Visto de lejos parece que a política española
es un juego de malabaristas, pero visto de cerca no lo es tanto. ¿Por qué se
repiten las elecciones?
Está claro que Pedro Sánchez y el PSOE han
dado carpetazo a un gobierno de izquierdas y, además, han dado carpetazo a
depender de los independentistas catalanes y vascos.
¿A dónde quieren llegar? A un gobierno de
centro-izquierda apoyado por Ciudadanos y nacionalistas vascos o, tal vez,
incluso con un apoyo externo del PP. Pero eso lo tienen que decir las urnas el
10 de noviembre, en las cuartas elecciones generales en cuatro años.
O sea, que a pesar de Albert Rivera,
Ciudadanos tendrían que hacer el papel de partido bisagra, que “con sentido de
Estado” (palabras de Rivera) debería formar gobierno con socialistas, cuando ganen
los socialistas, y con el Partido Popular, cuando gane las elecciones este
partido. Tarde y mal Rivera ha pedido un pacto con el PSOE con el artículo 155
de fondo, una posición que indica que Rivera no está a pie de calle en
Catalunya y solo lee las proclamas del ínclito Quim Torra.
Es lo que muchos comentaristas hemos dicho
desde el principio. Pero no fue así porque por una parte, Sánchez escoró al
PSOE hacia la izquierda para reconquistar la Secretaría General, y por otra
Rivera se conjuró a no pactar con Sánchez y le ha costado una sangría de votos
e incluso dirigentes. Las bases del PSOE corearon en la noche electoral: “¡Con
Rivera no!”. Pero son dos formaciones obligadas a entenderse.
Gabriel Rufián (ERC) acierta cuando afirma que
“Sánchez tenía pensado desde el primer día ir a nueva elecciones” y piensa que “su
arrogancia le pasará factura”. Laura Borràs (JxCat) ha dicho: “Ja ho deia jo,
Sánchez y Rajoy són la mateixa cosa”. En la noche de la convocatoria electoral
en Catalunya Ràdio escuché que Sánchez no quería “pactar con los catalanes”,
una vez más confundiendo independentistas con “los catalanes” ¿Cuál será la
estrategia de Junqueras después de las elecciones?
¿Y el Partido Popular? Tendrá que pasar su
purgatorio a causa de la corrupción. Pablo Casado es muy joven, a pesar de la
barba que ostenta desde el verano. Debe cohesionar más a su partido, dándole
una implantación en el País Vasco y en Catalunya. La división de la derecha
hace casi imposible que llegue a formar gobierno, y es la baza que tiene el
PSOE para seguir gobernando. Todo parece indicar que Vox perderá peso
electoral, pero no desaparecerá. La fórmula España Suma no parece que haya
tenido éxito.
¿Ha sido malo romper el bipartidismo? Creo que
no, porque tanto el PSOE como el PP gobernaron más en beneficio de los que
ostentaban el poder que en beneficio de los españoles. Los nuevos partidos han
venido a limpiar, en parte, la corrupción abundante que había en España.
Sin duda, esta cuarta convocatoria electoral
española es un síntoma de que los personalismos, los intereses de partido, la
corrupción, y no el bien de los ciudadanos ha sido el que ha brillado en estos
años. La gente está cansada. No sabemos lo que pasará el 10-N, ni con el juicio
a los independentistas, ni con el brexit. El panorama internacional también
está recalentado y el gobierno español debe tener claro qué papel deberá jugar
España en el concierto de los estados y las naciones.
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