rey Felipe VI, a la Guardia Civil, solicitar  la autodeterminación y aprobaron la desobediencia civil.

Un Parlament donde las minorías son ninguneadas. Tampoco ahí hay diálogo, cuando este depende de los independentistas. En definitiva, el independentismo no tiene las mejores cartas para jugar en la mesa internacional. Y mientras tanto, circulan a miles las fake news dentro de un gran escenario de la confusión. Los malabaristas de las palabras de nuevo campan por sus fueros.


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